~27~

6.1K 502 155
                                    

Rin - ya ya - rió mientras se quitaba de encima - la verdad es que quiero divertirme mucho contigo antes del festival de sakura.

Len - no me digas - bufé un poco sarcástico, me senté y coloqué una mano en mi cabeza.

Rin - ¡es la verdad!

Len - Exclamó y al parecer, sin pensarlo dos veces, se lanzó nuevamente hacia mí, esta vez para darme un fuerte abrazo. Hice una mueca de disgusto por instinto, sintiendo tanta vergüenza como incomodidad.

 Hice una mueca de disgusto por instinto, sintiendo tanta vergüenza como incomodidad

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Len - ¡Rin! ¡Hey!

Rin - ¡anda! ¡será divertido! - me soltó por fin - me pediste que te enseñara a divertirte, ¿cierto?

Len - ciertamente.

Di un pesado suspiro, la miré fijamente notando una chispa en sus ojos que radiaba de felicidad, y me levanté sacudiendo mi ropa.

Len - ¿qué tienes planeado para hoy?

Rin - ¡cocinar!

Una de mis cejas se arqueó, aún así le ofrecí mi mano para ayudarla a ponerse de pie. Ella se sonrojó levemente y accedió.

Horas después...

Íbamos caminando a un paso considerable, sin emitir sonido alguno y sin dirigirnos la mirada. Rin se notaba algo nerviosa, seguramente trata de ocultarlo, pero es tarde, me di cuenta incluso desde antes de salir de casa. Minutos después, Rin se detuvo frente a una pastelería, imité su acción y la miré de reojo.

Len - creí que cocinaríamos.

Rin - así es, un pastel, ¡ven!

Rin tomó mi mano, y sin previo aviso, me jaló dentro de la pastelería hasta llegar al mostrador - por poco y tropiezo, ¿qué le sucede? -.

- buenas tardes señorita Rin, mi jefe la espera ahí dentro - dijo señalando con su pulgar una puerta detrás de ella con un cartel que decía "sólo personal autorizado".

Seguí los firmes pasos de Rin, hasta entrar a aquel lugar, donde, al parecer, era la cocina, donde todos estaban apresurados haciendo toda clase de pasteles y uno que otro postre. En medio de toda esa gente acelerada nos encontramos con un señor, quien tenía pinta de ser el jefe de todo esto.

- ¡rin!

Rin - ¡tío Takeshi!

Los dos se dieron un fuerte abrazo entre carcajadas - ya entiendo - pensé para mí mismo. Yo, por mi parte, seguía con una mirada fría, observando a todos en la pastelería sin hacer ruido alguno. Cuando ellos finalizaron su abrazo, el enorme señor que tan robusto estaba me miró atentamente, como si me estuviese examinando o algo así, después de unos segundos, me mostró una enorme sonrisa detrás de aquel voluminoso bigote y volteó a ver a Rin.

Mi querido mayordomo...*rinxlen*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora