El viernes transcurrió con normalidad para los que quedamos en la mansión, a pesar de la ausencia del señor Goldstein todos hicimos nuestro trabajo con normalidad. Todos menos Roger y Erika, que por algún motivo a última hora de la tarde comenzaron una discusión. Shan entró a mi habitación y tomó su forma humana.
-Bueno, bueno... así que vais a tener un fin de semana tranquilo ¿no?- dijo la joven.
-El hecho de que seas una tier no te da derecho a entrar sin permiso, además estos días serán como cualquier otro día. Por que no vuelves con la señorita Erika?- le dije sin dejar de mirar a través de la ventana.
-Bueno, yo quería jugar un rato pero ella esta discutiendo con Roger. Vamos a ver que es lo que hablan!!!- diciendo esto volvió a convertirse en una pequeña pomerania y salió corriendo por los pasillos de la gran mansión.
Salí rápidamente detrás de ella para que no interfiriese en lo que los hermanos tuviesen que hablar. Entonces llegué a donde se encontraba y me acerqué sigilosamente para coger a Shan y salir de allí antes de que notaran nuestra presencia, pero algo hizo que me quedase escuchando.
-No vas a hacer lo que te parezca por querer librarte de madre. Además el no es un objeto para que lo uses de ese modo.- Roger parecía muy molesto.
-No es solo usarlo, podría acabar siendo verdad.- la chica hablaba algo tímida pero con voz firme.
-¿Qué? ¿pero tu te estás escuchando? no vas a hacer tal cosa. ¿Que pasa si por tu estupidez madre echa a Alais del trabajo?
-Pues mala suerte- a la pelirroja le importaba poco el bienestar ajeno. Roger enfurecido agarró a Erika de un brazo fuertemente y le lanzó una mirada gélida.
-Alais está aquí para mí, no para tus caprichos. Como te vea tonteando con el o intentando alguna de tus artimañas olvidaré que somos familia.
-Auch! ¿oye que demonios te pasa? hablas como si el fuese tu novia, pero solo es un sirviente.
-Erika, hasta que nuestro padre venga el domingo por la tarde no quiero que nos molestes. El lunes tendremos muchísimos quebraderos de cabeza y por lo menos quiero estar tranquilo estos días.
Comencé a alejarme de la zona de conflicto con Shan en los brazos. Al llegar nuevamente a la habitación me senté en el sillón y dejé a la tier en el suelo. Ella ladró, pero no dejaba de pensar en lo que acababa de escuchar y no le hice caso. ¿Usarme... en que forma?
No pasaron ni cinco minutos cuando la puerta se abrió de golpe apareciendo Roger, con una cara que dejaba ver toda la rabia contenida por la conversación que había tenido con su hermana hacia unos instantes. Sin mediar palabra se abalanzó sobre mi, abrazándome tan fuerte que dolía.
-Roger, me haces daño. - al decirle esto su abrazo se suavizó
-Alais... no voy a entregarte a nadie nunca. Tu eres mio, eres mi pareja...- al escuchar tal aclaración me separé de él un poco. Éste me miró con tristeza.- Por que tu y yo somos... ¿verdad?- estas últimas palabras las dijo con la voz rota y en un susurro, lo que hizo que a mi se me rompiese algo por dentro.
Estiré mis brazos para rodear su cuello y acerqué mis labios a los suyos, sentía como un calor nacía dentro de mi y se propagaba por todo mi cuerpo abrasando todo a su paso.
-Soy tuyo Roger. Seré tuyo hasta el día que me muera. Y tu eres mio, mi pareja, mi otra mitad. -entonces uní nuestros labios en un cálido beso que hizo que todo a mi alrededor dejase de tener importancia.
-Será nuestro secreto!!! -Shan se había vuelto a transformar y nos miraba con ternura.
-Es verdad, por el momento no podemos dejar que se sepa nuestra relación. Pero si algo pasa yo te protegeré incondicionalmente.- mientras el decía esto acariciaba mi pelo suavemente y volvimos a besarnos. No me hubiese importado estar así toda la noche pero Shan nos avisó de que alguien se aproximaba. Era una de las sirvientas que venía a avisar de que la cena se serviría en breve.
Bajamos las escaleras siguiendo los pasos de la sirvienta y Shan, ya es su forma animal, ladraba alegremente a nuestro lado. Roger entró al comedor pero no sin antes rozar mi mano sutilmente y regalarme con una brillante sonrisa que hizo que mi corazón latiera mas rápido. Le devolví la sonrisa y me encaminé a la cocina con el resto del servicio.
El fin de semana no había hecho mas que empezar.

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Mi Señor
RandomEn los tiempos que corren hacer magia está prohibido. La única forma que Alais tenía de ganarse la vida es delito. Teniendo que huir al reino vecino, en el cual nadie lo conoce, comienza de cero pero esta vez como sirviente de la noble familia Golds...