VII: Bastard

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Josh.

La miré, ahí fue entonces mi momento para esperar a que corriera a mis brazos cómo cuando era una bebé. Se parece tanto a su madre, menos los ojos; tuvo los de mi padre.

Tenía casi 12 años sin mirar a mi pequeña, no supe que hacer al momento de verla. La alcé por los aires y la abracé cómo sí nuestras vidas dependieran de ello. Después, mis sobrinas corrieron a abrazarme, tengo que decirles, todas las islas siempre estuvieron vinculadas familiarmente. Se los diré en un mejor momento.

—Aquí tengo a mis 5 chiquillas; Elsa, Rapunzel, Anna, Merida y mi hermosa Tess —musité dándoles un beso en las coronillas, mientras las nombraba.
No tardé en escuchar los sollozos de mi pequeña, ella me necesito, lo sé. La guerra me absorbió, pero me alegro de saber que ella está bien a fin de cuentas.

Sentí mi oído pulsar, una vibración baja.

Una bomba cayó no muy lejos de la cabaña, eso fue suficiente para tensarme por completo.

Daniel.

Era su padre. ¿De las otras 4 igual? Quién sabe, sólo sé que era padre de ¿Mari... qué?.

Cómo sea, ella me odia al parecer.

No planeé caerle bien, tampoco tengo ciertas intenciones de volver a intentarlo. Algo en mi sabe que no me daré por vencido tan rápido, mi orgullo no me lo permite.

—¿Dónde está Scott? —preguntó la ojiámbar, mirando a todos lados buscándolo con la mirada.

Una explosión fuera de la cabaña nos alarmó a todos, no se tardaron en oír gritos ahogados y los pupitres siendo arrastrados hacia otro lado con desesperación.

—¡Gladiadores! ¡Corran, corran! —gritó un cadete para despertar a varias personas que se encontraban congeladas, para después continuar disparando con una metralleta.

Todo parecía moverse en cámara lenta, sentí un pitido en mis oídos, la vista se me nublo y sentí un leve empujón de mi lado izquierdo.
Mis rodillas estamparon contra el piso, y sentí una ventisca que me trajo de nuevo a la realidad. Una bomba había caído en la entrada de la cabaña, había más de una persona envuelta en llamas y gritos desgarradores cubrían el espacio, junto con el eco de los disparos y bombas cayendo por el exterior.

Busqué con la mirada a la banda, al parecer ellos estaban bien. Flynn me miró preocupado, y de un parpadeo se me acercó, me tomó del antebrazo y me jaloneo hábilmente hacia dónde estaban los demás.

Jack me daba la espalda junto con Hiccup, Kristoff miraba un punto perdido al parecer más aturdido que yo.
Las nuevas que ubiqué como compañeras de Tess, parecían estar en un viaje astral, no miraban nada en específico. Pude divisar lágrimas en las mejillas de la pelirroja, quién miraba hacia el piso.

Seguí su mirada encontrándome con un cuadro que me pareció verme en el mismo espejo años anteriores.

La sangre brotaba de el cuerpo ya inerte del padre de la menor. Hiccup tironeaba con al parecer mucha fuerza de voluntad a la mencionada, ella estaba hecha un desastre.
Sus sollozos eran opacados por el sonido de las balas, pero las lágrimas habían mojado ya un pequeño charco en el suelo, su cara apuntaba hacia abajo, cómo si no tuviera valor para regresar la mirada a dónde se encontraba el cuerpo de su padre.

—Tess, ey. ¡Ey! Mírame —Jack se arrodilló a la altura del rostro de ella, sin embargo Tess no acató sus órdenes. Su mirada seguía clavada en el piso, sus sollozos no eran ya notables, pero el ligero temblar de su cuerpo indicaba que aún seguía hundida en llanto. —Necesito que me mires, por favor. No puedes...— una repentina bofetada de la parte de la chica platinada lo interrumpió. Jack inmediatamente la miró con bronca. Antes de que él hablará la chica cuál desconozco su nombre, habló.

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