Margaritas

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La brisa de la carretera iba en mi contra, como si quisiera que entrara de nuevo al auto de Alexander de donde acababa de bajar y en donde acababa de decirme que dejara a su amigo en paz por que yo era un problema, uno del cual Miles no se podía cuidar.

La conversación se repetía en mi mente una y otra vez mientras caminaba lo más lejos posible de el Audi y de su insoportable conductor, escuché a Alex bajar del auto y aceleré el paso. No estaba yendo a ningún lugar en particular y desconocía por completo en dónde me encontraba pero pretendía llegar a casa por mi cuenta.

Las luces de un auto me sacaron de mis pensamientos y la idea vino a mi mente, el mercedes negro que venía traía encendida la luz del interior y pude ver un grupo de chicas riendo y cantando; mejor imposible. Corrí e hice una seña pidiendo en mi interior que el auto se detuviera y así fue, la ventanilla del copiloto se abrió y me acerqué.

- ¿A dónde vas? -me preguntó la rubia que manejaba.

- A Malibu

- Bien, sube -dijo y la puerta trasera se abrió, subí de inmediato y las chicas en el interior hicieron espacio para mi, la rubia reanudó la marcha y Alex corrió hacia el carro pero era demasiado tarde. La chica no se detuvo.

- ¿Una pelea? -preguntó asumiendo que Alex era mi novio. Todas me miraban expectantes.

- Si, no quiero verlo - respondí sin dar muchas explicaciones - gracias por llevarme, chicas.

- No te preocupes, todas hemos estado en una situación parecida.

Después de 30min de charla resultó que todas iban a una fiesta en West Hollywood y que el novio de Megan (la rubia conductora) era cantante de una banda medianamente popular. Suficiente de músicos por hoy. Llegamos a Malibú y gracias a la amena plática las chicas decidieron hacerme el favor completo y dejarme fuera de los departamentos, Megan me dió su tarjeta, me despedí y dí la gracias para luego verlas partir.

El apartamento lucía tan quieto y en paz que me preguntaba qué diría si le contara de todo lo sucedido esta noche. Dejé todo en la mesa y me cambié para dormir, los pies me estaban matando y mi cuerpo pedía a gritos algún líquido que no contuviera alcohol, fui a la cocina por una botella de agua y sentí mi cuerpo regresar a la vida en cuando la primera gota tocó mis labios. De pronto el timbre del departamento sonó y me congelé en donde estaba.

Dos, tres, cuatro, siete veces.

Llegué caminando de puntas a la puerta y miré por el picaporte. Alex Turner estaba del otro lado, pero sin importar lo que tuviera que decirme no abriría, ya había dicho bastante por hoy. Tenía toda intención de dejarlo tocar el timbre cuantas veces quisiera hasta que se convenciera de que aún no llegaba y se marchara pero luego lo vi tomar su celular y antes de que pudiera reaccionar mi teléfono sonaba desde la mesa de centro. Ahora sabía que estaba en casa. Me había atrapado. Respiré hondo.

- ¿Qué quieres? ¿Te puedo ayudar en algo? -pregunté al abrir la puerta, un Alex recién peinado y con chaqueta puesta me devolvió la mirada no sin antes pasar por mi ropa para dormir.

- ¿Por qué te fuiste así? Te pudo haber pasado algo ni siquiera conocías... -comenzó con un regaño digno de cualquier madre de un adolescente rebelde.

- Por si no te diste cuenta te estabas poniendo un poco pesado y no tenía intención de aguantarte -interrumpí su impecable discurso con desdén - Aceptaré tus disculpas si a eso vienes.

Una sonrisa escapó de sus labios breves instantes antes de que la contuviera, luego dió un paso y entró al departamento sin preguntar.

- ¿Quién es "James"? El tipo con el que te estabas... -comenzó pero luego dejó la frase al aire, incompleta, como si terminarla le costara trabajo ó lo incomodara de sobremanera.

- Eso no te importa -corté de inmediato pero por alguna extraña razón terminé respondiendo de todas formas - Es el mejor amigo de Amy.

- Entonces ¿lo conoces?

Todo comenzaba a tener más sentido ahora.

- ¡Claro que lo conozco! No dejaría que un completo desconocido me abordara y me besara. Alex, ya te dije que no soy así.

- A mi me dejaste

- No te dejé y lo sabes

Alex me miró por unos segundos dubitativo, algo en toda esta situación mantenía su cerebro trabajando, podía ver los engranes moverse a través de su mirada mientras todo él parecía estar ausente aún estando frente a mí. Algo pareció hacer click.

- Escucha, olvida todo lo que dije ¿puedes? Mi enojo estaba completamente mal dirigido... -sonaba nervioso, como si estuviera tratando de evitar algo que lo molestaba bastante- ... Tuve una pelea con Arielle y bueno... Por eso se fueron todos. Terminamos. Buscarte me puso peor de lo que estaba porque quería irme rápido y...

Oh.
Eso si no me lo esperaba.
Era increíble que hubiesen terminado cuando sus demostraciones de cariño minutos antes me habían incomodado al punto de tener que irme de ahí. Ahora comenzaba a sentirme un poco mal por haberle dado tanta batalla al maldito guapo éste cuando había tenido una noche tan difícil. Mi enojo se evaporó en el aire.

- Lo siento Al -me apresuré a decir antes de que tratara de terminar lo que estaba diciendo, no quería escuchar más y apuesto a que él tampoco quería explicar más.

- ¿sabes que el que debería de disculparse soy yo, no? En serio, lo lamento. Soy un idiota.

- Vaya, en algo estamos de acuerdo -dije y Al puso los ojos en blanco- está bien, disculpa aceptada. Pero vas a tener que recompensarme después -dije tratando de sonar seria.

- De hecho -dijo levantando el brazo derecho con el que sostenía dos bolsas de plástico que había dejado en el piso y que gracias a mi enojo habían pasado desapercibidas- ya pensé en algo, ¿tienes limón?

- Debe haber en algún lugar de aquí ¿que tienes en mente?

- Margaritas

- ¿Estas tratando de comprarme con eso, Alex?

- Y de alimentarte también -dijo y me mostró el contenido de la bolsa número 2.

- Odio que te funcione.

La Escapista (Alex Turner fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora