A medida que van pasando los días, de que tú dejas de tener cada vez menos importancia en mi vida, me voy dando cuenta de varias cosas.Yo siempre fui de frente, siempre fui valiente. No como tú. Fuiste un cobarde, hablaste de valentía sin saber lo que era y jugaste conmigo saltándote todas y cada una de las reglas.
Ningún chico tiene nada que envidiarte como todos parecían tenerte rabia, no eres lo que pintas ser. Te he pillado. Por mucho que te las des de valiente, de no tener miedo, no temerle a nada, he sido la única que he logrado calarte. Y puede que fue eso, el hecho de que yo también calara en ti, que te asustaste como un niño en mitad de la noche, solo e indefenso, huyendo de algo que nunca antes habías sentido, ni podías controlar.
En esta relación, tú siempre fuiste –eres– el cobarde y yo siempre fui –soy– la valiente. Me afronté a algo que no tenía futuro, a un dolor seguro, sin embargo me adentré, dándote todo de mí hasta reducirme a cero. Sin embargo tú te hundiste en un pozo de cobardía, demostrando ser un niñato que no sabe lo que quiere, de que lo quiere todo pero no tiene absolutamente nada.
Yo salí perdiendo, pero con el tiempo supe que en verdad, lo que había sido una derrota resultó ser toda una victoria. Había conseguido salir de tus garras, de tu mundo y de todo lo que tuviera que ver contigo. Y tú sin darte cuenta habías acabado perdiendo, a mí por ejemplo.
El otro día leí una frase que decía «Las mujeres nunca pierden, y si ganaste tú, la perdiste a ella» No creo que deba añadir algo a esto, la frase habla por si sola.
Nunca tuviste las agallas suficientes para plantarte y decirme las cosas a la cara, preferiste salir corriendo como un crío pequeño aterrado de miedo. Y en más de una ocasión te pillé con el rabo entre las piernas y tú aún así tenias la poca vergüenza de decirme que no era lo que parecía.
Si ya me lo iba diciendo hasta tu amigo, eso sería un error, pero aun así yo supe asumir mi parte de culpa, echarle morro y estrellarme contra algo que yo en aquel entonces mantenía mi fe.
Yo te digo, que valiente no es aquel que no tiene miedo, sino aquel que se enfrenta a sí mismo. Nunca me dijiste que era lo que estaba mal contigo, porque nunca mantuvimos una conversación sin acabarla a gritos o entre sábanas. Pero yo supe verlo, pude percibir toda clase de vértigos, miedos, inseguridades, lagunas. Estas totalmente roto, y yo quise ayudarte ¿sabes? Pero acabé cortándome en un intento de juntar todos tus pedazos. Y sobre todo el corte más grande y profundo que me hiciste fue en el corazón. Aún estoy tratando de cerrar la herida, de curar todo el daño que hiciste en mí.
Pero te lo repito, yo seguiré siendo valiente y tú seguirás siendo un puto cobarde.
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Lo que nunca te dije «TERMINADA»
Historia Corta❝ Lo malo y lo bueno se juntaron un 13 de diciembre ❞ © swxtza 2016