Reencuentro.

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Y así de ridículo y estrafalario fue nuestra especie de reconciliación. Alcohol de por medio. 

Y así fue como nos encontraron mis padre cuando volvieron, dormidas y oliendo a alcohol. Así que acabo de despertarme, en mi cama, con la ropa de ayer y con una terrible resaca. Si, dolor intenso de cabeza, sed y ganas de lavarme los dientes, lo último poco tendrá que ver con mi ex estado de ebriedad, pero tenía ganas de hacerlo. Así que me levanté, pero no rápido, no, eso era un lujo completamente vedado para mi. Me levanté como quien se levanta por primera vez, con lentitud y mucho cuidado. "Corrí" al baño, el cual estaba vacío. Gracias a dios, pensé mientras vaciaba mi vejiga. Luego proseguí a lavar mi cara, mis dientes y peinarme. Me sentía pesada, cargada. Así que fui, con los mismos movimientos lentos a mi habitación a buscar ropa interior, y antes de encender la ducha, tomé de el botiquín un calmante y me lo tragué con agua.

15 minutos después, quité el agua del piso, sequé mi cuerpo, me puse la ropa y salí aún así, envuelta en mi toalla. 

  Cuando llegué a mi habitación vi que era un desastre. No la había arreglado desde aquel día. Cambié las sábanas, ordené mi escritorio, guardé una pila de ropa y cuando me aburrí de doblar puse todo en el canasto de la ropa sucia, mi mejor estrategia. Barrí el suelo, y abrí la ventana. 

                                                                       GRAN ERROR. 

Primero, porque el exceso de luz hizo doler mis ojos, y segundo, Ron estaba en el portón delantero de mi casa. Y me vio, y yo aún no me había vestido. Así que la cerré en una milésima de segundo. Y grité un "¡EN 5 MINUTOS ABRO!" y en esos 5 minutos que pedí, abrí el armario y tomé una blusa y por encima me puse un cardigan, y luego unos jeans, no me molesté en calzarme, porque ésta era mi casa, era de mañana, aún no había desayunado y disfrutaba de que todos durmieran porque me daba mas libertad. Caminé por el corto pasillo y abrí la puerta.

- Dijiste que vendrías a las 5  - dije en tono de reproche.

- Lo sé, llegué un poco tarde. - se encogió de hombros.

- ¿¡TARDE!? - grité como una loca y salí disparada hacia la cocina, cuando estaba llegando a la puerta mis piernas mágicamente se enredaron y caí de rodillas, ni cuando sufro de resaca mi torpeza me deja en paz. Me levanté y miré el reloj: 05:42 pm. Bien, mi primera conclusión es que dormí todo el día como un oso, la segunda, es que este chico debe aprenderse otra vez el concepto de "tarde". 

- Que golpazo, hace mucho me preguntaba que causaba los terremotos, pero ahora lo sé. - el idiota se burlaba de mi, ¿cómo es posible?

- Hay un lugar muy bonito al que quiero llevarte. - comento.

- ¿Cuál? - parece interesado.

- El infierno, quiero que te vayas al infierno.

- Auch, que hiriente, acabas de lastimarme - dice frotándose el pecho, como si lo hubiera golpeado.

Me reí. Él se rió. Nos reímos.

- Me parece que te habías olvidado de nuestra reunión, no creo que me estuvieras esperando en toalla. - dice algo incómodo.

- No es eso, ayer tuve la genial idea de emborracharme con mi prima, de hecho, estás arruinando mi tarde de recuperación. Siéntete culpable. - dije mirándolo acusadoramente.

- ¿Qué tal te fue? ¿lo hiciste sola? ¿cuantos tragos bebiste? 

- Fue extraño, gracias a eso me reconcilié con Olivia, nos tomamos como 6 botellas o quizás más, yo ayer sabía contar solo hasta el 6 y tengo miedo de hacer la prueba ahora y que mis conocimientos se reduzcan a los mismos. - intenté bromear - ¿por qué me miras así? 

- Nunca creí que podría escuchar eso en una misma oración saliendo de tu boca, ¿cómo fue todo con Olivia? ¿usaste alguna botella de arma? - otra vez sus estúpidas bromas.

- Pues, vino por su propia voluntad, ¿sabes? no es del todo mala, creo que solo no la comprenden. 

- Oye, Olivia no es del todo mala, pero te ha herido, ha dicho cosas horribles de ti, te ha lastimado, ha sido horrible. - lo observo bien, mantiene sus labios juntos, como si apretara la mandíbula.

- Me temo que también he sido horrible con ella, además, como alguna vez ya dije, el tiempo pasa y el pasado nos hace prisioneros. Olivia ya no podrá cambiar el pasado y yo menos, solo que es bueno tenerla otra vez. No la juzgues tanto, tú también has cometido errores.

- ¿Cómo puedes perdonarla luego de lo que dijo de ti en el funeral? - pregunta en un tono de voz muy bajo.

- Puedo porque quiero y porque el perdón no se le niega a nadie. Las palabras se las lleva el viento Ronny, por eso es inútil gritar, porque si lo susurras, o lo gritas, el viento lo arrastra todo a la misma velocidad. 

- No entiendo. - dijo confuso.

- Claro que no entiendes, lo que tienes de músculos no lo tienes de cerebro.

- Ya cállate y come algo antes de salir, no quiero que te desmayes por ahí. Y has el favor de calzarte.

- Si capitán.

Voy a mi habitación y me pongo un par de tenis. Tomo dinero de mi cartera y mi teléfono, otra víctima del momento. Lo desbloqueo e ignoro todos los textos y llamadas, voy a mi lista de contactos y escribo un texto a mi mamá: "Saldré con Ronny." En seguida llega un texto de mi mamá haciendo mil preguntas y las respondo tal y como me sale, con un rotundo "Okay". 

Quince minutos después seguimos caminando, haciendo bromas y contando historias graciosas, lo raro es que me siento casi normal, como antes, gracias Ronny. 

- Pensé que querrías hablar sobre Derek y como te sentías al respecto. - la verdad es que llevábamos mucho tiempo juntos y ambos no habíamos tocado el tema, el cual yo creía que era el motivo de este paseo.

- Hablo sobre eso todo el tiempo. Yo necesitaba salir a hablar y tu igual. Necesitaba un poco de normalidad en mi vida, ya sabes, ver que algunas cosas no han cambiado, ¿por qué hablar siempre de lo que nos apena? - agrega viéndome a los ojos.

- ¿Para quitarlo? ¿para sentirnos mejor? - indago.

- ¿Tú te sientes mejor hablándolo? Porque a mi no me da verdaderos resultados.

No respondo, no tengo qué, porque el sabe que tiene razón. Hablarlo ayuda a revivirlo,  no a superarlo.

Volvemos a nuestro anterior tema de conversación y todo vuelve a parecer normal, nos sentimos normales. Vamos a un café y nos sentamos. Pedimos capuccinos y cupcakes. El paga.

Luego de otra extensa conversación normal, el me acompaña a casa, eran como las 7 de la tarde y cuando nos despedimos dice:

- Me gusta esto, el lunes paso a recojerte para ir a la escuela.

La escuela. Ya va a comenzar. Por dios.

- Bien.

Entonces abrazo a Ron, un impulso me llevó a hacerlo, lo creí correcto, y cuando el me devolvió el abrazo, supe que no había errado, esto era por los dos, por nada ni nadie más. Por los dos.

Al cruzar la puerta encuentro una escena que no creía ser capaz de volver a ver:

- Tía, Livvy, qué sorpresa.

Nadie más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora