Cap. I. La Leyenda de las Sirenas.

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Nada había cambiado en todas aquellas décadas que tenia vividas, unas cuantas cosas, las personas y hasta la civilización, pero él seguía siendo el mismo, su rostro, su voz , su mirada y su maldición, era aquella maldición lo que había arruinado su muerte hace algunas décadas, era aquella maldición lo que le mantenía unido a esta vida.

"Debería dejar de hacer esto..." Pensó un pelinegro alzando su mirada, estaba acostumbrado a estar solo, pero aquella bestia no se decidía a dejarlo en paz.

-Intentabas dejarme atrás otra vez- Se quejo un chico rubio, su rostro tenia las características de su raza, unas marcas que parecían bigotes en sus mejillas, sus ojos azules que al momento de desbocar su poder se volvían rojos y sus orejas algo puntiagudas, a simple vista parecería un humano ordinario.

-Tu comes demasiado- Dijo tranquilamente el pelinegro, a diferencia del rubio este no poseía orejas puntiagudas, pero en sus ojos se apreciaba un carmesí sangriento, ambos estaban vestidos con kimonos masculinos el rubio llevaba una especie de espada corta y el pelinegro dos espadas largas.

-Al final te encontré...- Se burlo el rubio viendo como el pelinegro se ponía de pie. –Ne Sasuke esta aldea no me gusto para nada, muchos humanos estaban extraños- Agrego empezando a caminar junto al pelinegro.

-Es porque son humanos...- Dijo casi en un murmullo sereno. –Nosotros somos diferentes...- Completo con algo de firmeza.

-Podría decirse que si, aunque lo escondemos muy bien...- Dijo sonriendo el rubio. –Que crees que haya pasado con...-

-Ni la menciones...- Corto el pelinegro viendo como el rubio suspiraba. –Tenerla cerca es bastante estresante...-

-Cambiando el tema...- Dijo el rubio haciendo que Sasuke gruñera, haciéndolo reír. –Que se supone que haremos ahora?-

-Seguir como hasta ahora...- Dijo fríamente el pelinegro deteniendo su marcha. –Estamos cerca de su bosque-

-Lo sé... Por eso pensé en ella...- Dijo sonriente el rubio. –En estos años debió haber cambiado un poco no crees?-

-Lo dudo...- Murmuro el pelinegro cruzándose de brazos. –Demo... Por ahí debemos continuar-

-Así estará bien- El rubio sonrió triunfante, colocándose ambas manos en la nuca en señal de cansancio.

-Nunca cambiaras dobe- Dijo el pelinegro sonriendo de lado al notar la molestia que causo en el chico.

-Urusei...- Grito el rubio empujando al pelinegro. –De no haber sido por mí, estarías vagando solo y aburrido por Japón...-

-Crees que no me sentiría bien así?- Reto el pelinegro recibiendo un gruñido como respuesta. –Demo... Sigues aquí...-

-Muy en el fondo no podrías estar sin mi- Dijo el rubio sonriendo y aumentando un poco la velocidad para evitar ser vistos por los aldeanos transeúntes.

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La brisa hizo bailar su largo cabello, recordándole lo vacía y sola que se encontraba, suspiro pesadamente sin importarle estar rodeada de otras criaturas.

-Que te sucede ahora- Sonó la melodiosa voz de una castaña. –No pareces muy feliz-

-Supongo que sigo frustrada- Dijo por lo debajo la chica. –Crees que nos dejaran salir de estos límites alguna vez?-

-Sabes lo que tu otosan piensa sobre dejar el lago- Dijo la chica entrando al agua. –Además con el mar a tus espaldas porque siempre vez hacia ese horizonte tan seco-

La Maldición de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora