No sé cómo empezar esta carta que definitivamente va a ser la última que te escriba; lo he acabado decidiendo cuando nos hemos despedido con un abrazo.Ayer por la tarde estuvimos hablando hasta que el sol desapareció y los farolillos eran lo único que alumbraban el pequeño caminito de madera, que conectaba la playa con el paseo. Contigo las horas se me pasan volando. Y he llegado a sentir que eres el único que llega a entenderme, pero solo porque tú me has hecho así; como te ha dado la gana.
Te vas. Pero esta vez definitivamente. Has comprado un billete de ida sin uno de vuelta. No me has dicho dónde queda tu destino, yo tampoco he preguntado para no caer en la tentación; porque sí, tú siempre vas a seguir siendo mi vicio.
Ya no estoy enamorada de ti. Sin embargo, te sigo queriendo, siempre lo voy hacer, aunque no quiera ni deba, tengo una parte de ti clavada, tatuada en mi, como tú tienes algo de mi en tu interior. Siempre va a ser así, por mucho que nos neguemos, has llegado a ser alguien muy importante en mi vida –mi primer amor–, me has enseñado montón de cosas, sentimientos, experiencias, emociones. Te quiero, pero te quiero en los recuerdos.
Y supongo que tú no estabas hecho para mí al fin y al cabo. Porque yo quería que todos nos vieran, que vieran como nos besábamos por cada esquina, como tu mano buscaba la mía, como me cogías de la cintura y me susurrabas cosas al oído, que solo tú y yo entendíamos. Y ahora confirmo que no estabas hecho para mí, porque cuanto una persona está verdaderamente enamorada de alguien no le quiere compartir con nadie. Como tu película favorita, aquella que ves mil veces al año y de la cual nunca te vas a cansar de verla. La que quieres compartir con todo el mundo pero a la vez no quieres que nadie la vea porque es tu favorita, y solo tuya, y no quieres que nadie la tenga porque temes que te la quiten, porque te gusta pensar que esa película está hecha única y exclusivamente para ti.
No sé qué es lo que voy hacer cuando llegue a casa. Faltan a penas dos horas para que el tren llegue a la estación. Quiero ver al chico que hoy por hoy, me ha demostrado que me quiere y no se ha abstenido a solo decírmelo. Quiero verle, decirle que lo siento, que se acabó todo, que quiero estar solo y plenamente con él. Quiero darme una oportunidad, darnos una oportunidad. Pero tengo miedo por lo que pueda pasar. Por lo que me diga o me acabe rechazando.
Parece mentira como suceden las cosas, lo rápido que pasa todo. De la manera más caótica y revuelta posible.
No tendría que haber leído mis cartas. Es algo mío, nuestro, personal e íntimo. Pero supongo que, invirtiendo los papeles, yo hubiera acabado leyendo todas y cada una de estas dichosas hojas. No le culpo, ponerme en su piel me hubiera hecho hervir la sangre, me hubiera jodido bastante que estando conmigo estuviera pensando en otra.
Quizás no sea buena idea lo de volver, quizás lo mejor sería darnos un tiempo, darme un descanso. Desconectar de todo, aclarar mis ideas para venir con las pilas más cargadas que nunca. Ordenar mis prioridades y dar importancia a lo que realmente se merece.
Estoy estancada en un pozo sin fondo. Voy cayendo constantemente por un túnel cada vez más oscuro y tenebroso. Los baches me hacen heridas por el camino que no se llegan a curar, y yo me dejo llevar, mirando la luz cada vez más lejana.
Ya no me preocupas mucho. Tengo el nombre del rubio rondando en mi cabeza. Todos los momentos que hemos vivido, aunque han sido pocos comparados contigo, ha sido el único que ha sabido tenderme su mano cuando yo gritaba en silencio que necesitaba ayuda.
Me he dado cuenta de una cosa. Le quiero. No estoy enamorada de él, pero le quiero, y estoy segura que con el tiempo, algún día mi corazón tendrá espacio para él.
No puedo parar de recordar nuestra noche. La misma que el amor y la pasión se hicieron presente de un golpe. Qué dolor más grande tengo, le quiero a mi lado, pero no encuentro las palabras adecuadas para traerlo de vuelta. Y sí, he dado demasiadas vueltas a mi cabeza sobre el discurso que le quiero dar, pero sé que cuando lo tenga enfrente mi mente va acabar en blanco, las lágrimas cayendo por mis mejillas y mi cabeza apoyada en su pecho.
Así que he decidió escribirle una carta, así puedo ensancharme lo que me plazca sin miedo a que no salgan las palabras de mi garganta. La tengo bien guardada ya en el bolso, a la espera de ser entregada. Dejo el destino en sus manos, la pelota en su tejado deseando que vuelva sin pensarlo.
Ahora sí que sí, ya no más. No te quiero ver más, no quiero encontrarnos más. Quiero sentirme segura cuando el próximo encuentro sepa controlar la situación, que sea yo la que domine todo. Aunque, creo que tú y yo no vamos vernos más.
Ha pasado tanto en tan poco tiempo. He sufrido, llorado, gritado, odiado, reído, disfrutado, crecido, aprendido, amado tanto en poco más de un año.
He de decirte gracias, gracias por todos los momentos vividos, por enseñarme tu mundo que era completamente distinto al mío, que acabó absorbiéndome de una manera tan tóxica. Por enseñarme infinidades de cosas, de cómo tú entendías la vida, de cómo era tu perspectiva ante un mundo de mierda, como tú decías.
Ahora, justo ahora, sé que no te voy a olvidar en la vida por mucho que me lo proponga. Y he acabado entendiendo que no es nada malo, no tengo que olvidar a alguien que fue tan importante como tú lo fuiste en su momento.
Has sido mi primer amor, mi primer amor adolescente, mi primer flechazo, mi primera obsesión, mi primer vicio, mi primera atadura, mi primer suspiro, mi primera sonrisa un lunes a las siete de la mañana, mi último pensamiento a las dos de la madrugada.
Y yo te lo corroboro.
Tengo grabadas tus palabras en mi cabeza antes de que te fueras, tengo escrita tu petición con permanente en mi consciencia.
«No te olvides de mí, Krystie»
Tranquilo, es imposible olvidarse de ti Jack.
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Lo que nunca te dije «TERMINADA»
Kısa Hikaye❝ Lo malo y lo bueno se juntaron un 13 de diciembre ❞ © swxtza 2016