Volviendo a casa

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Las vacaciones fueron buenas, mis padres supieron sobre la homosexualidad de Esteban, lo tomaron bien, mi mamá le dio la plática de... eso. Caleb y yo, bueno, nos volvimos más unidos después de haber golpeado al imbécil que abuso del culito de nuestro hermano pequeño.

Ahora de vuelta a mi casa hago una parada, necesito hacer esto. Bajo de mi auto, el cual había dejado en el aeropuerto y me dirijo a la puerta de quien planeo golpear hasta que llore, o me pida perdón: lo que pase primero.

Golpeó la puerta con fuerza, espero cinco segundos y vuelvo a golpear, es en esa segunda ocasión que llamó que por fin me responde. No tardó en poner mi puño en su cara, cae al suelo de culo y, la verdad, me da tanta satisfacción verlo ahí.

— ¡¿QUÉ MIERDA TE PASA?! — me grita una vez me ha volteado a ver.

— Eso fue por usar el culo de mi hermano, ¿Por qué te acostaste con él, Esteban? ¡¿EN QUE ESTABAS PENSANDO?!

— No te lo voy a decir, no soy estupido. — escupe sangre.

— Eres un enfermo. — lo apunto. — Usaste a mi hermano para satisfacer tus instintos, yo usaré tu cara con mi puño para satisfacer mi irá.

— No, espera. — se levanta, que rápido es el hijo de... — Esteban en verdad me gusta, y mucho, pero el es gay de closet. Soy bisexual y eso no va conmigo, quería salir con él, pero... él no lo quiso así.

— ¿En serio? — ladeó la cabeza. — ¿No mientes? Mientes... ¿verdad?

— No. — niega con la cabeza, mi boca se abre, ¡NO ME LA CREO! Rodrigo enamorado de verdad, ¡Dioses míos!

— De acuerdo. — suspiro. — Yo no pienso meterme en su relación, pero dejame decirte que ya mis padres saben que Esteban es gay y, bueno, tal vez sea buena idea de que estés a su lado en ese momento.

Rodrigo sonríe, asiente y escucho pasos dentro de su casa, veo por sobre su hombro y ahí está mi linda novia... envuelta sólo con una sabana. La sonrisa de ambos desaparece.

La ira vuelve a acumularse en mi, haciendo que tenga un tic en el ojo izquierdo, Rodrigo me toma de los hombros y me adentra a su casa, pero yo sigo sin poder dejar de verla. Es que no me la creo, ¿qué mierda hace ella aquí?

— Oye, calmate. — Rodrigo se ríe a mi lado, en verdad que ahora le tumbo los dientes. — No es lo que piensas, Elina es una prima mía.

— ¡Y una mierda! — me alejo de él, o más bien, lo alejó de mi ya que lo he empujado. — ¿Primos? Comete esa mierda de mentira.

— ¡Dario! — duele que pronuncie mi nombre en esta ocasión.

— Saben lo que hicieron, no me traten de mentir. — los ojos de Elina se llenan de lágrimas, baja la mirada... lo sabía. Sonrió sínico. — ¿Por qué en algún momento pensé que tú eras mi Always?

— Amigo, te juro que no fue intencional, tomamos y... — Volteo a ver a Rodrigo, no pienso escucharlo, no pienso perdonarlo. Ni a él ni a Elina.

— Callate, por lo que más quieras, si es que quieres algo, callate. — ¡MALDICIÓN! Ya tengo el nudo en la garganta, es mejor escupirlo, que tragarlo. — No me vuelvan a hablar en su vida.

Es lo único que pudo, que no me hablen, que ni me pidan perdón. Salgo de la casa de Rodrigo, dejando la puerta abierta tras de mí y subiendo a mi auto, arrancando sin darles una segunda mirada. No sé lo merecen. Nadie debería traicionar a su amigo, su novio, la traición duele.

Duele tanto que a veces sientes que es mejor la muerte que seguir andando mientras cargas el dolor.

Querido Dario...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora