No lo recuerdo

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Fue muy poco lo que Rebeca pudo dormir. La idea de volver a ver a su madre la había puesto a imaginar un millón de situaciones probables y otras muy poco lógicas que explicaran por qué hasta ahora volvía a presentarse en sus vidas. De cualquier manera eso no impidió que se levantara muy temprano a correr.

Fue al mismo parque por el que pasaba regreso a casa, cuando su padre no le prestaba el carro. Lo que le gustaba del lugar es que se podía correr en la tierra, o en las partes donde había pasto y muchos árboles. Becca experimentaba una sensación de libertad y se olvidaba de cualquier preocupación desde el momento en que se acomodaba los auriculares y comenzaba a trotar.

Después de 45 minutos comenzó a estirarse y se dirigió a buen ritmo a casa, ya que tenía 40 minutos para estar lista, antes de que Roman pasara por ella. Al abrir la puerta vio a su padre comiendo un cereal en la mesa de la cocina. Becca venía enrojecida y sudorosa por el ejercicio, a pesar del buen clima.

-Tu primo te va a llevar al colegio- dijo su padre bastante serio.

-¿Ya lo sabías verdad?- dijo Becca molesta. Sabías y no me dijiste nada- remató levantando la voz.

-A penas me lo había comentado hija, no sabía que vendría pronto- dijo él mirándola a los ojos y levantando los hombros en señal de desconcierto.

-Pues no te creo mucho- dijo finalmente ella subiendo las escaleras, dando por terminada la pequeña discusión. Quería reclamarle, pero no tenía ganas ni tiempo de discutir.

Ya arriba se topó con Luis sin camiseta y no tardó en regañarlo por 'andar enseñando miserias' como solía decirle. Sabía que cualquiera de sus amigas mataría por verlo así, pero ella que era como su hermana, solía recordarle que debía comportarse como si conviviera con una dama, incluyendo olores, ruidos, conversaciones y demás comportamientos masculinos aparentemente 'normales'. Le comentó que le ahorraría la vuelta al colegio a cambio de una hamburguesa de Mr. Jonny's. Se lo dijo muy seria mientras él sólo le respondió que era una vergüenza que fuera capaz de todo por comida.

Becca buscó en su armario y optó por unos pantalones ajustados y una blusa negra suelta con escote en la espalda, el cual mostraba un top, con varios tirantes cruzados color blanco. Le encantaba. Enseguida lació un poco su cabello y se decidió por una cola alta.

Cuando Roman tocó el claxon ella ya estaba lista y al bajar se dio cuenta de que su padre se había ido. Subió al carro de Roman y se dieron un abrazo muy fuerte como siempre. Su amigo iba escuchando a Bruno Mars porque sabía que a ella le encantaba. No pasó mucho tiempo cuando ya iban cantando muy alto para ser las 7:30 de la mañana. Ambos sabían que habían muchas cosas por platicar pero en ese momento querían simplemente disfrutar de un momento juntos. En un semáforo Roman bajó el volumen y la miró de reojo.

- ¿Conoces a Miguel, el que vino de intercambio?- dijo Roman mientras ponía en neutral el carro. Becca sintió que la sangre le corría más rápido por las venas.

- No sé, conocí a un tipo bastante idiota- respondió mientras fingía no darle mucha importancia a la conversación, observando su cabello en el espejo.

- Pues a mí me parece que tienes un fan- dijo él mientras metía cambio de velocidad. Rebeca no supo qué decir, pero sintió una emoción que apenas reconocía y una breve sonrisa pasó por sus labios, pero logró reprimirla al momento que Roman pudo voltear a verla.

- Lo dudo mucho- dijo ella mostrando desinterés. - ¿pero tú por qué dices eso?- preguntó poniéndose brillo en los labios.

- Porque me dijo que tenías el mejor trasero que había visto en su vida- dijo muy serio. Rebeca se ahogó con su propia saliva y él ya no pudo reprimir una carcajada.

-¡Maldito!- dijo Becca golpeándolo en el brazo, dando por hecho que su amigo estaba bromeando.

-No, ya en serio. Me hizo unas preguntas medio extrañas sobre ti, a parte de lo del trasero- dijo él con una cara que ella no pudo descifrar. Se moría por saber si lo que había dicho el tal Miguel era cierto, pero se resistía a demostrar cualquier tipo de interés.

- ¿Cómo cuáles?- preguntó por fin ella, ya sin fingir.

- Pues si seguías con tu novio, si éramos amigos, si vivías con tus dos padres- dijo él con el ceño fruncido.

- No veo por qué habría de importarle- dijo ella. -Las dos veces que lo he visto se limitó a decirme loca. Además, a él qué le importa si tengo marido, vivo sola o con mis hijos- dijo mientras se estacionaban.

- Ya puedes reclamarle, no es ese de la moto que se está estacionando enfrente- dijo Roman divertido. Rebeca se encontró con su mirada mientras se quitaba el casco. Se odió terriblemente por pensar que simplemente le resultaba una criatura hermosa. "Estoy jodida", pensó, mientras abría la puerta como si tras de ella estuviera una dimensión desconocida.

Pasó enseguida de él sin siquiera voltear, sin embargo Roman se detuvo para saludarlo chocando puños. Becca reconoció que sería de lo más infantil seguir caminando como si no se diera cuenta, así que tratando de controlar sus nervios volteó a verlo. Él la miraba con una media sonrisa en los labios. Ella se sentía ridícula, porque cuando lo tenía enfrente simplemente no era ella: se sentía nerviosa, no sabía qué decir y lo más perturbador era que algo le hacía sentir como si él la conociera desde siempre. Era una sensación muy extraña para ella.

- Hey- dijo ella finalmente. "Sí Rebeca hey es lo mejor que se te pudo ocurrir" pensó, mientras disimulaba con una sutil sonrisa.

- ¿Cómo estás Rebeca?- dijo él, mientras se quitaba los lentes de sol. Rebeca obvió el hecho de que se veía aún mejor, sentía que tenía que dejar de verse como una lenta cada vez que se lo topaba.

- Bien, pero ¿se puede saber cómo sabes mi nombre?- dijo ella, pero en ese momento el prefecto gritó que se cerraría la puerta en 20 segundos. Becca maldijo en su mente pero le indicó a Roman con la mirada que debían apurarse.  Caminaron los tres juntos hacia la entrada y cuando iban a pasar él la tomó por el brazo y la jaló hacia su lado. Rebeca se dio cuenta que alguien había empujado la reja de entrada y ésta había estado apunto de golpearla si no es por la ayuda de él.

-Gracias- dijo Becca, tomando del suelo unas partituras que habían caído de su carpeta con el brusco movimiento. Él se agachó para tomar la última y al final le dijo algo muy cerca de su oído.

-No recuerdo de dónde te conozco- fue lo que ella creyó escuchar de sus labios, mientras un aroma cítrico le llenó los sentidos. Se sintió confundida cuando Miguel caminó de prisa y se perdió entre los alumnos.

Roman la observó intrigado mientras caminaron por el pasillo para separarse finalmente en sus diferentes aulas.

Sin miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora