Dimensión

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Otra noche lujuriosa, se suma al registro egocéntrico que alimenta mi persona desde hace unos cuantos meses. He pasado estos últimos bajo una rutina irrompible de excesos. Algo de esperar de un joven como yo. Llevo un par de años de bar en bar, vagando entre enormes titanes de hierro; amenazantes e imponentes, estructuras grises semejantes al gigante que alguna vez soñé me perseguía, en mis pesadillas de infante. Jamás di importancia a lo que fuese que tomara lugar cerca mio. Me gustaba disfrutar de mi espacio y lo que con ello se dibujaba. En mi universo no existían similitudes con mi vida de aquel instante. Pintaba fantasías; escapaba de mi mundo, abstraía a tal nivel, que hasta podía palpar cada imagen; escenas vividas, olores, sensaciones, placeres...

La mente de un adolescente puede rápidamente dar origen a un universo. Pasar del silencio a un coro de voces. De la soledad a una multitud. Ahogar las lágrimas y transformarlas en sonrisas. No obstante, es un mundo tan frágil como la resistencia del cristal al contacto con el suelo, no existen parámetros que protejan aquello que nace del fervor producido por la efervescencia de quienes adolescemos, pues nuestra visión social es aún muy nueva, subjetiva y poco elocuente en el mundo que suele llamarse real.

Agobiado de tanto límite, decidí fundar un universo propio; la dimensión de la felicidad. Donde todo lo prohibido por la muchedumbre que así misma se llama "adulta", y que creen que por tal condición pueden gobernar sobre todo, desaparece. En esta dimensión sólo la mente y las hormonas actúan dando forma al día, día.

Como todo ser humano, llevo secretos conmigo. Guardo pliegos y pliegos manchados de tinta carmesí, de las almas que me acompañan. Diariamente, me saludan con elegancia y elocuencia. Si bien en un principio aquello costó trabajo, hoy son esas almas las que me buscan, hablan, y ayudan a escoger en lo terrenal a los nuevos bendecidos por la utopía de esta dimensión, la cual convence al tan sólo contemplarla, es como el sabor exquisito del postre tras el almuerzo. El éxtasis luego del sexo, un júbilo permanente en los ojos tras encender un cigarro. En principio son reacias, pues se atormentan de lo desconocido, pero con mano de guía, no hay siquiera general que se resista. La debilidad es poderosa, perspicaz y sigilosa al actuar. Confunde la mente y al mismo tiempo la nutre en cantidades precisas. Jarabe de dioses; un engaño que acaba sólo cuando llega la muerte.

DisrupciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora