Directo al grano

791 56 2
                                    

Desperté confundida sin siquiera voltear a ver la hora, a juzgar por el sol pasaba de mediodía. A mi lado estaba Elena aun dormida. Su piel desnuda me tentaba a tocarla, abrazarla. Sus hombros llamaban a mi labios  pero el día le daba un aire nuevo y más claro a la situación, seguramente Elena pensaría lo mismo, seguramente lo vería como un error; para mi no lo era, para mi había sido mejor de lo que hubiera imaginado. Hasta ese momento no había notado que desde el primer día me había robado mas que el aliento, que desde el primer día había deseado sentirla tan cerca como ahora pero qué probabilidad habría de que se fijara en mi, seguro había sido cosa de una noche, curiosidad, querer experimentar, cualquier cosa. No quería pasar el momento incomodo en el que ella casi me sacara de su casa así que me levanté lentamente y, lo más silenciosa que pude, salí del cuarto cerrando la puerta detrás de mi y fui al cuarto oscuro por mi ropa, me vestí y me fui apurada.

Camino a mi departamento no dejaba de sonreír, me sentía feliz por lo sucedido pero al mismo tiempo me daba tristeza pensar que había arruinado nuestra relación para siempre, pensar en que ya no se darían esas largas platicas después del trabajo, que tal vez Elena hasta me despediría con tal de no verme.

Al día siguiente me presenté en el estudio como si nada hubiera sucedido. Llevaba el cabello mas desalineado que de costumbre porque se me había hecho tarde, para variar. Llegué corriendo y como alguna broma de mal gusto por parte del universo, en la entrada me topé con Elena; sentí cómo mi rostro se ruborizaba y mis piernas se convertían en gelatina.

–Buenos días –apenas pude hablar mientras bajaba la mirada.

–Buenos días –respondió de manera fría siguiendo su camino.

Viéndolo por el lado amable, podría haber sido peor, al menos aun tenía trabajo y Elena había tenido la amabilidad de saludarme.

A quién intentaba engañar, había sentido como si algo se hubiera roto dentro de mi. Supongo que en algún rincón iluso de mi mente tenía la esperanza de que al verla se le iluminara el rostro y me sonriera como señal de que ella había sentido lo mismo que yo.

Entré al estudio y comencé mi trabajo. Mientras, Elena seguía distante, solo me daba ordenes sin voltear a verme; a la hora de la comida no me pidió que la acompañara y al finalizar la jornada no quiso mi ayuda.

Los días pasaron y la tensión seguía ahí, no se en qué estaba pensando cuando la besé, había corrido con suerte cuando no me había abofeteado la primera vez, por qué volver a arriesgarlo todo. Necesitaba hablar con ella, ya hacía mas de una semana que no cruzábamos palabra mas que para cuestiones de trabajo. La extrañaba, la extrañaba mas de lo que hubiera imaginado y a ella parecía no importarle.

Esa mañana me había levantado temprano, me arreglé el cabello, me vestí con un pantalón de mezclilla, una blusa blanca de cuello redondo sin mangas, un collar a juego  y unos botines color café.

Salí del departamento y pasé a comprar un café para mi y un té para ella con un muffin de frambuesa. Llegué al estudio y dejé su té y muffin sobre la mesa donde solía trabajar con una nota escrita en el vaso del té "¿Podemos hablar? S.". Me aseguré de que nadie lo moviera o se le acercara y vi a Elena leer la nota cuando se acercó a el. Ella continuó trabajando mientras yo esperaba su respuesta.

El día había terminado y yo me sentía decepcionada de no haber obtenido respuesta alguna de su parte. Estaba a punto de irme a casa cuando al pasar por el lobby Fernanda me detuvo –Elena me pidió que te quedaras hoy –me tomó por sorpresa.

–¿En serio? –no pude disimular mi felicidad.

–Si –sonrió guiñándome el ojo –me avisó justo después de terminarse el té que le trajiste.

Me quedé consternada al pensar que Fernanda sabía algo pero no le di demasiada importancia, Elena y yo por fin íbamos a hablar de lo que había pasado, era todo en lo que podía pensar por el momento. Comencé a sentir nervios, esa conversación podía terminar por arruinar todo, pero valía la pena tomar el riesgo.

Esperé un rato en el lobby mientras veía a todos marcharse, Fernanda, ocasionalmente volteaba y me sonreía dándome un poco de confianza.

–¿Me puedo preparar un café mientras espero? –pregunté apenada por el hecho de que el café era para los clientes pero mi ansiedad me estaba matando y no quería salir a comprar uno y que Elena se fuera al no verme ahí. Fernanda, amablemente me sirvió uno y se sentó conmigo en uno de los sofás.

–¿Está todo bien? –preguntó preocupada.

–No estoy segura –respondí seria –tengo miedo a que me despida.

–¿Tiene algún motivo para hacerlo? Creí que estaba contenta con tu trabajo.

–Solo estoy nerviosa –intenté dar por terminado el tema –hace tiempo que no trabajamos tan bien juntas.

–Si, lo he notado, su humor cambió desde que se distanciaron –sonrió con la comisura de los labios.

–¿Sabes algo sobre nosotras Fer? –me atreví a preguntar.

–Solo lo que mi sexto sentido me dice.

En ese momento Elena se asomó al lobby y me llamó.

El estudio ya estaba vacío, solo éramos ella y yo.

–¿De qué quieres hablar? –fue directo al grano.

–Yo... -no sabía cómo comenzar –sobre la otra noche.

–Fue un error –me interrumpió antes de que pudiera ordenar mis ideas –no hay nada de que hablar.

–Quiero disculparme por haberlo iniciado, no quise faltarte al respeto de ninguna manera, me dejé llevar.

–Ya te dije –volvió a interrumpirme –fue un error, no le des tantas vueltas.

–¡¿Podrías dejarme hablar?! –me exalté –¿Que no le de importancia? Para mi no fue cualquier cosa, para mi el error es estar hablando ahorita en lugar de tomarte entre mis brazos y besarte –continué sin darme tiempo de pensar y detenerme. –Quiero hablar porque me duele y me molesta tu actitud hacia mi, porque me importas, porque me encantas, me vuelves loca y quiero estar cerca tuyo de tal manera que estoy dispuesta a mantener mi distancia para que puedas tratarme como antes, como si nada hubiera sucedido. –Recobré el aliento y dejé de hablar.

–¿Terminaste? –siguió cortante.

–Si –finalicé rendida.

–Si eso es lo que piensas y sientes ¿Por qué te fuiste sin decir nada?

–Porque sabía que lo ibas a ver así, como un error y la verdad, en ese momento, era lo ultimo que quería escuchar.

–Sohar, te mostré las fotografías, te mostré algo que demuestra que pienso en ti mas de lo que dejo ver ¿No te das cuenta de que todo lo que acabas de decir, yo también lo siento? Yo creí que para ti había sido cosa del momento, y por mi eso está bien, pero no por eso estaba dispuesta a seguir las mismas rutinas como si nada hubiera sucedido.

Yo no sabía qué decir y no estaba segura de lo que estaba escuchando así que una vez mas corrí el riesgo y me le acerqué lentamente, acomodé su cabello detrás de la oreja, la tomé de la cintura y la atraje hacia mi. Ella estaba inmóvil hasta que la tomé de la nuca y la besé delicadamente.

Te tomaré una fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora