16.

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—¡Pamelaaaaaa! -escucho un grito, es mi madre.

Bajo corriendo las escaleras.

—Te quiero, nos vemos más al rato -le doy un beso en la mejilla.

—Ey, espera, ven -me llama justo al momento que me vuelvo.

—¿Qué sucede? -contesto con prisa en la voz

Sonríe y me quita una mancha de labial que se había pasado de mis labios, debido a mis manos nerviosas.

—Ya está -y me sonríe de nuevo —con cuidado.

—Gracias -le digo nerviosa

*Voy casi corriendo hacia la puerta y la abro*

Veo su rostro hermoso y alcanzo a notar que se sorprende, por sus ojos hermosos, y su perfecta sonrisa.

—Hola -le digo nerviosa.

—Hola -me contesta —temía que me equivocase de casa o que me hubieras dado la dirección incorrecta, pero afortunadamente saliste tú -ríe por lo bajo.

Yo solo me limito a sonreír como idiota.

Unas noches antes me había llamado para decirme que su amigo se graduaría de la universidad, y que lo había invitado al baile para que estuviera en su mesa, y le había dado la opción de llevar a alguien con él. Gillian me dijo que sería buena idea tener a alguien con quien bailar, así que se preguntaba si quiera ir con él.

Miró mi vestido rojo pegado al cuerpo, poco arriba de la rodilla (no era rabón esta vez), de un tirante grueso. Y siguió por mis piernas hasta mis zapatos negros de tacón con una cintilla en el tobillo, y volvió de reversa desde mis pies hasta mi cara iluminada por la emoción de tenerlo allí cerca. Mi pelo negro era un poco esponjado, a propósito, claro, no creerán que no me arreglaría el cabello en mi primer cita con Gillian. Y luego paro en mi cara para inspeccionar mis ojos con sombras oscuras y pestañas largas, y entonces estacionó su mirada en mis labios rojos.

—Decente -me dijo a modo de broma.

—Como debe ser -le contesto y sonríe.

—¿Vamos? -me pregunta extendiendo su mano hacia la puerta del caro.

—Vamos -le digo y me abre la puerta del carro.

La única manera por la que me doy cuenta que no estoy soñando, es porque si fuera un sueño, en estos momentos ya estaría en mi cama.

Íbamos escuchando música muy alto y él empezó a cantar para romper el hielo, la verdad es que no se le da muy bien eso de cantar. Yo al principio sólo reía pero después de un rato empecé a seguirle el juego. 

Después de aproximadamente 30 minutos llegamos al salón donde sería la fiesta de graduación del amigo de Gillian, que según sé, se llama Sebastián.

Entramos al edificio y después de recorrer aproximadamente 10 metros entre los graduados, nos encontramos a Sebastián. Dejé que se saludaran, yo esperando atrás. Entonces sólo sentí la mirada de Gillian y su amigo, y vi como Gillian me hacía con la mirada y la cabeza una seña para que me acercara, lo cual hice.

—Hola, felicidades -le digo al amigo de Gillian.

—Gracias -me dice Sebastián sonriendo.

Y yo sólo asiento sonriendo.

—Ella es Pamela, una amiga de la universidad -dice Gillian.

—Mucho gusto Pamela.

—Igualmente -le respondo.

—Gracias por venir hermano, de verdad aprecio que me puedas acompañar esta noche -dice Sebastián y acto seguido abraza a Gillian y se dicen cosas al oído que no puedo escuchar, y la verdad es que no me entrometo, porque seguro son cosas de amigos fieles.

Veo que Gillian y Sebastián se separan y ahora Gill viene hacia mí.

—Deberíamos sentarnos, ¿no crees? -me pregunta.

—Claro -le contesto.

Estuvimos sentados en la mesa hablando sobre como era que Sebastián y el se conocían desde hace ya tiempo, sus anécdotas, como es que se hicieron amigos, que carrera era de la cual se graduaba y muchas cosas más. Pasó la hora de la cena, hicimos el brindis por los graduados en cada mesa. 

Rato después Gillian me preguntó si quería bailar, a lo que yo le contesté que sí.

Fuimos a la pista y estábamos bailando alocadamente en la pista, al ritmo de la música que había. Pero mi sorpresa fue cuando esta música para jóvenes se paró, y empezó una mucho más  relajada, de esas que bailan en las películas, obviamente el no querría bailarla. Inconscientemente emprendí camino hacia la mesa, cuando siento que alguien me agarra del brazo. Gillian, claro.

—¡A dónde vas? -ríe.

—A sentarme -le digo confundida.

—Pero te invité para no bailar solo -sonríe — no me dejarás ahora plantado en la pista, ¿o sí? -dice sonriendo, no entiendo porque siempre está feliz.

—No, claro que no -contesto como en ensueño, como si sólo siguiera el sonido de su voz.

Entonces me acerca a él y empezamos a bailar una canción hermosa, hasta que llegó el punto en que estábamos más cerca de lo normal y nos miramos fijamente a los ojos, como cuando haces justo antes de besar a alguien. Yo tenía mis manos en sus hombros y el en mi cintura y sólo nos veíamos y sonreíamos.

A estas alturas yo ya no sabía que hacer, porque sabía que si lo besaba no iba a poder controlarme y no quería que el pensara lo peor de mí, en la primera cita, no él. Me alejé bruscamente.

—Voy al tocador -le dije.

Sólo asintió confundido y apenado.

Llegué y entré al tocador que estaba vacío, puesto que todas estaban bailando allá afuera con sus parejas.

Recargué mi cabeza en la puerta y mordiéndome el labio pensaba en que no podía contenerme, que esta era la primera vez que sentía algo así y que la vida me estaba dando la oportunidad de estar con el hombre de mis sueños. Pero había un dilema muy grande en mi mente, una batalla en mi interior. Me quedé aproximadamente cinco minutos analizando la situación. Hasta que decidí salir sin pensar nada más.

Cuando salí del baño lo encontré afuera, en el corredor, supongo que se dio cuenta de mi incomodidad.

—Oye, disculpa. No fue mi intención desincomo... -no lo dejé terminar, porque tomé aire y lo besé.

Lo besé con todas esas ganas retenidas que tenía desde hace mucho tiempo, con esa ilusión que sólo el podía alimentar.

Después de un momento nos separamos y los dos reímos, después de que él me mirara sorprendido.

Regresamos a la pista y bailamos hasta cansarnos. Y hasta que la fiesta acabara.

El trayecto a casa fue tierno, sólo música, el aire por nuestras caras, la carretera de noche y las miradas y sonrisas tímidas ocasionales.

—Fue muy divertido -digo- nos vemos luego por allí.

Sé que es muy frío de mi parte, pero estaba en shock aún no entendía lo que acababa de pasar, y aparte, era lo que yo sabía hacer, no soy afectiva y las personas que están conmigo saben que sólo es una noche.

Le sonrío y me bajo del carro. Cierro la puerta de su carro sin saber como despedirme más que con un adiós y me marcho hacia la puerta con las llaves en la bolsa.

Gillian sonríe al ver que abrí la puerta, volteo a verlo por última vez y cuando estoy por entrar a la casa Gillian:

—¡Hey! -me grita desde dentro del carro -Gracias -me dice tiernamente con una sonrisa en su rostro.

-Yo sólo asiento sin borrar mi sonrisa y me meto a la casa.

Después de esto, escucho el carro de Gillian irse alejando.

Atrapada en una NinfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora