10 || Lydia, a fallen angel from heaven.

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.    𝘭𝘺𝘥𝘪𝘢, 𝘢 𝘧𝘢𝘭𝘭𝘦𝘯 𝘢𝘯𝘨𝘦𝘭 𝘧𝘳𝘰𝘮 𝘩𝘦𝘢𝘷𝘦𝘯    .


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El timbre había sonado, y eso significaba solo una cosa. Que si no me apuraba a salir de la clase antes que todos, terminaría siendo aplastada por millones de adolescentes. Rápidamente tomé todo lo que estaba apoyado sobre mi banco  y lo metí todo en mi bolso más rápido de lo que Flash podía correr.

Al salir me encontré con Allison caminando a lo que yo suponía era su casillero. El pasillo estaba desierto, obviamente sin contarnos a Allison y a mí. Al llegar junto a ella, que veía confundida una chaqueta que estaba dentro de su casillero y no me había notado, por lo que silenciosamente me posicioné detrás de ella y la tomé de los hombros haciendo que se sobresalte. Lancé varias carcajadas, pero me detuve al ver que luego de que yo la haya asustado, ella hubiera continuada viendo su chaqueta negra.

Entonces, el pasillo comenzó a llenarse de personas que iban de un lado al otro, algunos solos, otros acompañados y bueno... Por otro lado estaba Lydia, quien llamaba la atención de cualquier criatura viviente en el planeta.

El timbre volvió a sonar indicando que debíamos correr hacia la siguiente clase. No, el primer timbre no indicaba el recreo, sino que indicaba el cambio de hora. Por lo que el pasillo comenzó a vaciarse. Allison cerró su casillero, me miró sonriendo y fue a su siguiente clase.


Al llegar a mi clase, pude ver que la compartía con Scott, Lydia y Tina, quien se encontraba pasando una lima por sus uñas perfectas. Nunca entenderé como es que es tan hermosa, lo digo como amiga, pero esta chica si que es perfecta. Tomé lugar junto a ella y le sonreí, a lo que ella frunció el ceño.

Al entrar la profesora de matemáticas, luego de dejar sus cosas apoyadas sobre su banco, llamó a Scott y Lydia a la pizarra a hacer unas ecuaciones. Era bastante notable el hecho de que Scott y Lydia hablaban mientras estaban ahí, la única diferencia era que al menos la rubia fresa si resolvía la ecuación, y sin ningún problema, pero Scott parecía no entender.

― Señor McCall, no está ni cerca de resolver el problema ― exclamó la profesora luego de que Lydia se haya sentado en su lugar, dejando a Scott como el centro de atención, o más bien el centro de humillación. Scott murmuró algo y volvió a sentarse a su asiento ―. ¿Alguien que quiera hacer lo que el Señor McCall no pudo? ― preguntó y todos en la clase, menos Scott y yo la levantamos. Iría, pero realmente no tenía demasiadas ganas de hacerlo. Pero como tener suerte obviamente no es lo mío, la profesora añadió: ― Emm... Señorita Phoenix, a la pizzara, por favor.

Me levanté de mi asiento con mal humor, pues eso de participar no era lo mío. Al estar frente a la pizzara, dí un paso atrás para poder ver más y mejor, pero las letras y números dibujadas con tiza comenzaron a moverse de un lado a otro hasta que finalmente formaron una palabra, solo que los números se había ido y solo habían letras, que decían: "Ve con Deaton y preguntale sobre Annabeth Phoenix y Talia Hale, las protectoras de Beacon Hills."

Rápidamente, caminé hacia mi banco y tomé un bolígrafo y una hoja para escribir lo que acababa de leer, pues sabía muy bien que era real, y que en cualquier momento desaparecería, por lo que no me di tiempo para dudar. Al levantarla vista, me encontré con que todos me miraban confundidos. Llevé mi mirada hacia el pizarrón y pude ver que las letras y número habían vuelto a la nomalidad y que nadie más había visto lo que yo.


Estaba en el pasillo acompañada por Allison, Lydia y dos chicos del equipo de lacrosse. La rubia fresa nos presentaba a la castaña y a mí a los chicos del equipo, cosa que me confundió, porque bueno, no sabía de mi "cosa" con Isaac, pero sabía perfectamente de lo que tenían Allison y Scott. Allison conversaba alegremente con el chico, que creo que se llamaba George, y yo tenía frente a mí a un chico, llamado Fred, ambos pelirrojos. Por lo que él me decía, George y él eran gemelos, cosa que se notaba porque eran básicamente iguales. Allison se despidió de Lydia, pues esta se tenía que ir. Por lo que ambos gemelos siguieron la pelirroja por el pasillo hasta desaparecer de nuestras vistas. Al girarme hacia Allison, ella hablaba con Scott, por lo que decidí darme vuelta e ir a otro lugar, aunque era demaciado obvio que el timbre para volver a clases no tardaría en sonar.

Pero justo cuando estaba girando mi cuerpo, choqué contra alguien. Mis cosas, las que tenía agarradas con las manos y apretadas contra el pecho, salieron disparadas hacia el suelo. Avergonzada de haber hecho tanto escándalo, me agaché y comencé a juntar las cosas y papeles sueltos que había en el piso. Una mano se apoyó sobre la mía, indicándome que parara y miré hacia arriba.

Sonreí, todavía agachada ―. Hola, Isaac.

Mi sonrisa se borró al ver que tenía un ojo morado que obviamente había sido provocado por su adorado padre. Rápidamente tomé mis cosas, las metí en mi bolso y me levanté. Me acerqué más a él y mordí mi labio. Me debatí entre decirle que ya sabía sobre su condición en casa con su padre, pero no dije nada. Todavía no eramos ni siquiera amigos con esa clase de confianza como para que me cuente esas cosas ―. Siento mucho haberte chocado ― luego de que esas palabras salieran de mi boca, el timbre volvió a sonar para volver a casa ―. Nos vemos.


Pasé por las grandes puertas del "Beacon Hills Memorial Hospital" junto con Lydia y Bella. Tina no se encontraba con nosotras porque tenía una cita con Fred. Si, el Fred que tenía un gemelo llamado George. Resulta que cuando Lydia estaba hablando con los gemelos en algún momento del día, Tina apareció, se les unió y Fred y ella quedaron para verse. Las tres nos sentamos en unos asientos verdes que estaban libres que había mientras esperábamos que Jackson salga, pues Scott le pegó fuerte en la práctica de lacrosse. Ni bien nos sentamos, Lydia tomó sus auriculares y colocó uno en su oreja, comenzó a hablar por teléfono con una tal "Cheryl", según le oí decir. En un momento Bella fue a buscar algo para comer en la máquina expendedora que estaba doblando por el pasillo.

Las personas pasaban de un lado al otro tratando de esquivarse entre sí para no chocarse. Puede que la gran cantidad de personas ahí causó que no pudiera notar a Stiles hasta que oí su voz ―. Hola Lydia ― habló Stiles aproximándose a nosotras, pero sin notarme, pues a un lado de Lydia soy simplemente un conjunto de huesos y tejidos mientras ella es uno de los más brillantes diamantes en el mundo. Centré toda mi atención en su conversación, pues no había nada muy interesante además de folletos que hablaban sobre la menstruación―. Tal vez no me recuerdes, me siento detrás de ti en Biología ― dijo esperando que Lydia contestara, pero ella permanecía con expresión pensativa, como si estuviera tratando de decidirse entre usar tacones rojos o negros ―. Siempre sentí que teníamos una especie de conexión.No hablada, por su puesto. Tal vez, sea buena idea conocernos un poco mejor. ― Era impresionante la manera en que los ojos de Stiles se iluminaban cuando aparecía Lydia, como si fuera una especie de ángel caído del cielo. Esa ves no era la excepción, pues sus ojos estaban repletos de esperanza.

Lydia sonrió y quitó los auriculares que tenía en la oreja. Obviamente, Stiles no había visto eso, de haber sido así, él no se habría expuesto voluntariamente a esta clase de humillación ―. Un momento, Cheryl ― dijo para luego mirar expectante a el castaño, esperando que prosiguiera, pero al ver que no, le habló: ― No escuché nada de lo que dijiste. ¿Vale la pena repetirlo?

Juro que oí el sonido del corazón de Stiles romperse. Él, completamente humillado, contestó esto antes de sentarse: ― No, lo siento.

Se giró y sentó a un lado mío, hundiéndose en el asiento. Lo miré con pena, se que algún día, terminarán estado juntos, pero de todos modos me daba pena ―. No te preocupes, Stiles ― hablé y el saltó debido a que le había dado un susto de muerte. Apoyó su mano sobre su corazón y me miró con indignación. Reí al ver la expresión que se plantó sobre su cara y proseguí: ― Soy Stydia shipper.

En su cara se plantó una sonrisa verdadera que irradiaba felicidad.

My World  |  Isaac Lahey  |  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora