06 || So damn adorable.

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.    𝘴𝘰 𝘥𝘢𝘮𝘯 𝘢𝘥𝘰𝘳𝘢𝘣𝘭𝘦    .

( ɪᴍᴀɢᴇɴ ᴅᴇʟ ᴏᴜᴛꜰɪᴛ ᴅᴇ ᴇʟᴇɴᴀꜱᴇ ᴇɴᴄᴜᴇɴᴛʀᴀ ᴀʟ ꜰɪɴᴀʟ ᴅᴇʟ ᴄᴀᴘÍᴛᴜʟᴏ )


Kevin, ese era el nombre de mi padre

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Kevin, ese era el nombre de mi padre. No era mal padre, solo esperaba mucho de mí y vivía constantemente bajo mucha presión. ¿Qué estaba haciendo él ahora? ¿Me estaba buscando? Él y mi madre, Katelyn, y mi hermano, Daniel, ¿acaso existieron alguna vez?

Todos esos pensamientos me perseguian mientras caminaba a paso tranquilo. Dirigí una última mirada a la casa para luego ir hacia el auto blanco que se encontraba a un lado de la casa. Rogando que el auto sea correspondiente a las llaves, traté entrar. Largué un suspiro cuando entré en el auto y cerré la puerta. Por suerte, sabía como conducir, pues mi padre me había enseñado.

El sol estaba desapareciendo del cielo, mientras la oscuridad se apoderaba del cielo. Bajé del auto aliviada de que lo que acababa de hacer no se haya convertido en una gran catástrofe y agradeciendo a Dios que yo continuara con vida.


Mantenía firme la linterna con mi mano derecha mientras que caminaba sobre la tierra. Estaba en el cementerio buscando a Isaac, pues habíamos quedado en encontrarnos en el cementerio, ninguna parte en específico. Llevaba puesto un vestido brillante y hermoso color negro, con unos tacones del mismo color y un par de accesorios que encontré en el closet de mi habitación.

Cuando por fin pude divisar sus cabellos rubios encima de una extraña grúa que metía tierra en un pozo, o algo por el estilo, me encaminé hacia él.

― ¡Hola Isaac! ― exclamé a unos pasos de él, quien giró la cabeza sorprendido al oír mi saludo.

Bajó de la grúa y sonrío ―. Creí que no vendrías.

Le sonreí ―. Creíste mal ― hablé acercándome a él y envolviéndolo entre mis brazos. Se podría notar a kilómetros que se sentía sorprendido. Cerré los ojos durante el abrazo para poder disfrutar bien y luego me incorporé, deshaciendo el abrazo.

― Estás de buen humor ― comentó tomando mi mano y guiándome a una banca de parque. No sentamos ahí y yo miré hacia el cielo. Observando la magnífica luna llena que le asomaba de ahí.

―Lo sé. Además, me encanta ponerme está clase de atuendo ― le expliqué señalando mi ropa  y guiándole un ojo ― como no voy a ir a la fiesta, decidí al menos tener el lujo de lucir bien.



Rió ―. Espera, espera, espera. ¿Entonces lo robaste?

Asentí con una sonrisa de oreja a oreja ―. Nunca se enteró.

Lanzó un carcajada sonora ―. ¿Sabes algo? Nunca me imaginé que algún día estaría riendo junto con Lena Phoenix en un cementerio.

Fruncí el ceño ―. ¿Por qué dices eso? No es como si yo fuera algo inalcanzable.

Giró su cabeza hacia mí ―. Eso es exactamente lo que eres, o al menos eras para mí hace unos días. Tu eres amable pero popular, eres como un Danny pero en chica. Todos te quieren hablar pero no se atreven.

Con mi mano tomé mi cabello, era una buena oportunidad para saber de esta Elena que todos conocían ―. ¿Por qué me querrían hablar? No es como si fuera muy importante.

Sus ojos se llenaron de dulzura mientras observaba ―. Eso es lo que te hace importantes para todos. Que eres hermosa, pero no lo sabes. Eres misteriosa, pero pareces no notarlo. Tienes una personalidad muy... ¿cómo decirlo? Muy dividida. Eres un enigma para todo el que se cruza por tu camino. Un día estás feliz, otro triste. Otro enojada y otro irritada. Nadie sabe qué es lo que harás, porque eres impredecible.

Lo miré sorprendida ―. Oye, no sabía que tu me conoces más de lo que me conozco yo misma― no pude evitar sonreír cuando oí lo que me dijo y al ver la manera el la que me miraba, como si hubiera pasado horas de su vida intentando dicifrarme ―.  ¿Te digo un consejo para saber un poco cómo pienso? ― le pregunté y el asintió confundido ―.  Pues, generalmente hago lo que creo que es lo correcto, sea cual sea la consecuencia, no me importa.  Aunque, admito que a veces, dejo que mi enojo gane. Además, no soy la única de nosotros dos que no notarlo algo. ¡Por el amor de Dios, Isaac! Tu eres... hermoso y tu pareces no notarlo ―.Él se sonrojó instantáneamente y para ablandar un poco el ambiente, le pregunté bromeando: ― ¿Qué otra cosa debería saber sobre mí, que tu sabes?

El río y se me quedó mirando, y ahí me di cuenta. Él, que estaba frente a mí, era la perfección en persona. Lancé un gruñido ―. Mierda, Isaac ― por como cuarta vez en la noche me miró con confusión ―. ¿Cómo haces para ser tan malditamente adorable?

Sus mejillas tomaron un color rojizo. ¿Lo dije en voz alta? Oops. Ahora sabrá que me gusta. Al ver sus mejillas sonrojadas, no dudé en poner ambas manos en sus mejillas y pellizcarlo, ah, creyeron que lo iba a besar, ¿no? No lo haré

Mordí mi labio inferior y fruncí el ceño. Las ganas de besarlo y probar el sabor de sus labios me inundaron. Me acerqué a él hasta el punto en que si me acercaba un centímetro más, sus labios chocarían con los míos, por lo que, antes de que él intentara besarme, hablé: ― Isaac, no te besaré ― él pareció decepcionarse y le sonreí. ― No aún. No quiero apresurar las cosas, no te besaré en la primera cita.

El frunció el ceño y luego adornó su preciosa cara con una sonrisa brillante e iluminada ―. Espera, ¿es una cita?

Me alejé un poco para poder ver completamente su cara ― No lo sé, ¿quieres que lo sea?

Me volví a acercar y besé suavemente su mejilla ― Claro que es una cita, Isaac.

Miré la hora y me sorprendí al ver que eran casi las once de la noche ― ¡Ay, que tarde que es!

Me puse de pié recojiendo mi bolso, que se encontraba en el suelo, lleno de tierra, por lo que lo sacudí. Al levantar la mirada, para despedirme de Isaac, sentí unos brazos rodearme. ¡Isaac me estaba abrazando! Cerré los ojos para disfrutar más del abrazo como había hecho al principio de la noche y sonreí. Él era más alto que yo, aunque yo llevaba puestos unos tacones altos, el seguía llevando ventaja con respecto a la altura.

― No sabes lo mucho que aprecio que hayas venido ― murmuró poniendo su mano derecha sobre mí mejilla. Le sonreí enviándole confianza. Haber visto esta serie solo una vez no hace que me olvide de la situación en la casa de Isaac. La mayoría de la cosas no las recuerdo, pero eso no quita el hecho de que sentía que debía proteger a este hermoso ser a toda costa.

My World  |  Isaac Lahey  |  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora