Y ahora que? Dije para mi mismo. Roger me miraba muy fijamente y yo me di la vuelta para salir de allí lo mas rápido posible pero el ya se dirigía hacia mi, me cogió del hombro, me hizo volverme hacia el y mientras me sujetaba firmemente me miró a los ojos y me dijo:
-No le diré nada a nadie, así que no te vayas, por favor. -Su rostro estaba serio y no sentí que lo que acababa de decirme fuera mentira.
Asentí levemente y me soltó. El se marchó de la habitación y me quede solo con mis pensamientos.
-Por que le he dicho que no me iré? Esto es peligroso, si el le cuenta a álguien y me atrapan sera mi fin y...- comencé a recordar su cuerpo, su sonrisa, sus ojos verdes que parecían haberme hechizado, pero de pronto se abrió la puerta y me sobresalté. Era una de las criadas que venia a arreglar la habitación. Le saludé y me dirigí a mi habitación, me senté en la butaca que había cerca de la ventana y me quede mirando a través de ella, me relajé y sin apenas darme cuenta me dormí.
Me desperté al notar que alguien acariciaba mi pelo. Era una sensación muy agradable, no quería abrir los ojos pero lo hice. Poco a poco los fui abriendo y a quien tenia delante de mi era ni mas ni menos que Roger!
-Que haces? -le dije aún medio dormido. Pasó el dorso de su mano por mi mejilla y noté como me ruborizaba así que baje la cabeza. Entonces el me habló.
-Desde que te vi esta mañana he sentido que debo estar contigo. Voy a protegerte para que nadie mas descubra sobre tu magia.
-Por que?-le dije mirándolo a los ojos.
-Por que me gustas. -Al decir esto acerco su cara a la mía y me besó. Yo enseguida me levanté pero el me sujetó de las manos.
-No es posible, acabamos de conocernos, trabajo para tu familia, ambos somos hombres...
-Todo eso no me importa. -A Roger le brillaban los ojos y de pronto me empujó y caí en la cama, el se puso sobre mi y volvió a besarme, noté como su lengua buscaba la mía y la acariciaba suavemente. Yo intentaba resistirme pero Roger me sujetó las muñecas sobre la cabeza con una mano, y con la otra comenzó a desabrocharme la camisa. Una vez lo hubo conseguido sus labios se dirigieron a mi cuello, empezó a lamerlo y fue bajando hasta el pecho. Noté un escalofrío recorriendo todo mi cuerpo y me desbordé cuando mordió uno de mis pezones.
Aaah, Roger para, mnh por favor.- le dije sin poder parar de jadear. Jamás me habían tocado de esa manera y yo me estaba volviendo loco. Roger paró por un momento y me susurró al oído:
-Obligame.-
No podía usar mi magia si mis manos estaban aprisionadas!
Roger sonrió y me acarició la cara y su mano fue pasando por mi cuello, mi pecho y abdomen para pararse en el borde del pantalón y desabrocharlo.
-No, no por favor! - intenté escapar pero era imposible y entonces álguien llamó a la puerta.
-Alais? El señor Goldstein quiere hablar sobre las condiciones de trabajo contigo. -Era Sebastian el que se encontraba al otro lado de la puerta. Roger y yo nos miramos, el parecía mas asustado que yo. Supuse que el ser pillado de esa manera no era lo ideal para el, y obviamente tampoco lo era para mi. Me soltó rápidamente y se puso de pie mirando alrededor como si buscase un escondite. Yo me levanté y dije en voz alta:
-Ahora mismo salgo! -Roger me miró y yo le hice una señal para que guardase silencio. Hice un movimiento de manos y todo volvió a como estaba antes de que empezase todo. Me dirigí a la puerta para que Sebastian me llevase con el señor Goldstein y antes de salir volví la mirada hacia Roger. Este me sonrió y yo fruncí el ceño en desaprobación.
Una vez afuera seguí a Sebastian. Mis pensamientos estaban aún en el cuarto que acababa de abandonar.
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Mi Señor
AcakEn los tiempos que corren hacer magia está prohibido. La única forma que Alais tenía de ganarse la vida es delito. Teniendo que huir al reino vecino, en el cual nadie lo conoce, comienza de cero pero esta vez como sirviente de la noble familia Golds...