Mi ritmo cardiaco aumentaba, anunciando que mi corazón abandonaría mi pecho pronto. Mis manos sudaban. El viento golpeaba con fuerza en nuestra dirección, combinando su sonido con el rugido del motor y mi estómago se encogía un poco más cada que alguna curva se acercaba y lo hacía moverse para equilibrar el peso. Mis brazos rodeaban su cintura, aferrándome a su cuerpo como si mi vida dependiera de ello. Lo hacía.
Las sensaciones tenían a mi mente completamente en blanco y en estado de alerta. Todo se oía y sentía mil veces más... y me encantaba. Tal vez tenía que ver con mi gusto por la velocidad (mismo que me había hecho acreedora a varias multas de tránsito en México) ó con mi gusto por el hombre que manejaba, pero mi fascinación por las motocicletas había aumentado; la combinación de adrenalina y libertad te hacía sentir vivo.
- ¿Cómo lo hice? -preguntó Alex, quitándose el casco y pasando una mano por su cabello- Es la primera vez que conduzco tan lejos
- ¡Fantástico! Aunque, bueno... Es la primera vez que subo a una moto así que no tengo con qué comparar en realidad -respondí imitando sus acciones, buscando la llave del departamento en mis jeans mientras mis latidos comenzaban a regularizarse- ¿Qué?
- ¿Cómo es que no dijiste nada? -pregunté examinando su rostro, el orgullo de haber conducido hasta Malibu comenzaba a ser remplazado por culpa. No le había preguntado sobre esto, simplemente había asumido. La forma en que había preguntado esta mañana por mi moto y la emoción en sus ojos me habían hecho pensar que lo había hecho antes.
- No habrías conducido igual. Habrías ido lento
- Y déjame adivinar, ir lento no es lo tuyo -solté, mientras una selección aleatoria de sus actos llegaba a mi mente para comprobarlo.
- Exacto -afirmó con una sonrisa traviesa subiendo las escaleras hasta el departamento. Me limité a ir tras ella, pensando seriamente en que parte de la gran condición en la que se encontraban sus atributos podía deberse a que no tomaba el elevador nunca y luego riendo ante lo mucho que mis pensamientos divagaban.
- ¿Segura que está? Tal vez salió -especulé un poco mientras ambos veíamos fijamente la blanca puerta después de tocar el timbre varias veces.
- No, creo. Está de vacaciones, es muy temprano para ella.
- Y para todos. Son las 8 de la mañana
- Deja de quejarte -pidió golpeando ligeramente mi pecho- No sé si sepas pero de eso se trata el desayuno, de alimentarte temprano en la mañana.
Esa era justo la palabra que había comenzado esto; desayuno. Elizabeth había despertado con poca ropa, una encantadora sonrisa y la idea de llevarnos a un lugar que según ella nos encantaría, haciendo especial énfasis en que se nos antojaría todo lo del menú con tan sólo leerlo.
- Ya te dije que lo único que se me antoja a estas horas está aquí conmigo y no tiene nada que ver con la comida -admití sin vergüenza muy cerca de su oído, tratando de usar la voz grave y el tono obscuro que venía perfeccionando de tiempo atrás. Su cuerpo se tensó de inmediato.
Aprecié su aroma unos segundos mientras mis manos iban a la parte trasera de su cintura. Había estado usando mi loción y transformado su olor en algo mucho mejor de lo que era, como si su piel tuviera el poder de mejorar lo que tocaba. ¿Funcionaría también conmigo?
- ¿Qué haces aquí? -preguntó la rubia al tiempo que abría la puerta, en cuestión de segundos fui empujado abruptamente y Elizabeth se separó de mí.
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La Escapista (Alex Turner fanfic)
FanfictionÉl era un maldito, peligroso y divertido juego, uno que odiaba. Uno que no podía negarme a jugar. Un reto que estaba dispuesta a cumplir. Quería que, en unos años cuando tuviese que pensar en quien más le había cambiado la vida mi recuerdo llegara a...