Not perfect

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Bajó las escaleras eufórica y alegre. Luis la observaba debajo y no tardó en decirle lo bonita que se veía y cuánto se estaba pareciendo a su madre. Era verdaderamente un cumplido para ella, ya que no había mujer más elegante y más hermosa desde su perspectiva.

Estuvieron riendo mientras desayunaban tostadas francesas hasta que su padre bajó. Cada uno habló un poco de lo bien que les sentaba la presencia de Florencia en sus vidas. A Rebeca le parecía increíble haber estado tan frustrada tan solo hace algunas horas, y ahora tener la certeza de que su vida iba a ser diferente. No había dormido muy bien pensando qué sería ahora de la rota relación que había mantenido con su madre, pero recordaba sus caricias y no podía sino confiar en que de ahora en adelante iba a mantenerse dentro de su vida de una u otra manera.

La mañana estaba lluviosa y su primo se ofreció a llevarla. Eran épocas de lluvias intensas, por lo que solían prepararse con algún impermeable. Rebeca usó sus botas y dejó su cabello suelto para cubrirse bien con el gorro. Tuvieron que esperar algunos minutos en la larga fila de carros que dejaban a sus ocupantes en la entrada. Hace mucho tiempo Becca no se sentía tan entusiasmada por llegar al instituto con nuevos ánimos y una gran novedad en su vida.

Al bajar del carro de Luis, Rebeca vio de lejos a Miguel platicando con una de las porristas del instituto, una chica bastante guapa. Le hirvió la sangre al ver que no les importaba nada mojarse, pero más por verlos de lo más risueños, así que decidió seguir su camino y pasarlos de largo, como si no los hubiera visto. No había cruzado la entrada cuando las manos de Miguel la detuvieron delicadamente por los hombros y le bajaron el gorro.

- Te estaba esperando- dijo él sonriente. Los jugadores del equipo de futbol lo saludaban chocando puños.

- Sí, me di cuenta. Te veías muy desesperado buscándome- respondió Rebeca desafiándolo con la mirada.

- Mueres de celos mi enojona- reía mientras le acariciaba el cabello.

- Eso quisieras- dijo ella y siguió caminando dejándolo pasos atrás.

Él sonrió, la jaló de un brazo y le dijo unas palabras al oído.

- Le estuve contando a Liza que hay alguien por ahí que me trae loco- separó los labios de su oreja para mirarla. Rebeca pensó que jamás lo había visto más guapo con esa cara tan cínica.

- ¿Ah sí? Qué interesante Mike- dijo ella en tono irónico. -Me encantaría oír más pero habemos personas que sí venimos a estudiar, así que con permiso- dio media vuelta y entró rápidamente al Taller de escritura para ocultar la sonrisa que enmarcaba su rostro.

Las tres clases siguientes se esforzó mucho para mantenerse concentrada ya que cuando menos pensaba la presencia de su madre, las insinuaciones de Miguel y la extraña ausencia de su amiga Rosa le rondaban la cabeza. Esos mismos pensamientos le impidieron darse cuenta que Pablo estaba sonriéndole y sacando conversación de cualquier cosa, más de lo que comúnmente hacía.

La siguiente hora Rosa y ella compartían clase así que la esperó en el último asiento de atrás como siempre. Se inquietó al ver que ella se sentaba en otro lugar sin siquiera buscarla. El coraje que en algunos momentos de la vida surgía en su interior dio rienda suelta. Simplemente no entendía por qué se comportaba así, ahora que se moría por contarle que su madre estaba de vuelta. Decidió hacer el último intento por hablar con ella, así que la alcanzó en la salida a receso.

-¡Rosa! Tú tienes algo, estuve esperando que te sentaras conmigo.

-Pensé que estaba ocupado el lugar- dijo seria e indiferente.

Sin miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora