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Se parecía tanto a ti, tenía el mismo gris de tus ojos.
Al verlo era como verte reflejado; tan iguales y tan diferentes.

Cuando lo tuve en mis manos por primera vez fue mucho mejor a como lo había soñado. Su cuerpecito apenas abarcaba las palmas de mis manos y lo sentía tan frágil que mi corazón se oprimía cada vez que lo oía llorar.

En momentos como ese deseaba tener el don de sanación o cambiar de lugar con él para que nuestro pequeño no sufriera.

Es verdad, el amor de una madre no tiene medida.






Rómpeme el corazón de una vez [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora