Kibbutz

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Ian hubiera sido un gran jefe, tenía todas las capacidades y cualidades para llevarnos más allá de un primer lugar.
Me dule la decisión que tomó, me dule en lo que se convirtió.

Pero como todo, había que seguir.

Era miércoles, 2:30 am y yo no podía conciliar el sueño. Estaba muy nerviosa, faltaban escasas 4 horas en las que yo me encontraría saliendo de mi casa para ir y arrivar el camión que me llevaría directo a Querétaro.
Todo estaba en mi maleta ya, no olvidaba nada, no podía hacerlo.

Justo cuando poco a poco empecé a quedarme dormida, un pequeño ruido, casi inaudible, me despertó.
Se trataba de un mensaje de texto, agarré mi celular y vi lo que me había llegado.

"¿Lista para mañana?"

Era Ángel, mi actual jefe de la tribu.

"Querrás decir AL RATO. Pero sí, ya estoy lista, ¿Tú?"

"Algo así, no sé a quién dejaré de jefe."

"Pues haz lo que te dicte tu corazón."

"Esas son mamadas jaja. Está Willy, es muy bueno, es mí mejor opción, pero egresa conmigo. Existe otra persona, pero aún es muy chica, pero es igual de capas que Willy."

"Inisito, haz lo que te dicte tu corazón. Buenas noches Ángel."

No estaba segura si Ángel se refería a mí, Willy ya tenía 16, yo aún 14, pero Ángel siempre me ha reconocido el duro trabajo que he hecho dentro de la tribu.
No estoy segura aún, me da miedo pensar en la decisión de Ángel, y más con lo que me acaba de decir.

Así que ahora además de llevar todo lo necesario, llevaría una preocupación. Pronto me quedé dormida, pero mi alarma sonó. Sentí que había dormido a penas unos 5 minutos.

Decidí no pensar en lo que pudiera pasar, abrí mi mente y me centré en que sería el mejor campamento dentro de mí vida en éxodo.

Mi mejor amiga Anabelle, iba en otro camión, pero a pesar de ello, no pudimos evitar hacer tonterías como mandarnos señas a través de los cristales. Eso de alguna manera era una señal de que todo iba a marchar bien. Con ella siempre todo marchaba bien.

Yo me senté con un amigo de mi tribu, se llama Charlie, y siempre nos hemos llevado muy bien, platicamos un buen rato, y luego se durmió.

Mi compañero de viaje se había dormido, yo hubiera deseado poder hacer lo mismo, pero no podía.
Me paré y caminé hasta un amigo, Alan me dijo que podía sentarme con él y Carlos. Estuve con ellos un buen rato riendo y echando relajo. Con ellos jamás me aburriría.
No recuerdo bien cuántas personas éramos, pero pasábamos de 3000. Una experiencia inolvidable, llena de actividad física, de penetración al alma y de encontrarme conmigo misma.

Querétaro es un lugar en donde podía ver las estrellas mejor que en Puebla, podía disfrutar de un clima caluroso y a pesar de que fueran las 7 de la noche, podía andar sin suéter.

Nuestra casa de campaña la colocamos en un lugar cerca de un corral de cabaras. Nunca dejaron de hacer ruido las condenadas.

Kibbutz era mi principio y mi final. Estaba empezando a dejar a una yo que fue mala, que cayó en las tentaciones, que temía a todo y todos, empezaba algo nuevo.

La casa de Anabelle no se encontraba tan lejos de la mía, era evidente que estaríamos juntas mucho tiempo. Y eso hicimos, siempre nos salíamos con la nuestra, por mucho que nos intentaran separar unas pulseras que denominaban a qué equipo pertenecías, siempre estuvimos juntas.

La verdad fue uno de los mejores campamentos en mí vida.
Pude reflexionar, pensar y actuar.
Justo cuando lo creí todo perdido, hubo algo que me sacó adelante.
Esperanza.
Me sentí querida una vez más, pero no por alguien físicamente, me sentí querida por mí misma.
Estaba siendo una nueva yo, todo estaba bien.

Willy por su parte, había sido nombrado jefe, ocupando el lugar de mí mejor amigo y el mío.
Pero está bien, todo está bien, yo seré la siguiente jefa.


No te arrepientas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora