Capítulo 7: Entre el cielo y el suelo

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Los pasos llevaron a Ayna hasta la entrada de una pequeña iglesia cerca del parque, estaba escondida detrás de una masa de árboles que daban sombra a la puerta de roble. Se paró, al momento siguiente se encontró atravesando la entrada y entrando en la pequeña iglesia. No había más de cinco personas dentro y era más grande por dentro de lo que parecía al verla desde fuera. Hacía más de diez años que no entraba en una iglesia, su familia nunca había sido creyente y solo había acompañado a su abuela Magge a misa un par de veces. Aun así después de los hechos ocurridos recientemente había empezado a pensar que aquel hombre con el que había tratado, el hombre de los muchos nombres pudiera ser el verdadero diablo. Era una idea descabellada pero en todo caso posible, ella había perdido su voz y su madre se había curado y aquello era real. Y si así fuera, si ella había conocido al diablo, no había nada ilógico en pensar que también pudiera existir un dios y un cielo…

Entonces su teléfono sonó, alto y claro en el centro de la iglesia y las pocas personas que había en su interior se giraron para ver de dónde venía aquel ruido que rompía el silencio de la iglesia. Ayna lo cogió y salió rápidamente del recinto para escapar de las miradas acusadoras de la gente de dentro.

-¡Ayna! –dijo la voz conocida de Peter por el interfono -¿Dónde estás? Solo queda un cuarto de hora para que comience el concierto.

Ayna intentó contestarle y se dio cuenta de que nada salía de su boca, había actuado sin pensar, soltó un resoplido y colgó el teléfono. Envió un SMS a Peter diciéndole que iba para allá, que no se preocupara.

Llevaban todo el día preparando el concierto benéfico que se celebraba esa tarde en Central Park, los técnicos habían montado un escenario y la banda estaba acabando de montar todo el equipo de sonido para los instrumentos. Ayna se había escabullido del bullicio de gente en busca de algo de tranquilidad a su alrededor.  Aunque no lo pareciera, estaba muy nerviosa, era la primera vez que actuaba delante de un público tan grande, aquello no era nada parecido a lo que podía ser cantar los viernes por la noche en un bar, donde la gente no te hacía prácticamente caso, aquello era un concierto, lo que significaba que todo el mundo estaría mirándola y escuchando su música.

Llegó hasta el lugar donde se encontraba el escenario y Peter salió a su encuentro.

-Vamos Ayna ¿dónde de habías metido? ¡Tenemos que salir de aquí a muy poco! –Ayna asintió y siguió a Peter para reunirse con el resto del grupo.

En el concierto que celebraban aquella tarde habían invitado a tocar a tres grupos diferentes, el suyo era el último en salir al escenario. Tocarían solamente cinco canciones pero era el primer concierto de Ayna y estaba más nerviosa que nunca.

-Ya queda poco para que nos toque salir –dijo Peter. Ayna cada vez se sentía más nerviosa.

-¿Como lo han hecho los otros grupos? –Escribió Ayna a Peter.

-Bien, pero no mejor que nosotros –Respondió Peter –vas a hacerlo de maravilla. No tienes por qué estar nerviosa.

Ayna asintió pero aquello no la reconfortaba. Dentro de ella parecía que una bola daba golpes contra su estomago, el corazón le latía con fuerza y la cabeza le martilleaba. Sentía mucho calor aunque el sol no conseguía hacerse hueco entre las nubes que permanecían encima del parque. Se quitó la chaqueta tejana que llevaba encima y se acercó al lado del escenario donde la esperaban Peter y Andew, sus compañeros del grupo.  Llevaba puesto un vestido de color verde oscuro que le llegaba por encima de las rodillas y se le ceñía en la cintura. Se lo había dejado su madre ya que ella no tenía ningún vestido para el concierto, siempre se había encontrado más cómoda vistiendo con tejanos o alguna vez faldas. Su madre por lo contrario sí que los había llevado y ese en particular era uno de sus preferidos, siempre le decía que era el vestido con el que se iba a bailar cuando era joven. A ella ya no le iba bien y al probárselo Ayna había visto que le entraba de maravilla y se lo había regalado. A su madre le encantaba que su hija pudiera llevar la ropa de cuando era joven y aunque fueran vestidos un poco demodados a Ayna le sentaban de maravilla y le daban un estilo vintage que encajaba perfectamente con su forma de ser.

Solo recordar que su madre se encontraba entre el público le dio fuerzas para pensar que nada podía salir mal. Se miró de pies a cabeza y cuando levantó la vista vió que Andrew le hacía una seña para que se acercara.

-¿Preparada? –dijo –Ya nos toca. ¡Vamos a por todas! –dijo antes de salir al escenario –Ayna sonrió y subió las escaleras detrás de él.

Todos se colocaron en sus puestos. Esa primera canción la acompañaría Andrew con el piano así que ella solamente tendría que cantar, se acercó hasta el micrófono que había en el centro del escenario y se lo colocó a su medida.

Al alzar la vista se encontró con todo un mar de miradas dirigidas directamente hacia ella. La gente estaba sentada en la hierba delante del escenario. Algunos habían traído mantas para sentarse y había también manteles de picnic. Al fondo, había también gente de pie y todos, toda la gente, la miraban a ella, expectantes, esperando a que comenzara la función. Observó a todos los presentes, encontró a su madre sentada entre el público, estaba con los padres de Peter, más allá, a su derecha se encontraba Nathan y se sorprendió de ver a toda su familia con él. Le había dicho a Anya que iría a verla pero no podía ni imaginar que iba a traer a todos los Ross al parque con él.

Volvió a sentir el balón que daba golpes a su estomago, su corazón contra el pecho y la cabeza martilleando, pero al sentir las primeras notas del piano que daba inicio a la canción todo pareció desaparecer.  Todos sus nervios desaparecieron como mariposas que salían por su boca a la vez que los primeros versos de la canción que cantaba. Se sentía alguien diferente cuando cantaba. Ante sus ojos la gente la miraba sin moverse, sin soltar una sola palabra. Ante ella solo había ojos y oídos para ella, para una voz que salía del suelo y de la hierba y se alzaba hacia el cielo.

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