VIII: Not now

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Tess

-Bueno. Busquemos a Los Gladiadiores -Daniel hizo un ademán para que comenzaramos a seguir a Merida. Al querer dar un paso, una voz que reconocería en cualquier parte e incluso en otro idioma nos detuvo.

Esto tiene que ser una maldita broma, pensé.

-No tendrán que buscar muy lejos -soltó con un tono de voz frío, giré mi cabeza sobre mi hombro y sus orbes verdes chocaron con mis ámbar.

-Ahí está. La reina Gladiador -Hiccup miró con repulsión a Nayelly, incluso su voz salió en un gruñido, recibiendo una mirada tajante de la recién llegada.

La examiné de arriba abajo. Ella estaba vestida con el mismo uniforme que la última vez que la ví, más no traía la chaqueta, dejando al descubierto una blusa interior blanca y varias heridas que estaban cicatrizadas en su torso.
B

atallaba para no quejarse de dolor.

Su pierna izquierda emanaba sangre, estaba manchado desde el muslo hasta parte de la espinilla.

-¿Por qué están aquí? -tras ella igual examinarme, se digno a hablar nuevamente.

-Negocios -contestó Merida por mi, pude ver la mirada envenenada que Nayelly le brindaba. Si... linda reunión familiar, ¿eh?
Sin duda si mamá estuviera aquí, me golpearía.

-No te ves muy bien -Hiccup dió un vistazo a la herida que tenía en la pierna.

Nayelly soltó una risita nasal, casi real.
-

¿Dónde está Mitch? -pregunto buscándolo con la mirada. A lo que me hice a un lado, dejando ver su pleno estado. Nayelly se tomó el puente de la nariz, frustada-. Lo necesitaba vivo.


-Las armas que te entrego, Nana. Las quiero de vuelta -finalmente hablé, usando el famoso apodo que le brindé de niña. Noté como se tenso ante la mención de su sobrenombre.

-No funciona así, Mar -apreté mi mandíbula al escucharla.

-Por supuesto que no -me acerqué unos pasos a ella, automáticamente su mirada se endureció. Dándome a entender que no tendría compasión si intentaba algo.
A

lcé las manos en signo de paz, al estar a dos pasos de ella, me agaché a la altura de su herida. Rompí poco la chaqueta que traía para hacer un mejor torniquete que el que ya traía.
-¿Aún sin saber apretarlo de la manera correcta, Nana? -me burlé mientras revisaba que la bala no estuviera dentro. Al ver que no, apreté firmemente el agarre, Nayelly me apretó el hombro, desquitando su dolor. Terminé y regresé a mi lugar, a un lado de Hiccup.

-Pague por esas armas. ¿Las quieren de vuelta? Tendrán que... -no la dejé terminar.

-Olvida las armas, Nayelly -suspiré. Hiccup y Merida me miraron interrogantes. Daniel simplemente me miraba con los ojos bien abiertos-. ¿Tienes autos?

Mi pregunta tomó por sorpresa a Nayelly, sin titubear asintió repetidas veces.

-¿Cómo sabemos que los tienes? Por lo que sé, los militares los han estado limpiando -Daniel habló, mirando con los ojos entrecerrados a mi hermana.

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