Cap. VIII. Nueva Casualidad, Una emboscada.

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Suspiro, el clima cambiaba nuevamente, le parecía tan vano todo aquello, había aprendido a soportar la presencia del ahora gigantesco dragón y las frecuentes visitas de la chica Yuki que los ayudaba cuando estaban heridos, aunque siempre los dejaba dormidos.

-Que piensas?- Dijo el rubio terminando de empacar, su amigo había estado mas pensativo que nunca esos últimos días. –Teme!- Llamo todavía sin obtener respuesta.

"Se supone que debo entender que está bien? Y quien rayos me dirá de que es ese collar" Pensaba intentando encontrar una respuesta a esa absurda búsqueda. Vio nuevamente a la castaña que ahora se la pasaba mucho con su amigo pero no le dio importancia.

-Teme!- Grito lanzando uno de los bancos de la habitación dándole justo en la pierna, un gruñido escapo de los labios del pelinegro que se giro de mala manera hacia el rubio. –Sera que puedes terminar de empacar para irnos?- Gruño poniéndose de pie.

-Dobe- Gruño, pero justo cuando iba a arrogarle el mismo banco pero en la cara una ráfaga de viento los detuvo. –Era hora...- Murmuro olvidando su molestia.

-Ya la encontré demo...- Se corto al ver al rubio suspirando aliviada y a un pelinegro bastante irritado. –Que paso?-

-Nani mo- Se apresuro a responder el rubio acercándose al gran dragón. –Que paso contigo entonces?-

-Solo podrán entrar uno por uno y con intervalos de tiempo muy grandes justo en el momento que alguna de las sacerdotisas salga o entre al lugar- Dijo soltando un suspiro cansado.

-Iré por Sakura- Dijo alegre el rubio tomando el pequeño bolso y saliendo a toda velocidad del lugar.

-Entraras tu primero?- Interrogo el pelinegro viendo como el dragón extrañamente se negaba.

-Prefiero esperar a que salga- Murmuro bajando la cabeza, a pesar de ser una criatura tan imponente y amenazadora su personalidad seguía siendo ligeramente a la de aquel tierno animal que había dejado a la ojiblanca huir sin poder detenerla.

-Hmp- Entendía el sentimiento de culpa que aquella criatura sentía, por algo se habían acercado y era ese deseo de ver a la ojiblanca sana y salva sin la necesidad de entrar en una lucha sin sentido con aquellas mujeres.

-Pienso que es momento de marcharnos- Dijo roncamente girándose para que el pelinegro subiera en el, era el único al cual le permitía aquello, pues era con él con quien tenía el trato y así podía mantenerlo vigilado.

-Matte- Pidió recogiendo alguna que otra cosa y tomando sus dos espadas colocándolas en su cinta, suspiro con cierta ansiedad y salto desde el balcón al lomo del gran animal.

-Sasuke no olvidas algo?- Grito la pelirrosa desde el jardín, Sasuke intento concentrarse pero no recordaba nada que pudiera ser importante. –Sasuke- Dijo algo irritada.

-Que tengan buen viaje- Dijo la rubia al unísono con el peliblanco que lo veían desde la entrada del jardín, Sasuke asintió sintiendo un poco torpe por haber olvidado despedirse de aquella pareja que lo había acogido hace tantos años junto con el rubio.

"Por algo son mitad bestias" Pensó dándoles una sonrisa casi inexistente, se sentía ansioso mas ansioso de lo que nunca antes había podido sentirse, y no esperaría ni un minuto más, aquella mujer tenía la verdad de aquella joya que hacía siglos le habían otorgado y hasta ahora había logrado obtener una pista.

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-Segura que estoy lista?- Una suave y melodiosa voz llego hasta los oídos de ambas sensei que asintieron lentamente. –Demo...-

La Maldición de AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora