Valiente

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Habían seguido jugando un rato más pero nadie podía negar que la tensión podía tomarse del aire y guardarla en los bolsillos. Luis se estaba esforzando por aligerar la situación haciendo bromas y burlándose de su propio juego. En el fondo se estaba controlando porque sabía que a veces podía llegar a ser sobreprotector con Rebeca. Él reconocía que aunque ella mostrara ese carácter fuerte que la caracterizaba, en el fondo se sentía muy sola y ahora doblemente traicionada.

Salieron del billar y Miguel sugirió dejarlos en su casa. Becca sintió un nudo en el estómago, sentía coraje con Efraín y a la vez le había dolido que le hablara de ese modo. Le gustaba mucho Miguel y por otra parte tenía miedo de intentar algo de nuevo y salir lastimada. Ahora claro que creía en la posibilidad de que después de la escena que había armado Efraín simplemente él hubiera perdido el interés en ella.

Al llegar a casa Luis se bajó solo del carro ya que habían dejado primero a su amiga. Cuando Rebeca iba a despedirse y al mismo tiempo abría la puerta y bajaba un pie, Miguel la retuvo tomándola del brazo con suavidad.

-Quisiera hablar contigo- dijo él.

Becca simplemente no supo qué pensar. Se sentía aturdida, pero definitivamente no quería que él se fuera sin aclarar las cosas.

-Claro- dijo ella. Se acomodó la falda del vestido con las manos y se obligó a mirarlo a los ojos. Observó su cabello lacio, cómo caía hacia su frente en una forma tan natural.

-Aquel día que corrías en la pista de la escuela, pensé que eras la mujer más hermosa, loca y triste que había visto en mi vida- dijo viéndola con una honestidad avasalladora.

Ella sonrió con la comisura de sus labios.

- Tienes mucha razón en eso de loca y triste- dijo ella sonriendo con la mirada.

- Sabes, eres demasiado transparente. Creo que estás sufriendo por él. Desconozco por qué pero lo que más te duele es que ya se acabó.

Ella estaba callada sólo viéndolo. Suspiró profundamente.

-Es por eso que estoy aquí, esperando que el día que estés lista me cuentes aquello que te tiene así- dijo sonriendo, recargado en la parte interior de la puerta del carro.

- Gracias- dijo ella sonriendo.

- Becca, ¿está tu mamá en casa? Me gustaría saludarla.

El mundo entero enmudeció. Estuvo un tiempo sólo viendo hacia el frente sin decir nada.

- No está Miguel- dijo muy seria. -Me temo que no sea una buena historia para contar- dijo levantando las cejas y con una mirada profundamente triste.

- No hay buenas o malas historias Rebeca. Lo que nos toca vivir nos hace aprender, ser mejores personas.

- Ven- dijo ella mientras salía del carro. Caminaron sin prisa hacia un parque cercano y se sentaron en los columpios.

- Ella se fue a trabajar a Francia- dijo finalmente, después de haber estado meciéndose y viendo la luna. - Mi papá y ella se conocieron y se casaron allá. Ella estaba estudiando y él allá nació. Allá está la mitad de nuestra familia- dijo algo nostálgica.

- Mis papás los conocieron cuando vivían ya aquí. Hablé con ellos por Skype ayer y me contaron anécdotas de cenas y un viaje en el que convivieron. Mi mamá no hizo más que hablar de la bonita pareja que hacen - dijo él cautelosamente.

-Hacían- dijo ella.

El silencio imperó por unos minutos.

- Un día se fue para no volver Miguel. No me preguntes cómo ha podido no volver porque yo no lo puedo entender. Si lo que quieres saber es si me duele, trato de que ya no- dijo meciéndose más rápido cada vez.

- Lo siento Becca, debe ser muy difícil para ti todo esto.

- ¿Lo que nos toca vivir nos hace aprender no?- dijo ella sonriendo sarcásticamente.

-  ¿Y quién es el del billar Becca? ¿Por qué ya no están juntos? Porque me queda claro que sí lo estuvieron:

- Era mi novio, hasta hace dos semanas- dijo ella.

El columpio se detuvo. Se levantó y se paró cerca de él.

- Va a tener un hijo.

Becca respiró hondo y soltó el aire poco a poco. Era como si su corazón fuera el carro descompuesto de Luis. Le faltaba alguna pieza.

Caminaron juntos algunas cuadras. Él le platicó que no había sido fácil estar solo todo este tiempo y que en ocasiones había pensado en devolverse, pero se había quedado precisamente por su familia.

Frente a su casa Miguel le tomó una mano. Colocó la otra en su hombro, para después deslizarla por todo su brazo hasta alcanzar la otra. Ella sintió que se le erizaba la piel.

- No siempre se puede ser fuerte Rebeca- dijo él viéndola fijamente. - pero tú más que eso eres una persona valiente. Me siento ridículo quejándome de estar solo después de haber escuchado lo que has vivido y aún así tú brillas y no te rindes. Eres una persona admirable- dijo él.

Rebeca evitó su mirada por un momento. Estaba tratando de controlar sus nervios y creía haberse sonrojado.

- No siempre lo soy- dijo ella con una sonrisa tímida.

- Yo sólo sé que cada día me gustas más.

Miguel le dio un beso en la mejilla y luego las buenas noches. Se quedó recargado en su carro hasta asegurarse de que ella había entrado en casa.

Becca subió las escaleras con las piernas temblorosas y sintiendo ahora su corazón a mil por hora.

Sin miedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora