Parece mentira que haya pasado cuatro meses desde la última vez que nos vimos y tres desde la ultima vez que te escribí.Han habido muchos cambios en mi vida, demasiados en tan poco tiempo. ¿Por dónde empiezo?
Bueno, supongo que por el tiempo. Los días, semanas, meses han curado mis heridas y se han ido marchitando con mis inseguridades y las pocas dudas que me quedaban, como también lo ha hecho el invierno, el frío, que poco a poco se ha ido esfumado, dejando el clima más cálido que, con apenas una chaqueta tejana vas más que abrigada. La primavera me tiene un poco alterada, aunque no creo que ese sea el motivo de mi exaltamiento. Hoy comienzo en mi nuevo trabajo.
Sí, hace un mes fui a una entrevista para un puesto de auxiliar de marketing y publicidad, tan solo hace tres semanas que me llamaron para comunicarme que estaba dentro, sí, ya puedes imaginarte mi cara, gritos y saltos de felicidad. Y aunque no sea mucho, es un buen comienzo para algo que en un futuro puedo llegar bastante lejos. Dejé la cafetería, pensaba que no me iba a costar, pero, el último día entre esas mesas picadas y sillas cascadas, mis compañeros me despidieron con una buena tarta de chocolate negro, un par de globos de colores y una pancarta donde costaba de leer «te echaremos de menos» Se me escapó alguna que otra lágrima, joder, claro que echaría de menos ese lugar donde me vio crecer, enfadarme, querer, equivocarme, aprender, y sobre todo a esas personas con quienes he compartido tantos momentos de mi corta vida. Pero supe controlar mis emociones diciendo que me pasaría a menudo para hacerles una visita.
Hablando de cambios, me he cortado el pelo. Y no, no han sido solo las puntas, ni tres dedos. He pasado de que las hebras de mi pelo me hiciesen cosquillas por la cintura, a que me rocen arras de hombro. No solo eso, si no que también he dado un poco más de vida y luz enfocándome ya al verano, con unos cuantos reflejos y las puntas de dos o tres tonos menos que mi color de cabello natural. A sido un cambio de look en toda regla.
También contarte, algo acerca de lo que estoy muy ilusionada y estoy manteniendo todas mis ganas y toda mi fe en ello. No sé cómo contártelo, me resulta un poco incómodo, pero creo que debes de saberlo.
Estoy saliendo con el rubio.
Sí, el rubio se ha vuelto muy especial para mí. Por si no te acuerdas de quién era, es aquel chico que conocí por primera vez en mi vida en el pueblo gracias a la vecina y que ha acabado siendo algo más que un amigo y un entrenador personal.
En todo este tiempo no hemos dejado de vernos, de conocernos. Y a medida que iba descubriendo su personalidad, sus aficiones, sus miedos, todo sobre él más me atraía y más me gustaba. Al principio todo comenzó por un par de besos, en medio de una pista, con un vaso lleno de alcohol en la mano, pero es que la tensión sexual entre nosotros era –es– demasiado palpable que acabó siendo alguna que otra caricia y beso robado sin mucha importancia. Tenemos muchísimo filling, y no es algo de físico solo, sino que también nos complementamos, nos entendemos y nos ayudamos. Se podría decir que se ha vuelto una persona imprescindible ahora mismo en mi vida y que no podría imaginarme sin ella.
Sé que puedo contar con él para todo y sé que él va a estar ahí. Le he contado algo sobre ti, pero me duele hacerlo, por la cara de rabia que me pone en escuchar tu nombre y la pena que me invade a mí en el cuerpo. Le he dicho que incluso había ido a terapia –porque sí, ya lo he dejado– pero no de que aún te sigo escribiendo aunque el médico me dijo que ya no hacía falta.
Hace una semana, comenzamos la relación oficial. Sí, soy su novia, tengo novio. Aún me acuerdo y me sonrojo de la manera que me "propuso" serlo, fue poco romántica pero para mí fue perfecta e ideal.
Estábamos en su apartamento, viendo un partido de basquet, comiendo un par de pizzas con sus amigos –porque sí, los he conocido–. Uno de ellos, el más bromista y se podría decir que idiota, le quiso hacer rabiar y enfadarle. No encontró otra manera que ponerse cariñoso conmigo. El rubio saltó, endureció su mandíbula, se levantó del sofá bruscamente y tiró de mi mano para deshacer del agarre de su amigo y hacer chocar mi espalda contra su abdomen, «Búscatelas que no tengan novio mamón»
Las risas de sus amigos cesaron y la expresión chulesca del idiota empalideció. Yo no sabía qué hacer ni qué decir, estaba en shock, quieta entre sus brazos sin poder mirarle y sintiendo su dura respiración en mi oreja. De pronto me soltó y se fue dando un portazo saliendo del piso. Le seguí, mis pies iban solos bajando los escalones, viendo su silueta desde lejos. Salí del portal y lo vi con la capucha puesta –ese gesto me hizo saber que estaba enfadado– y sus manos metidas en los bolsillos. Lo que me hizo hervir la sangre fue la chica de al lado que le miraba de lejos comiéndoselo con los ojos, «Búscatelos que no tengan novia bonita» y se giró, me miró, entre abrió los labios y alzó la ceja quitándome el aire.
Las personas que pasaban por la calle dejaron de importarnos y nos fuimos acercando poco a poco ocupando casi toda la acera, «¿Así que tienes novio?» asentí, mirando fijamente sus labios. Y justo antes de que nuestras bocas chocarán me susurró muy, pero que muy bajito, «Soy yo ¿verdad?» Reí, de mi garganta brotó una carcajada, había sonado como todo un niño pequeño tímido e inseguro, cosa que parecía mentira con la poca vergüenza que tiene. Acaricié su nuca y lo atraje hasta fundirnos en un dulce, apasionado, ansiado, loco, tierno beso.
Lo gracioso de todo, fue cuando sus amigos se asomaron a la ventana para observarnos y chillar cosas obscenas y poco aptas. Pero nosotros estábamos en nuestra burbuja, en nuestra propia atmósfera, hasta que agua helado cayó mojándonos por completo, haciéndonos detener nuestro fogoso beso. Malditos amigos de mi novio. Qué bien suena, mi novio...
La noticia más buena y la que más esperaba llegó ayer por la tarde. Un paquete con mi nombre y apellidos en el buzón, con el remitente de la universidad. Creo que estuve por más de veinte minutos mirando el sobre encima de la mesa del comedor, decidiéndome entre abrirlo o no. No tuve el valor de hacerlo yo sola, así que llamé al rubio y le dije que viniera antes a mi casa. No quiso abrirlo por mi, decía que era algo mío y que debía de ser la primera que chillara de la emoción, porque en serio que no llegó a tener duda de que no me fueran a aceptar.
Las manos me temblaban y el corazón aceleraba a cada segundo. Me abrazó por la cintura y besando mi hombro me ayudó a sacar la hoja que había dentro.
"Tenemos el placer de comunicarle que ha sido admitida..."
No me faltó leer más. Dejé el papel encima de la mesa, y salté encima del rubio, chillando y gritando como una loca que me habían aceptado.
Ya ves que las cosas han cambiado bastante, pero a mucho mejor. Ahora son pocas las veces que me acuerdo de ti. Y cuando lo hago, cojo una hoja y empiezo a escribirte, justo como ahora. ¿Cómo te va a ti todo? ¿Qué es de tu vida? Aveces te echo de menos, pero son casi nulas comparadas con las ganas que te tenía antes. Así, todo está mucho mejor, tú por tu cuenta, vete a saber dónde, y yo reconstruyendo mi vida.
Me he peinado con un perfecto moño, dejando libres algunos mechones del flequillo. Me he enfundado en unos pantalones caqui de vestir, una camisa negra suelta y unos tacones negros la mar de monos que me compré la semana pasada. He perfumado mi cuello y mis muñecas y me he maquillado de manera sutil y natural. Creo que estoy perfecta para causar una buena impresión en mi primer día de curro.
¡Así que allá vamos cambios!
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Lo que nunca te dije «TERMINADA»
Historia Corta❝ Lo malo y lo bueno se juntaron un 13 de diciembre ❞ © swxtza 2016