Una fracción de milisegundo

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En el ultimo mes las cosas se habían tornado extrañas entre Elena y yo, habíamos mantenido la profesionalidad incluso fuera de horario. Se había perdido un poco la confianza. No entendía por qué y seguramente era mas fácil no pensar en ello pero no podía evitarlo. Extrañaba la manera en que nos tratábamos, creía que podría haber sido una buena amistad. Por primera vez, desde que había comenzado a trabajar ahí, no me sentía del todo cómoda; no me levantaba en las mañanas con el mismo entusiasmo, por primera vez, hasta me sentía cansada de las llegadas temprano y las horas extras. Ahora, al quedarme por las noches ya no tenía las platicas banales con Elena, ni me explicaba lo que estaba haciendo o me enseñaba cosas sobre el estudio, apenas y me volteaba a ver. Era pesado trabajar así.

Era un sábado por la noche y yo solo quería irme a un bar, tomarme una cerveza e irme a casa a dormir hasta pasado el mediodía del domingo. Una vez más, Elena siguió su agenda personal haciéndome trabajar hasta tarde del sábado por la noche.

Ya solo estábamos ella y yo en el estudio como de costumbre, solo que esta vez no me pidió que fuera a comprar la cena. –Tratemos de no quedarnos aquí mucho tiempo –comenzó con esa voz tan peculiar que casi hasta había olvidado lo mucho que me gustaba. –Yo también quiero irme a descansar.

Al parecer la noche se prestaba para meterse debajo de las sabanas con un poco de nieve y alguna película. A pesar de ser de noche, se notaban las nubes densas cargadas de lluvia y el viento soplaba constante. Se alcanzaba a escuchar incluso estando dentro del estudio.

Menos de veinte minutos después comenzó a llover como si fuera diluvio, retumbaban las gotas en las ventanas del lobby.

–Supongo que eso es señal de que es hora de irnos –dijo Elena.

–Si no te importa, yo voy a esperar a que se calme un poco la lluvia –pedí –camino hasta mi casa y no me quiero mojar tanto.

–¿Quieres quedarte en mi casa? No parece que vaya a calmarse pronto.

–No, gracias, solo si tienes un paraguas que me prestes...

–¡Estás loca, no te vas a ir así! –justo en ese momento se fue la luz en el estudio. Ambas nos quedamos quietas esperando a que nuestros ojos se acostumbraran a la oscuridad.

Elena se levantó y caminó hacia el lobby –Parece que se fue la luz en toda la calle.

–¿Tienes velas por aquí? –me acerqué a las ventanas para ver con un poco de claridad.

–No, no tengo nada eso. Desconecta todo y vamos a mi casa.

La seguí mientras nos dirigíamos a la puerta de atrás, solo alcanzaba a ver su silueta y a escuchar sus pasos ligeros. Una vez ahí, Elena sacó algunas velas y comenzó a encenderlas en toda la estancia de la planta baja. Me sentía como en una película romántica durante la noche de bodas, eso o como si estuviéramos a punto de realizar un hechizo para hablar con espíritus en el mas allá.

Nos sentamos en los sillones, ella en uno con las piernas completamente estiradas y yo en otro tratando de mantener la postura.

–Si no se calma la lluvia puedes quedarte aquí.

–Preferiría regresar a mi departamento.

–¿Por qué últimamente no te siento a gusto conmigo?

–No lo se –me apené –te he sentido diferente hacia mi, eso todo, he mantenido mi distancia.

–No entiendo por qué.

–Yo se que eres mi jefa –comencé sin estar segura de hacia dónde iba con eso –vaya, no somos amigas ni mucho menos y eso es algo que siempre se hará presente pero según yo teníamos una buena relación hasta que un día simplemente se detuvo –me detuve un poco –Me refiero a que ahora siento algo de tensión entre nosotras, ya ni siquiera me enseñas tu trabajo cuando nos quedamos hasta tarde. Me encanta estar en el estudio y absorber lo mas que pueda pero no está de mas un poco de explicación por tu parte. No sé, sentirte conforme con lo que hago o que me digas cuando hago las cosas mal. Además que sinceramente extraño la convivencia contigo, solía ser agradable. –Finalicé recuperando el aliento.

Te tomaré una fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora