S&S. Hilos desgarrados. Capítulo 17.

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TREZ

Me dejo caer frente a Seth mientras veo como las lágrimas de Iam caen y sólo entonces soy consciente de que las mías también ruedan por mi rostro. La imagen borrosa de mi hermano inconsciente tendido sobre el suelo del salón en posición fetal cuelga en mi retina, parpadeo una y otra vez enfocando siempre en el mismo punto, sobre mi hermano.

Demasiadas emociones para una sola noche. Mi mente no parece funcionar como es debido, solo se centra en los detalles insignificantes de lo que me rodea, en vez de en lo primordial aquí. Es el olor picante de las lágrimas de Iam junto con el apagado aroma amaderado que proveniente del cuerpo inconsciente de Seth lo que me tiene encajado en el sitio, percibo como se mezclan con otro más perturbador que, aunque tenue, golpea todos mis sentidos. El de su sangre.

— ¿Ya es de día? —Pregunto con voz enronquecida a pesar de la claridad que empieza a iluminar tenuemente el salón.

—Está sangrando. —Apunta Iam como si el aroma no fuera ya un claro indicativo, dejándome bien claro que ni siquiera me ha escuchado hablar.

Su voz suena aturdida y estrangulada y tiene la mirada tan perdida como debe lucir la mía. Ambos nos volvemos a centrar en nuestro hermano pequeño que permanece tumbado en el frío suelo. Perdidos en el silencio. Viendo como caen sobre él los primeros rayos de la aurora que comienza a iluminar su añorado rostro.

Contemplarlo es lo más aterrador que he experimentado, porque verlo hace que mi corazón se precipite en cada latido lleno de esperanza, golpeándome el pecho e infectándome de ella. Está aquí y, como si no me fiara de lo que ven mis ojos, lo compruebo alargando una temblorosa mano para tocarle, cerciorándome de que es real, sintiéndolo frío entre mis dedos, agarrotado al tacto.

Rozo su mente un instante encontrándome con su consciencia dormida y es entonces cuando sé que está de vuelta, que no me he vuelto loco y que no es una puta paranoia o un producto de mi imaginación.

De repente un aullido de dolor resuena en medio del silencio justo a mi espalda y un leve aroma a chamusquina se precipita en el salón. Salto del lugar sintiendo el corazón en la boca al darme cuenta de que ese alarido solo puede provenir de una persona. De una en particular que tiene una relación muy peliaguda con el astro rey. El jodido sol.

De un certero empujón aparto a Phury de la luz empujándolo a la protección del oscuro pasillo, ver el rastro de humo negro que nos acompaña en nuestra retirada me hace proferir un juramento. El olor a carne quemada, aunque sea leve, provoca que mis encías se estremezcan conteniendo el impulso de extender los colmillos y desmembrar algo, cualquier cosa... Sobretodo al que haya provocado la casi repentina incineración de mi vampiro.

Porque si de algo estoy al cien por cien seguro es que si Phury se ha expuesto de esa jodida manera es sin duda alguna por mi puta causa. Soy el culpable. Y ser consciente de ello no me apacigua lo más mínimo, solo empeora la situación todavía más.

— ¿Te has vuelto loco? —Grito liberando mi frustración en él mientras lo llevo de vuelta hacia la seguridad del dormitorio. Siento su perplejidad y su asombro mientras fija sus ojos abiertos de par en par llenos de confusión en los míos.

Le lanzo a Iam la orden mental de que baje todas las jodidas persianas mientras fulmino al vampiro con la mirada. La imprudencia que ha cometido al salir de esa manera para ir en mi busca me sigue manteniendo tan furioso como el mismo infierno y a la vez tan helado como un puñetero iceberg, haciendo que despierte en ese instante a la jodida realidad.

Un día menos, un jodido día menos...

Me obligo a centrar mi mirada en las yagas que cubren su piel, las quemaduras son una clara evidencia de todo el mal que puedo llegar a causarle y un recordatorio del que aún está por llegar.

Sangre y Sombra. Por S.S. Sprengler y Ehlena Dark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora