Tenía al lado la calefacción en la sala de espera y el agradable calor del radiador se extendía por mis músculos fríos.
Apenas quedaba una semana para las vacaciones de Navidad y alomejor podría moverme sin mis silla.
- Layla Jones por favor pase a consulta.
Anunció una voz femenina por la megafonía del hospital.
Mi padre empujó mi silla sin darme tiempo a reaccionar por el pasillo hasta donde nos habían ordenado.
Tras la puerta, el doctor Horan nos esperaba preparando la camilla. Extendiendo las blancas sabanas con cuidado.
- Buenos días doctor. - saludó mi padre.
- Buenos días.- Nos dedicó una sonrisa e invitó a mi padre a sentarse mientras yo me acercaba lentamente a la mesa.
-¿Qué tal te encuentras hoy Layla?
-Bien.
- ¿Y las visitas al psicólogo? Me dijo tu madre que iban...lentas.
Esa pequeña pausa me hizo sospechar que mi madre había dicho algo más. Seguramente algo en contra de Sebastián.
- Bien, me está ayudando a confiar más en mi misma y calmar mis nervios.
Apuntó todo en su libreta con esa típica letra que nadie entiende, parecida a un electrocardiograma, rayas para arriba, rayas para abajo...
-Bien, vamos a hacerte un chequeo para ver tu estado físico.
Tras los exámenes, yo estaba sentada en la camilla y nerviosa por los resultados.
Mi padre apretó mi mano para calmarme y yo canté en mi cabeza para distraerme mientras volvía el doctor Horan con los resultados.
Volvió con una carpeta negra en la que me suponía estaría mi historial.
La colocó en la mesa y extrajo un par de folios.
- Bueno chicos os traigo buenas noticias.
Solté un suspiro y hasta ese momento no me di cuenta de que estaba conteniendo la respiración.
- Te falta poco para deshacerte de esa silla. Has mejorado en los exámenes así que alomejor para Navidad estás en muletas.
Algo dentro de mi pecho daba saltos de alegría, mi corazón se aceleró y no podía contener las ganas de sonreír de oreja a oreja.
Mi padre me abrazó y al separarse de mi vi que tenia los ojos vidriosos.
- Muchas gracias doctor, ¿Qué tengo que hacer para mejorar?
él me sonrió y me ayudó a bajarme de nuevo a mi silla.
- Tendrás que hacer unos ejercicios de rehabilitación, y tomar una nueva medicación menos severa. Por lo demás, todo igual.
Asentí.
-¿Cuando te dan las vacaciones de Navidad?
-El viernes. En cuatro días.
- Pues por la tarde veremos tus progresos, entre el psicólogo y los ejercicios, estarás mejor que nunca.
★☆
- ¿¿Qué?? Jo tía me alegro un montón eeh. Pero...¿podré seguir llendo contigo a ver a Sebastián?
Reí a través del auricular del teléfono.
-Obviamente, aunque no me ibas a dejar sola.
-Claramente
-Obvio
-Conspicuo
- Vale ganaste, te sabes palabras más raras que yo.
Ella rió.
-Es que soy de ciencias.
-Nolo enim sequi.
- what the fuck? ¿Qué me has llamado? Pensé que eramos amigas.
Dijo a la defensiva y haciéndose la dramática
- He dicho que no quiero seguir, mente inteligente. - dije irónicamente.
- Bueno pues..¿Ya le has dicho a tu madre lo del fisioterapeuta?
-No, me lo elegiría ella, y por una vez me gustaría hacerlo yo. Ya soy mayorcita.
- Me parece bien pero ¿Cómo lo vas a hacer? Mi hermana todavía no ha terminado la carrera y no le confiaría mis piernas si fuera tu.
-No se, pero creo que hay una clínica cerca.
- Dame un minuto y te mando un mensaje con la dirección.
Colgó el teléfono al otro lado de la línea y en dos minutos ya tenía su mensaje.
Era rápida cuando se trataba de ordenadores.
Me había mandado un link y pinché en él.
Al cargarse la página vi el nombre de la clínica con una foto de la fachada, y más abajo, una que me quedó sorprendida.
El jefe del local era el padre de Tayler. Salían juntos y sonrientes bajo el letrero.
Tendría que pedirle ayuda, pero por una parte me daba vergüenza.
Mensajee a Vanesa y le dije lo que iba a hacer.
Fui a la habitación de Tayler y llamé a la puerta, seguro que estaba allí.
Nadie contestaba así que volví a llamar.
A la tercera abrió la puerta.
-Hola. - dije tímidamente.
Pareció alegrarse de verme y me dedicó una sonrisa.
- Ey Hola Lay. ¿ En que te puedo ayudar?
-Veras...hoy he ido al médico y me han dicho que estoy mejorando mucho, alomejor puedo levantarme dentro de poco.
- Eso es genial Lay, me alegro mucho por ti. Pasa por favor, no quiero tenerte fuera.
Sonreí intentando no ruborizarme y pasé.
Las paredes eran blancas y la cama a un lado era igual que la mía, solo que con sábanas negras.
Tenía una estantería llena de libros y en el escritorio había un portátil, que seguramente por forma y tamaño era un Apple, y varias figuras de Star Wars y dos vasos de café.
- El lado oscuro y el lado de la luz.- dije señalando la combinación de negros y blancos. - Yo tengo un peluche de R2-D2
-¿Te gusta Star Wars? - sonrió mientras se sentaba en el escritorio.
- Sobretodo la de "El imperio contraataca"
Ya me estaba desviando del tema, valla.
- Bueno, el caso es que me han dicho que necesito un fisioterapeuta y se que tu padre tiene una clínica.
Lo dije todo de seguido, no sabía que iba a decir, esperaba que fuera un si. En su lugar fue un:
- Por supuesto, podemos ayudarte. Si quieres yo mismo puedo llevarte. No podría dejarte sola así.
Me ruboricé
Era muy amable, no podía decirle que no. Además había algo dentro de mi que me lo impedía.
Espero que os haya gustado el capítulo jejeje la verdad no sabía cómo escribirlo porque tenia ideas pero necesitaba atar cabos.
Espero que me haya quedado bien.
PREGUNTAASSS
quien os cae mejor, el padre o la madre de Layla???
qué os parece Van?? Acabará consiguiendo salir con Sebastián???
♥♡♥
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Historia sobre ruedas
Ficção Adolescente¿Cómo estarías si de repente todo cuanto amas y aprecias se ve afectado por una mala decisión que ni siquiera era tuya? ¿Si todo cambiara en cuestión de minutos, por una estupidez? ¿Y si esos cambios te hicieran darte cuenta de la cruda realidad?