La ciudad estaba adornada con flores por todas partes y en la plaza central estaba el mercado.
Cuando llegamos ya estaba bastante concurrido. Los tenderos vestían con el traje típico alemán y al fondo se veían a los encargados de la carpa dándole los últimos retoques a esta para que todo estuviese perfecto para la noche.
-¿Por donde quieres empezar?- me dijo Roger sonriente.
-Como es la primera vez que vengo dejaré que me guíes.
-Bien, pero no te separes de mi, y si por casualidad pasara nos encontraremos en la entrada de la plaza, ¿de acuerdo?- asentí y comenzamos a visitar puestos.
A pesar de que el día era gris para mi todo era brillante al lado de Roger, el hacía que todo fuese interesante. Las horas pasaban mientras mirábamos, desde los deliciosos embutidos y quesos hasta los puestos de orfebrería, en estos últimos él se entretuvo y yo no me di cuenta así que seguí caminando. En la carpa comenzó a escucharse música, al parecer había un concurso de danza popular y una avalancha de gente me arrastró hasta allí sin que pudiera evitarlo. Cuando pude por fin alejarme de la muchedumbre me di cuenta de que Roger no estaba por ningún lado.
Suspiré y me dirigí al punto de encuentro que habíamos acordado. Tardé bastante por la aglomeración que había por todos lados. Cuando llegué lo vi a lo lejos, miraba a todas partes, supongo que buscándome. Levante un brazo para hacerme notar pero alguien me agarró por detrás, me giré y chasqueé la lengua.
-No se da por vencida ¿cierto señorita Erika? - Me miró con ojos llorosos.
-No encuentro a Jezel.-suspiré y la cogí de la mano para llevarla junto a su hermano y buscar a la tal "Jezel"
-¡Alais! te estaba espe...- al ver que venía con compañía cambió la expresión de su cara. -¡Tu otra vez! - grito
-Espera Roger- lo calmé- dice que ha perdido a una tal Jezel. Erika salió de detrás de mi y se lanzó a los brazos de su hermano y rompió a llorar.
-Ey ey tranquila, no pasa nada, ahora estas con nosotros. -le acarició el cabello y se agachó un poco para quedar a la altura de su hermana- ves como aún eres una niña... venga, vamos a buscar a tu profesora.
Erika no se separaba de su hermano, yo iba detrás de ellos sin perderles de vista. Volvimos a pasar por todo el mercado hasta que por fin dimos con ella. Estaba hablando con una pareja, al parecer les estaba preguntando si habían visto a una niña pelirroja, cuando de casualidad miró hacia nosotros y nos señaló como si nos acusase de un delito de asesinato. Se acercó a nosotros dando zancadas y entonces Erika tímidamente soltó a Roger, y se posicionó delante de la mujer sin mirarla a los ojos. Esta abrazó a la niña cariñosamente y luego se levantó para hablarnos.
-Señor Roger habíamos venido a buscarle. Quería comunicarle que Erika estará bajo mi cuidado hasta que regrese mañana su padre. Se quedará con mi familia y conmigo así que no tiene de que preocuparse.
-No hay problema. Erika no le des problemas a la señora Jezel. La niña asintió y se despidieron de nosotros, posteriormente desaparecieron entre la multitud.
-Bien, continuemos con nuestra cita. -dijo Roger cogiéndome de la mano.
-¿Cuándo se volvió esto una cita?- a lo que él me contestó con una amplia sonrisa.
Tal como dijo continuamos con "la cita". Fuimos a comer a un restaurante cercano a la plaza, allí pasamos un buen rato mientras comíamos y hablábamos de temas irrelevantes. Cuando salimos el mercado casi había desaparecido para dar paso al montaje del espacio para los juegos, este no tardó en estar operativo para que grandes y pequeños se divirtiesen un rato. Y entre juegos pasamos el tiempo hasta que oscureció.
Las nubes no habían dejado ver ni un solo rayo de sol en todo el día y de pronto comenzaron a descargar agua con fuerza dejando empapado a todo aquel que no encontrase refugio rápidamente.
La gente se dirigió hasta la gran carpa en la que ahora comenzaba el baile. La música se oía desde el otro lado de la plaza, que era donde Roger y yo aún nos encontrábamos. Él me había tomado ambas manos y las sujetaba con fuerza, la lluvia caía sobre nosotros pero nos daba igual.
-Hoy ha sido un día estupendo, solo por el hecho de que lo he pasado contigo. -él me miraba intensamente, mas que de costumbre. - y me gustaría hacerlo mas especial aún.
La música paró por un segundo y la orquesta comenzó a tocar "Air" de Johann Sebastian Bach. Roger soltó una de mis manos y me tomó de la cintura haciendo que nuestros cuerpos hicieran contacto.
-¿Bailas? - me susurró en el oído. Yo mire a mi alrededor, nadie podría vernos con este clima.
-No sé bailar.- le dije algo avergonzado.
-No pasa nada, tu solo déjate llevar por la música.
Apoyé mi frente en su hombro y me abrazó. Comenzamos a bailar lentamente mientras la lluvia caía por nuestros ya empapados cuerpos. Entonces alcé la vista para ver sus hermosos ojos verdes y perderme en ellos.
-Te amo. -le dije sin pensar ya que el que habló fue mi corazón.
-Alais, yo también te amo, y si tu me dejas te amare por el resto de nuestras vidas, incluso soy capaz de amarte después de que dejemos de existir y...
-Shhhh, solo bésame.
Diciendo esto nos fundimos en un dulce y cálido beso que hizo que nos olvidáramos de que estábamos mojados y en medio de la ciudad.
No había absolutamente nada que pudiese mejorar el día. O eso era lo que pensé en ese momento.
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Mi Señor
De TodoEn los tiempos que corren hacer magia está prohibido. La única forma que Alais tenía de ganarse la vida es delito. Teniendo que huir al reino vecino, en el cual nadie lo conoce, comienza de cero pero esta vez como sirviente de la noble familia Golds...