14 || Kiss me.

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.    𝘬𝘪𝘴𝘴 𝘮𝘦    .


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Luego de que los policías se llevaran a Derek, Scott y Stiles se despidieron de mí con la excusa de tener que ir a prepararse para ir a la preparatoria, a lo que agradecí mentalmente debido a que necesitaba un baño, o dos; entré a mi casa.

Caminaba a paso lento y cansado pero me detuve de golpe. Me pareció totalmente extraño que al pasar por el comedor, vi una hoja de papel sobre la mesa de madera, no recordaba haber dejado nada ahí. Me acerqué cuidadosa y cautelosamente temiendo que se esfumara, y la tomé en mis manos intentando leer lo que estaba escrito fallidamente, hasta que las letras comenzaron a cambiar de lugar, formando así palabras coherentes.

"Ve a: St. John 1879"

Caminé hasta mi habitación y dejé la nota mentida en el bolso que llevaría a la preparatoria, así cuando tocara el último timbre del día iría a la dirección anotada y luego al partido de lacrosse que había hoy en la noche. Luego, me dirigí hacia el baño y me dí una buena ducha, relajando todo mi cuerpo. Al encontrarme completamente limpia, salí del baño y me cambié de ropa a lo primero que encontré porque si realmente quería llegar, tenía que apurarme. Me vestí con una falda estilo escocés medio corta color verde y un sweater negro hasta las caderas manga larga. Mi cabello lo deje suelto y desordenado.

Tomé mi bolso rápidamente y salí disparada por la puerta. Salí corriendo, camino al instituto, lo mas rápido que mis piernas me lo permitían.

Iba cruzando por medio de una calle, apurada, sin fijarme en lo que ocurría a mi alrededor. Oí como un auto frenaba de golpe, por lo que me giré a ver si el conductor se había herido, pero en cambio me encontré a un Stiles que me hacía señas para que subiera a su vehículo.


― Gracias por traerme, Stiles ― le agradecía a mi amigo mientras él estacionaba su Jeep en el estacionamiento del instituto. Me desabroché el cinturón de seguridad y empujé la puerta del auto, para luego salir de él.

Al aproximarme al colegio, noté la escasa cantidad de estudiantes que había. La mayoría de los jugadores de lacrosse no estaban tampoco. Seguramente se debía a que por la noche, habría un partido, específicamente ese  partido al que Scott no debería ir, pero de igual manera irá. Cuando estaba por empujar con mis manos la puerta de entrada, alguien se puso delante de mí, empujó la puerta y me dejó pasar. Al principio no podía ver quien era, pero luego de pasar, me giré para ver quien fue la bondadosa persona que me abrió la puerta.

Su cabello era corto, rubio y rizado; y el color de sus ojos azules resaltaba debido a que llevaba puesta una camisa del mismo color y una bufanda gris en su cuello. Sus hombros eran anchos y, algo que no pasaba por desapercibido, era que su rostro se notaba golpeado, con moretones y un poco de sangre. Su padre lo había golpeado, otra vez.

Isaac aún sostenía la puerta, y al notar que ya había pasado por la puerta, la soltó. Me miró triste, como su en cualquier momento se rompería y comenzaría a llorar.

― Hola, Lena ― sonrió débilmente.

Lo tomé suavemente de la mano y lo guié a un salón de clases vacío y me senté sobre una de las mesas de trabajo ―. ¿Te encuentras bien, Isaac?

Cuando vi que sus ojos comenzaban a humedecerse, lo miré preocupada. Nunca lo había visto así. De sus ojos empezaron a caer lágrimas y más lágrimas y la única manera que se me ocurrió para consolarlo fue abrazándolo.

Lo sostuve fuertemente contra mí, esperando que ese abrazo borrara todos los sentimientos malos en él, todo aquello que le causara dolor. Cuando nos separamos tuve unas intensas ganas de besarlo, de sostenerlo cada vez que se sintiera mal; pero no podía. Debía tener un poco de auto control, ya le había dicho que no lo besaría tan cerca de la primera cita. Hasta que...

Me separé del abrazo ―. Al diablo con eso.

Acerqué mis labios a los suyos, pero no los uní, primero lo miré como pidiéndole permiso a lo que asintió, y luego ya no hubo más distancia. Sus labios eran fríos, como los míos. Al principio lo sentí muy extraño, el hecho de que no era tan cálido como imaginé que lo sería. Comencé a mover mis labios sobre los de él, quien no los movía casi la principio, pero luego me siguió el ritmo. Yo trataba de besarlo con cuidado y sin querer lastimarlo aún más, trataba de contenerme a mí y a mis impulsos. El beso fue intensificándose hasta convertirse en un beso profundo y dulce que transmitía amor y tranquilidad.

Obviamente tuve que arruinarlo, ¿quién sería yo sin arruinar todo lo que toco? Isaac se separó del beso debido a que tenía una parte del labio lastimada, y hasta ese momento no le dolía mucho, pero como soy una bruta ahora sí.

― Lo siento, ¿te dolió mucho? ― pregunté a Isaac mirándolo con preocupación.

― No, no, estoy bien, Lena ― negó clavando su mirada azul en la mía.

Suspiré entristecida ―. No tienes que fingir que no te duele, Isaac. Puedes decirme lo que sea.

― Bueno... sí, me duele. Pero sanará, no importa ― le quitó importancia al tema mientras me alzaba levemente con sus brazos y hacía sentar sobre un banco.

― Claro que importa. Si a ti te molesta o duele, ese importante, nunca olvides eso ― hice una pausa ―. De hecho, yo hoy vine al colegio por ti. Quería... preguntarte algo...

Me miró como indicando que prosiguiera. Pero al ver que yo no hablaba, decidió preguntarme con palabras ―: ¿Qué querías preguntarme?

Una sonrisa de estúpida se me escapó y una risita igual ―. ¿Estás libre está noche? ¿Podemos ir juntos al partido y luego hacer algo juntos?

Abrió levemente mis piernas y se acomodó entre el hueco entre ellas. Se acercó peligrosamente a mi rostro y sonrió. Quise sacarle una foto y guardarla por siempre, se veía muy lindo, y además de lindo, aunque sea, un poco feliz. Y ese era mi objetivo en la vida, tratar con todo mi esfuerzo que él sea feliz.

― Claro que si. Por cierto, has roto tu promesa ―. Una sonrisa traviesa se asomó por sus labios ―. Me besaste.

Reí ―. No pude contenerme.

Y pasé todo el día, durante las clases, los recreos, cuando pasaba por los casilleros con una tonta sonrisa de enamorada y cada vez que veía a Isaac mi rostro se teñía levemente de un tono rojizo.

My World  |  Isaac Lahey  |  #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora