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Sí, la amaba, ardientemente, pero su castigo sería no tenerla por no haber valorado el ángel que Dios le había dado.

No fue cobardía, cobarde hubiese sido si hubiera antepuesto su felicidad a la de Romina. Cobarde sería atormentarla con palabras para saciar su deseo egoísta de tenerla a su lado.
Cobarde, si su amor se convirtiera en la jaula que aprisionara las alas de su amada.

No fue un cobarde, porque es de valientes tener la entereza de decirle adiós a tu alma gemela, al amor de tu vida, con tal de verla florecer una vez más. Aunque sin ella, cada uno de sus días se hundiera en la miseria y la agonía.

Pero viviría, esa sería su penitencia. Vivir sin ella.

Rómpeme el corazón de una vez [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora