CAMPO DE BATALLA

EL FINAL DE MI ADOLESCENCIA

Es casi la 1 de la madrugada en España. Hace tiempo que no escribo nada. Os he abandonado como una estrella, que tras su muerte, abandona al universo en su propia oscuridad.

Soy joven, pero me hago viejo si empiezo a contar los días que faltan para mis 18. Es estresante lo simple que es la vida, el cumplir años; las palabras más amargas que apagan mi mirada y hacen que mi sonrisa, desolada por el llanto, deje de tener un blanco alegre para obtener un blanco amargo.

Tengo por costumbre hacer comparaciones imposibles pero no inciertas del todo, ya que mi madre me hizo creer en mí y yo solo he creído y creo en ella, bella rosa que con sus pétalos violetas me hipnotiza; pues me dio a conocer que nada es imposible si te propones llegar a una cima. "Pero tío, la única mujer que vale la pena es tu madre", digo yo entre sollozos cuando una mujer me saca la vida al dejarme después de tratarme mal, engañarme e incluso pegarme.

Mi madre comenta que soy un vago, la pereza es mi especialidad de la casa a la hora de crear dolor y amargura entre personas que en verdad me aman. Comenta, casi toda mi familia, que yo soy la oveja negra, será porque he sido el único capaz de crear una bella existencia en esta tierra.

"Valórate", una palabra formada por ocho letras demasiado sencilla de decir y pedir, pero que me cuesta el infinito poder cumplir si ella no está conmigo para poder hacerla feliz. Necesito de sus abrazos, cual niño pequeño necesita un beso en la frente de su madre antes de cerrar los ojos y ponerse a dormir, necesito, pues, sentir sus besos, esos que me hacen apagar la vista y pensar que aún queda esperanza para poder llegar a conquistarla.

Voy para 18 años, ella tiene 22. Su piel refleja todos mis sueños al igual que su persona crea en mí una extraña sensación. Una fuerza interrumpida por una palabra, por una persona, por una hora, por un día, por un simple dejarme en visto; una fuerza interrumpida por un momento en el espacio-tiempo donde creé mi paraíso para vivir y seguir siendo feliz aún que ella no esté conmigo.

Es sencillo, no llegaré a los 18, antes me suicido lanzándome desde el puente de su mente, donde ella dice no quererme, hasta los lagos de sus ojos, donde ya no es la primera vez que mis sentimientos, intentando nadar para salir ilesos, se ahogan en ellos. Me suicidaré en esos ojos que sí dicen quererme aunque ella lo niegue rotundamente.

Soy joven, demasiado para poder escribir esto. Una fuerza interrumpida por una alarma que me hace abrir los ojos, por un sonido en la cocina, por mi respiración... Una fuerza interrumpida por la noche y por el día, y es ahí donde se acaba el amor. Por eso yo he creado tal paraíso donde su pelo es mi madre tierra, sus ojos los ríos, mares y lagos que habitan mi planeta, su sonrisa mi felicidad, su nariz mi respiro de aliento. Obtengo de sus manos mi alimento, de cuando en sueños me acaricia porque es fácil y gratis soñar despierto. He creado en sus pechos mi almohada, donde gracias al latido de su corazón puedo descansar y dormir tranquilo. Sus piernas son los caminos por los que paseo día tras día, y es que he creado con ella mi rutina. La apología de lo cotidiano descansa en su frente, en sus oídos escribo versos, estrofas, textos... Hago arte entre paralelismos intocables. Y yo he creado tal paraíso para que mi amor jamás se acabe.

Y así, sin darse cuenta nadie, he comenzado a vivir en ella, haciendo de mí ese motor y esa droga de la cual ella vive, y así, inconsciente de tal maravilla, ella ya no puede vivir sin mí y yo ya no puedo vivir sin ella. He creado historias con mis contextos en su alma, pero moriré antes de los 18 teniendo una vida eterna gracias a su mirada, sabiendo que no son mariposas lo que se siente en el estómago cuando el amor es verdadero, abriendo mentes a personas maduras y enamoradas. Moriré sabiendo que forjé su nombre con hierro en mi alma, que morirá mi adolescencia adorándola pero que mi juventud, ya eterna, siempre seguirá amándola. He creado una nueva era en este planeta; mi era, su era, vuestra era... Mi vida se llama Nerea.

Soy joven, demasiado para poder describir esto, tanto que os acabo de hacer un resumen de lo que en verdad es estar enamorado. De lo complejo que es el amor verdadero.