Capítulo 6.1

1K 76 26
                                    

•Lacey POV•

La brocha acaricia mi epidermis insertando un rosa pálido en mis mejillas. Miro por última vez esa linda obra de arte que Anabeth Nathans a creado en mí. Sonrío y me volteo a ver la mía. Ella ha quedado hermosa. Incluso más de lo que ya es.

Todo ha quedado perfecto, excepto mi habitación que se ha tornado un pequeño desastre a causa de la ocasión.

Apenas culmina la tarde y el cielo continúa claro. Quizás espere al momento perfecto para dar a conocer sus magníficas estrellas.

Nos encontramos justo al borde de la puerta esperando por esa persona que nos recogerá. Sí, iríamos a salir. ¿A dónde? Nada más y nada menos que a nuestro baile de graduación. Ya por fin había llegado tan esperada noche.

–¿Por qué no llega?–Me desvía Anabeth de mis profundos pensamientos.

–Debe estar tarde. Vendrá pronto, Ana. Estoy segura.–Respondo a la chica que no dejaba de sonar sus tacones en el sólido piso.

Como saben, esperamos a nuestro último y más importante atuendo. Ese detalle que no puede faltar en ningún baile de graduación y que además todos saben de quién se trata. Se preguntarán, ¿por qué están tan confiadas de que vendrá? Pues bien, a mi casa ha llegado un comunicado de que estemos lista para las 6. Para que tengan una idea, la correspondencia decía:

Lacey Adams y Anabeth Nathans,
Para mí es un honor el poder acompañarlas a la gran noche de sus vidas. Pasaré por ambas a las 6 de la tarde en el lugar acordado.
Muy atentamente, su pareja de baile.

Se podrán imaginar nuestra diminuta reacción al recibir la susodicha nota. No relataré cómo fue porque de seguro pensarán que necesitamos ayuda psicológica, cosa que no es cierto, pero para que tengan una idea le menciono que ya no tengo cama. Piensen como quieran sobre eso, aunque les aseguro que no es nada de lo que cualquier pervertido pudiera especular.

La joven voz de mi hermana incrementa mis nervios y los de Ana.–De seguro se arrepintió de haber llegado hasta acá por ustedes dos.

–Oh, Maggie no digas esas cosas.–Reprende Ana hacia mi hermana menor.–Dylan no nos dejará vestidas y alborotadas.

–Exacto, Maggie.–Sustento a mi amiga.–Cuando ese bombón pase por esa puerta de ahí y nos extienda la mano a las dos, créeme que quedarás muerta de la envidia.–Le advierto a Maggie señalando la puerta de acceso que queda frente a mi casa.

Maggie rueda los ojos como respuesta y se introduce a la casa para, probablemente, hablar con Alejandra quien se encontraba en la sala. Mientras tanto, Ana y yo nos miramos para soltar un soplido de súplica ante nuestros deseos. Dylan O'Brien tenía que llegar. Tarde o temprano, pero tenía que hacerlo.

Nuestras plegarias fueron tantas que al parecer llegaron a oídos de Dylan. No miento al decir que pasaron solo 5 minutos cuando una larga y muy elegante limosina negra había entrado por mi residencia.

Se aparcó justo delante de nuestros abiertos ojos, sentí un taco formarse en mi garganta y casi me quedo sin respiración. Mi emoción fue inevitable y comencé a dar leves brinquitos provocando un tac-tac de parte de mis tacones. Di media vuelta y realicé a una Anabeth completamente serena. ¿Qué le sucede?

–¡Ana, nuestro sueño se ha hecho realidad!–Hablé exaltada hacia ella quien respiraba de una manera exagerada. Era algo así como un inhala y exhala, pero bastante notorio.

–Oh-Ddiddis

–¿Qué dices?–Le pregunto ante tal comentario.

En respuesta, solo cerró sus grandes ojos y volvió a respirar.–No puede ser real.–Su voz era entrecortada y salía con dificultad.

–¡Lo es! ¡Dylan está aquí, Ana! ¡Iremos con él al baile!–Decía mientras la agarraba de los hombros y la sacudía levemente.–Vamos, conozcámoslo de una vez.

–¡Espera!–Dice ella mientras me toma de la muñeca.–¿Cómo me veo?–Pregunta mientras se arregla sus perfectos y anchos rulos rojizos.

–Te ves bien, Ana.–Afirmo para preguntarle lo mismo de mi aspecto. Ella responde afirmativamente y me voltea hacia el lindo choche empujándome por mi espalda hacia él.

Caminamos tímidamente hacia nuestro deseado destino, pero paramos en seco en cuanto una puerta se abrió. Sentí mi corazón acelerado y juro que los latidos de Ana lo estaban igual.

De la puerta del pasajero, salió una varonil y fina pierna. El zapato del chico me gustaba. Era una mezcla de elegancia y modernismo y hasta creo haberme transportado a algún extraño momento de mi vida. Creo que visto ese zapato en alguna de sus alfombras.

Luego de un segundo de espera, la mano de nuestra pareja de baile se había hecho presente en la puerta de la limosina.

No esperé un segundo más. Yo no sé Anabeth, pero lo único que quería era ir a abrazar a mi novio.

Así que corrí hasta la angosta puerta, la quité de un jalón y sin más que pensar, abracé al chico de traje fino. Apreté sus costillas y me sentí desfallecer.–Oh, Dios mío cuánto espere por este momento...

El chico rodeo mi cuerpo y correspondió a mi abrazo. Sonreí en sus fuertes brazos y una lágrima se escapó de mis delineados ojos. De seguro se había corrido el maquillaje, pero eso era lo de menos ahora.

–Lacey...–Oí llamar a mi amiga tras de mí.

–Asdfghjkl lo sé, Ana.–Contesté asumiendo que su llamada era por mi repentino abrazo.–Sé que es tu turno ahora, pero dame solo unos segundos más.

–Emm, como quieras.–Respondió con un tono algo burlón.

Definitivamente no la entiendo. Hemos esperado tanto tiempo por esto y ella solo dice "como quieras". Yo en su lugar, me empujaría a mi misma y abrazaba a Dylan hasta que muriera en mis brazos.

Pero no podía ser tan egoísta. Gracias a ella, estaba abrazando a mi súper estrella. Me compadecí de mi mejor amiga y separé mi estilizado ser de Dylan a quien aún no me atrevía mirar cara a cara.

Me dirigí hacia ella dando leves palmaditas y haciendo que la chica riera de forma cómica.–Ve, es tu turno, Ana.

–¿Ya viste que guapo se ve con ese recorte?–Susurra en mi oído con una sonrisa pícara.

No contesté a su pregunta, ya que su actitud me parecía algo ilógica. Su divertida mirada se había trasladado a quien pensé que era Dylan O'Brien y hasta ese entonces imité su acción.

Estuve a punto de tener un ataque cardiaco al descubrir la persona que había estado abrazando durante casi un minuto. Esto debía ser una broma.

No era Dylan O'Brien.

Era nada más y nada menos que...

–¡Tú!

Sueño con O'Brien [Completada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora