Shots shots shots

765 46 0
                                    

A la mañana siguiente me levanté temprano. Realmente no había dormido mucho por la noche así que el sonido de mi despertador se sintió casi liberador. Me di un baño, me salí enredada en mi toalla y me preparé un café con un pan francés para desayunar. Al terminar revolví mi guardarropa entero para terminar con lo mas simple que pude haber encontrado, un pantalón de mezclilla desgastado, blusa blanca de cuello V, botas militares cafés y un blazer rojo para protegerme del clima fresco de las mañanas.

Llegué al estudio mas agitada de lo normal, tanto que olvidé por completo llevarle algo a Elena para desayunar, enseguida le envié un mensaje disculpándome y explicándole que se me había hecho tarde.

Entré al lobby y saludé a Fernanda –Buenos días –puse mi sonrisa mas amplia. Ella me miró extrañada y curiosa.

–¿Te pasa algo? –inquirió dudando si quería escuchar mi respuesta.

–¿Qué vas a hacer en la noche? –suavicé la sonrisa y la mirada de lunática que seguramente tenía. –Tengo ganas de salir a beber algo con ustedes, siento que me he distanciado mucho.

–Asumo que ha valido la pena –me guiñó el ojo de esa manera tan peculiar que tenía de hacerlo.

–¿Te parece si nos emborrachamos lo suficiente para hablar de lo mucho que ha valido la pena? –me sonrojé.

–Claro ¿Saliendo?

–¡Genial! Nos vemos mas tarde –me despedí.

–Buenos días –saludé a Elena tratando de disimular mi alegría.

–Buenos días señorita –me entregó mi moka latte y un muffin de platano. –Provecho.

–Gracias –caminé con ella hacia el interior del estudio.

Al ver a Rodrigo y a Tony se me aceleró el corazón por el hecho de pensar que hablaría con ellos sobre lo que pasaba entre Elena y yo. Durante todo el día estuve pensando en cómo les diría. Me gustaba trabajar con ellos, platicar sobre trivialidades, me gustaba que, a pesar del obvio distanciamiento, cada que volvía a acercarme, aunque fuera solo por un día, me recibían con los brazos abiertos y sin hacer comentarios sobre lo mucho que me había alejado.

El día pasó tan rápido como pudo, entre platicas, viejas bromas, miradas constantes hacia Elena y el verdadero trabajo, no había tenido tiempo de planear la manera en que comenzaría a explicar cómo empezó todo con Elena. Probablemente era mejor así, no pensarlo demasiado, solo dejar que la confianza y el alcohol se encargaran de sacarme las palabras. Ellos encantados habían aceptado ir a un bar tranquilo y acogedor donde pudiéramos platicar.

Terminamos el trabajo alrededor de las ocho de la noche, dejamos juntos el estudio camino al bar, yo dejando mi blazer olvidado intencionalmente para poder despedirme de Elena sin que nadie me viera. –Deseame suerte –la besé.

–Suerte. Avísame cómo te fue y en cuanto pongas pie en tu departamento de regreso.

–Si –volví a besarla –no trabajes de mas.

Llegamos al bar y pedimos una ronda de tequila para calentar motores. Después seguiríamos con cerveza y nachos para botanear. Platicamos un rato sobre lo que estaba sucediendo en la vida de mis amigos. Tony y Rodrigo estaban mejor que nunca, incluso habían discutido la idea de casarse, aun no tenían nada planeado pero uno de los dos esperaba una propuesta romántica pronto.

Fernanda, por otro lado, estaba soltera, había comenzado a salir con un hombre de nombre Sebastián, al parecer una buena persona y muy atractivo; un arquitecto que tenía poco de haberse independizado profesionalmente hablando. Alto, de barba y cabello castaño, ojos verdes, espalda ancha, tal como le gustaban a Fernanda. Parecía el sueño de toda mujer, y eso era justo lo que no la convencía, creía que era demasiado bueno para ser verdad, pero aun así se estaba dando la oportunidad de conocerlo, y hasta el momento, todo iba bien.

A la cuarta ronda de cervezas, pedimos una mas de tequila. Llegamos al punto en que nos habíamos puesto completamente al día así que era momento de decir mi gran noticia. Cuando comencé a pensar al respecto, me di cuenta que necesitaba más que una par de cervezas y dos rondas de tequila para hablar así que pedí un shot mas. Lo sentí quemar mi garganta y antes de tomar un poco de aire para terminar de pasarlo, lo dejé salir. –Estoy saliendo con alguien –en ese momento pareció como si todo alrededor se detuviera pero no había sido así.

Tony y Rodrigo pusieron cara de sorprendidos y Fernanda puso cara de emoción, los tres seguían esperando a que diera detalles.

–Comenzamos a salir hace algunos meses –continué titubeando un poco –se dio inesperadamente pero ha sido lo mejor que me ha pasado, me siento feliz con ella.

–Y ella es... -me encaminó Tony como un adolescente chismeando con su mejor amiga.

–Tomen esto con calma –pedí nerviosa –y sobre todo les pido que se quede entre nosotros.

–¿Te estás metiendo con la hija del presidente o que?

–¡Ya cuéntanos!

–Elena –confesé con los ojos cerrados.

–¿Elena? –Rodrigo pidió mas que eso.

En ese momento abrí los ojos solo para confirmar lo obvio. Sus caras pasaron de intriga a conmoción en milisegundos.

–¡Cuéntanos! –exigió Fernanda.

–Comenzó de la nada, una noche que me quedé a trabajar con ella –me decidí a contarles toda la historia con tantos detalles como mi pudor me permitiera.

Al finalizar mi historia, ellos seguían sin poderlo creer y pedían mas y mas explicaciones, sobre todo en cuanto al sexo con Elena, claro que yo no estaba dispuesta a ventilar tanto, pero les compartí lo suficiente como para alimentar su pervertida curiosidad.

La noche siguió avanzando y nosotros terminamos perdidos en el alcohol. Tony y Rodrigo nos acompañaron a Fernanda y a mi a nuestras respectivas casas y después se fueron ambos a la suya.

En cuanto me tumbé en mi cama le llamé a Elena.

–¿Si diga? –respondió con voz adormilada.

–Hola –saludé lo mas claro que pude.

–¿Cómo te fue? ¿Todo bien?

–Todo bien –comenté tranquila –solo mucho alcohol.

–Está bien. Ya duérmete y descansa.

–Si, tu también. Buenas noches.

–Buenas noches.

Te tomaré una fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora