- Bueno ya sabéis la tarea, podéis iros.- concluyó el señor Locky. - Señorita Jones y Señorito Black por favor quedaos un momento.
Recogí todo en mis carpetas y después en mi mochila.
Damon pasó por mi lado y dejó una nota en mi mesa, la abrí y con su oscura caligrafía leí:
A la salida te veo empollona.
-DUn escalofrío me recorrió la espalda.
Dirigí mis ruedas a la mesa del profesor un tanto preocupada.
-Bueno Damon, tus notas no han mejorado y ya sabes lo que eso significa.
-No puede hacerme repetir otro año. - le señaló con su anular.- si hace eso me cortarán el grifo.
Yo no entendía nada.
- Pues esfuercese porque a mi eso me da igual. Solamente me importa que apruebe.
Damon resopló a mi lado.
Vale, Damon iba mal, no podía repetir otro año porque sino no le darían dinero para mantenerse y a juzgar por su actitud no quería trabajar. Pero... ¿Qué pintaba yo aquí?
- Señorita Jones, aprecio su esfuerzo por intentar hacer mejorar a su compañero
No se había dejado ayudar, pero eso no significa que yo no estuviera haciendo mi trabajo.
- Y entiendo si no quisiera seguir con ello, es decisión suya, no quiero interferir en sus asuntos. Y dado que parece imposible la cooperación de Damon...
Me acomodé un mechón de pelo tras mi oreja.
- Sí, muchas gracias señor.
Nos despidió y salimos al pasillo.
Una parte de mi se había liberado de una presión, pero otra temía por la nota de Damon.
Intenté acelerar lo más que pude con mi silla, lo cual no era mucho. Estaba aterrada.
-¡Empollona! - gritó tras de mi.
Me paró y se puso en frente.
-Tienes que hacerme aprobar. Esta tarde a las seis.
¿Y esas exigencias?
-Olvídame. No quiero saber nada de tus asuntos así que sueltame. - dije remarcando la última palabra.
-¿En serio crees que te va a ser tan fácil?- se inclinó para estar a la altura de mis ojos.
- De-ja- me vi-vir tran-qui-la.
Él esbozó una sonrisa de medio lado.
- La gata saca las uñas. Interesante.
Pasé de Damon y seguí para ir afuera donde me esperaría Van.
Mientras, lo oí reírse por el pasillo.
★☆
- Tienes que sacar lo que tienes dentro Layla. No te guardes las cosas.- me dijo Sebastián.
Les había contado a él y a Van lo ocurrido. Seguro me podían ayudar y era la de de la terapia.Ya era la última sesión y me estaban sentando bien.
- Debes hacer frente a los que te intentan pisar, hacerte valer.- continuó. - Eres más de lo que crees Layla.
Tenía razón, la próxima vez que me dijera algo le cantaría las cuarenta. O eso intentaría, así que asentí.
Vanesa, sentada al lado de Sebastián se intentó acercar a él un poco más. Como en tooodas las sesiones. Algún día la haría más caso, o esa esperanza teníamos ambas.
- Espero que cuando puedas andar, me sigáis visitando.- añadió con una sonrisa.
Dirigió su vista hacia Vanesa y ella se ruborizó y contestó por mí.
- Claro, nos.. la has ayudado mucho. Y como mejor amiga suya pues a mi también. Si ella es feliz yo también.
Se sonrieron coquetamente y yo sentí que sobraba.
Estaba feliz por Van, parecía que la cosa avanzaba. Lenta pero segura.
"Sin pausa pero sin prisa"
-Bueno creo que ya es hora de irse. - repuso mi amiga mirando sus nerviosas manos.
Tardamos quince minutos en despedirnos y otros cinco en ver quien cerraba la puerta, si Van o Sebastián.
Una vez en el coche no pude evitar sacar el tema.
-¿Cuándo se lo vas a pedir?-me miró desconcertada durante un segundo para volver a poner la vista en la carretera. - Salir.
- Lay, no se lo diré, solo... esperaré.
Me reí para mis adentros.
- ¿ No eras tu la que decía que en esta sociedad moderna, las chicas también podemos ocupar ese papel? -no respondió
Sabía que yo tenía razón.
- ¿No me dijiste que debería pedírselo yo a Tayler?
-Es diferente cuando lo tiene que hacer uno mismo.
-Ajá.
Suspiró
- Vale, tenías razón, pero sencillamente no puedo. Me da mucho corte.
Aparcó y nos bajamos.
- Te entiendo, no te preocupes.
- ¿Te apetece ir a tomar algo a Grease? - cambio de tema.
-Obvio.
Llegamos al lugar y nos sentamos en la mesa que cogíamos siempre para esperar a que Beth nos tomara el pedido.
Decidimos tener una mini tarde de chicas, dejando aparte nuestras penosas vidas amorosas para concentrarnos en otros temas.
Como por ejemplo como nos iba a cada una en nuestras respectivas facultades, mientras comíamos y más tarde dando un paseo.
Casi en nada de tiempo nos daban las vacaciones de Navidad e íbamos a ir a ver a nuestras familias, lo cual significaba que íbamos a estar un poco más incomunicadas. Al revés de lo que debería ser.
La familia de Van era muy cariñosa, feliz, llena de amor, pero a la vez era un poco, bastante protectora y no les gustaba que saliera con el tráfico de las fiestas. Lo cual era comprensible.
Sin contar que mis padres al estar en esa extraña etapa de separación, pues tendrían que fingir más de una sonrisa, pensando que yo no me doy cuenta de nada porque sigo siendo una cría. Y ni siquiera sabía si íbamos a estar todos juntos.
Peferiría unas Navidades todos juntos y agradables aunque luego todo vuelva a la "normalidad" que unas en las que tuviera que ir un día con mi padre, otro con mi madre etc.
- Es Navidad, seguro que te ocurre algo bueno. Un milagro navideño. -me repetía varias veces Van.

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Historia sobre ruedas
Novela Juvenil¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?