De vuelta a la rutina

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Feliz año nuevo.

Siento no haberte podido escribirte más a menudo, pero créeme cuando te digo que no he tenido apenas tiempo. Cuando no estaba de comilona con la familia, estaba de copas con los amigos de la vecina. Sí, volví a salir con ellos, me han caído bien, sobre todo el chico rubio de ojos azules. No, no ha pasado nada entre nosotros y no ha sido porque yo no haya querido. El chico tenía novia y yo no soy de las que rompen relaciones como otras.

Estamos volviendo a casa. Las fiestas ya han acabado y la rutina ha comenzado.

Mamá está conduciendo, a mí me tocará el turno luego, para hacer la mitad de camino que faltará para llegar a casa. Me he acomodado en el asiento del copiloto como he podido, es incómodo, pero he encontrado la postura perfecta para no clavarme tanto el cinturón. Me he traído un cojín blandito de casa de los abuelos y ahora lo tengo apoyado en el frío cristal con mi cabeza acomodada en el. He encogido las piernas y ahora tengo los pies encima del asiento acolchado.

Hemos decidido salir por la noche. El reloj del coche marca las doce y tres minutos. Lo que te estás perdiendo... El cielo parece haber cobrado vida propia. Nunca lo había visto tan oscuro y a la vez tan brillante. Hay millones de estrellas que nos iluminan el camino de vuelta a casa. Miles de puntitos brillantes decoran el cielo negro, nunca había visto tantas estrellas en una misma noche. Estoy maravillada, ojalá vieras lo que en este momento estoy viendo. Hoy la noche puede enloquecer a cualquiera.

Voy a contarte mis propósitos para este año que apenas acaba de empezar. Y aunque sé que al final no se acaben cumpliendo ni la mitad, siempre va bien empezar con el pie derecho y creerte que este va ser un buen año, mejor que el anterior.

El primer punto que hay en la lista –porque sí, he acabado escribiéndolos– es dar el paso definitivo para conseguir olvidarte, dejarte arrinconado en el pasado y poner punto final a nuestra historia que tanto daño ha acabado haciéndome.

El segundo es ganar un par de kilos. Con la mudanza al apartamento, tú, el ajetreo diario del trabajo y el hecho que tampoco sepa cocinar un buen plato de lentejas –porque sí, echo de menos los platos de legumbres que me ponía mi madre y yo tanto odiaba– he acabado perdiendo varios kilos. Aunque creo que este punto ya lo podría tachar, los dulces caseros de la abuela están tan buenos que he acabado comiéndome más de una bandeja yo sola.

El tercer propósito es apuntarme al gimnasio. Lo sé, puede que suene un poco contradictorio con el segundo punto, pero creo que me ayudará a cuidarme más, a estar en forma y verme mejor. Sentirme a gusto conmigo misma. He caído en la tentación, o en la envidia, de aquellas chicas en las fotos de cualquier aplicación de hoy en día, ¿será Photoshop los cuerpos tan perfectos que lucen? Que rabia, encima no parecen ni sudar una gota por conseguirlos...

El cuarto es dejar de quedarme en casa los fines de semana. Tengo que salir más y conocer a gente nueva. Relacionarme.

El quinto es que quiero ser una persona más decisiva. Quiero dejar de lado las pocas inseguridades que me quedan. Borrar todas las dudas e indecisiones de mi cabeza.

El sexto es retomar los estudios. He estado mirando universidades que se adaptasen a mi presupuesto, y aunque no lo hagan del todo, mamá me ha dicho que me ayudará a pagarlo. Me he decido por la carrera de publicidad, relaciones públicas y marketing. Aunque no podré comenzar hasta el curso que viene... Pero bueno, al menos es un comienzo ¿no? En marzo son las matrículas, así que cruza los dedos por mi, a ver si me cogen.

El séptimo es buscar otro trabajo. Quiero dejar el empleo de la cafetería. Quiero dejar de ser camarera, de servir cafés a gente antipática. Sí, sé que está bien, pero quiero evolucionar como trabajadora, quiero encontrar algo que me satisfaga. Ser camarera estaba bien cuando tenía diecisiete años, pero creo que ahora con diecinueve, es hora de buscar algo mejor.

Mis propósitos se han acabado. Los voy a cumplir, no todos, pero espero que algunos sí.

Me está entrando el sueño, creo que lo mejor será guardarte en la guantera y intentar dormir un poco. Quiero estar descansada para cuando mis manos toquen el volante.

Enserio, créeme cuando te digo que hoy el cielo puede enloquecer a cualquiera.

Miraré las estrellas, sabiendo que tú, no estás en ellas.

Lo que nunca te dije   «TERMINADA»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora