4.

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—Claro que no me molesta en lo absoluto, deja pasar a la señorita -me mira con curiosidad y me sonríe con una de esas sonrisas ladeadas que transpiran sensualidad -es mi invitada especial, de hecho.

—Señor, ¿está seguro? Ya sabe lo que dicen las reglas, es por su seguridad, ya sabe –le pregunta el guardia preocupado.

—No te preocupes, yo la conozco muy bien -miente -no creo que sea capaz de hacerme daño -y me guiña un ojo —tomo la responsabilidad.

—Está bien -sentencia el guardia y me deja pasar.

Me quedo ahí pasmada, tratando de analizar lo que acababa de pasar y lo que  él acababa de hacer por mí. Es demasiado guapo que no hago otra cosa que mirarlo fijamente como una estúpida.

—Pasa cariño -me dice— ¿o piensas quedarte parada ahí después de lo que te costó convencer a Julián? -señala con la vista al guardia.

No contesto nada, no puedo articular palabra. No puedo creer hasta donde he llegado por un impulso. Entro al camerino, todo muy bien arreglado y con su olor, uno delicioso.

—¿Y bien? -pregunta.

Volteo y lo veo sonriendo, no sé por qué carajos, pero estoy roja como un tomate.

—Disculpa, no sé que estoy haciendo aquí, no sé que me ha pasado -contesto apenada realmente.

El lanza una carcajada sexy, como si supiera dominar la situación al máximo.

—Pues yo sí sé -me dice insinuante y yo levanto la vista para observarlo —te vi durante todo el concierto, y lo que vi en tus ojos es algo poco común, un fuego demasiado alterado que te quema por dentro y alguien necesita apagarlo, es por eso que viniste, ¿cierto?

Era cierto, ¿QUÉ CARAJOS? Pero no iba a contestarle: ¡Sí! Claro, vine porque quiero que me folles.

—Tranquila, desde que te vi me encantaste, eres demasiado bella -me dice acercándose a mí y me abraza con sensualidad.
Pega su frente con la mía sonriendo y mordiéndose el labio inferior.

No pude aguantar más y pensé que era cierto, no había pasado por tanto como para ahora largarme, vine por algo y me voy a ir con eso.

Lo abracé de vuelta y rodeé su cuello con mis brazos y lo besé, apasionadamente, presionando su cabeza con mis manos para que no pudiera quitar sus labios de los míos. Siento su sonrisa sensual entre el beso.

—¡Fóllame! -le pido agitada y el suelta una pequeña risa, cerrando los ojos y moviendo su cabeza como diciendo no, pero entonces levanta la mirada y puedo ver el deseo en sus ojos.

Me toma de la cintura y me sube a su peinador, tumba todo y me sienta. El beso se intensifica y puedo escuchar pequeños gemidos salir de su boca.

Me arranca (literalmente) la blusa que llevaba, y empieza a desabrocharme el sujetador, cuando por fin lo hace. Se retira y me observa. Acto seguido, besa mis senos y los mordisquea suavemente y me excita tanto la necesidad con lo que lo hace que empiezo a soltar gemidos.
Se quita la chaqueta sin despegar sus labios de los míos, y vuelve sus manos a mi cintura.

Yo bajo mis manos hasta su ya erecto pene, que me sorprende porque es un bulto demasiado grande y sólo de sentirlo me mojé más. Él suelta un gemido fuerte al sentir mi tacto.
Le bajo el pantalón con impaciencia y siento cómo él me aprieta más a su cuerpo. Rey ya estaba sin camisa y me encantaba sentir su pecho desnudo tan cerca del mío.
Al bajar su bóxer, su pene salió liberado de un salto y me extasié al ver lo grande y grueso que era. El chico me veía como cuando quieres presumirle a tus amigos un trofeo que has ganado.
Mi primer impulso fue arrodillarme y meterme su pene a la boca.
Al entrar en mi desesperada boca se endureció más y me encantaba sentirlo, que empecé a mamárselo demasiado rápido. 

Atrapada en una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora