Dream House

Valiente

- Cuanto tiempo sin verte, Sabine Cheng

- No esperaba volver a verte, Gabriel Agreste

Entre los dos había una gran tensión de la que Tom Dupain quería meterse y echarlo de la casa, pero en vez de ello se quedó escuchando cerca. En verdad, no le gustaba ver a su mujer cerca de ese hombre, después de haber sabido todo.Quiso pasar, pero Sabine no iba a dejar tan fácilmente.

- No dejaré que toques a mi hija- a pesar de la gran diferencia de tamaño, la señora Cheng era madre ante todo, y no iba a dejar que absolutamente nadie la tocara- Ni a tu hijo. Ya lo se todo, y te prometo como madre que no le harás más daño a mi hija. 

- Entonces diles que me los den- exigió sin perder aquella recta postura, haciendo aparecer al señor Dupain, bastante enfadado, pero su mujer lo hizo parar con un solo gesto

- Que solo te animes a ver algo de tu hijo movido por la codicia dice mucho de la desaparición de tu mujer, Gabriel.-ambos hombres se sorprendieron por la rudeza de la pequeña mujer- No eres un buen padre, y lo sabes. Si de verdad crees que el poder de unos objetos puedes devolver un poco del daño que has causado. 

Si el hombre se retiro no fue por las duras palabras que la señora Cheng soltó sin anestesia alguna, era porque habían métodos mejores para hacer salir a aquellos dos. No podía decir que Ladybug o Marinette no iba a cumplir. Había sido su hijo o Chat Noir. Y eso una madre como ella podía intuirlo. Su esposo se sentía orgulloso de ella. Ante todo el ajetreo, sabían que no era el mejor momento para intentar hablar del momento, debían dejar (sobre todo al invitado) relajarse de todo aquello. Les preparo algo sencillo pero un postre realmente dulce.

- ¿De qué conocen a mi padre?- Ambos adultos soltaron una risilla nerviosa

- Fuimos compañeros de colegio, nada importante- aclaro el padre mientras se sentaba al lado de su mujer- Lo importante es decirte que te puedes quedar el tiempo que veas necesario, Adrien

- Solo tenemos que ver cuando es el mejor momento para ir a por él- dijo Marinette muy convencida- No podemos retrasar esto más. No creo que su kwami lo haga por gusto. 

Adrien se veía convencido de que era momento. No sentía remordimientos, solo una gran decepción por esa persona a la que sentía una gran obligación llamar padre. Incluso era más padre Tom Dupain con él que el mismo Gabriel Agreste. La cara de la madre no podía mentir, no le gustaba mucho la idea de ver como su hija partía a luchar contra el enemigo aunque fuera por un bien común, pero estaba orgullosa. Orgullosa de ver como su hija había crecido y madurado como una buena chica dispuesta a dar más de si, valiente a pesar de su ligera torpeza.