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Dante hizo lo que debió hacer siempre... escucharla.

No solamente escuchó las palabras que Romina dijo, sino también aquellas que sin necesidad de ser pronunciadas lograron calar en lo más profundo de su ser.

El cuerpo de su esposa gritaba a los cuatro vientos el terror que sentía con su presencia. Esa que una vez le fue indispensable ahora le causaba rechazo y se sintió quebrarse un poco más.

Observo cada nueva arruga que adornaba ro rostro de su amada, cada marca de cansancio de la que sin duda él era el causante.

Miró su delgadez, observó el mar de emociones que cruzaron su rostro: miedo, rabia y finalmente una serenidad enorme que le asustó como nunca.

Ella no derramó ninguna sola lágrima, y entonces supo que realmente la había perdido.

Rómpeme el corazón de una vez [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora