Deten el tiempo en tus manos

490 34 0
                                    

Nos quedaban seis meses antes de mi primer día de escuela, digamos cinco porque tenía que irme antes para instalarme allá. Las cosas seguían un poco tensas y confusas entre Elena y yo, pero ambas intentábamos no pensar al respecto y sólo disfrutar del resto del tiempo que teníamos, cada segundo era realmente atesorable.

Muchas noches, mientras ella dormía, me quedaba solo vigilando su respiración como a un bebé, observando sus gestos al soñar, imaginando si soñaba conmigo; no quería perderme ni un solo segundo de ella, quería quedarme impregnada de todas esas imágenes suyas, de su fragancia, su voz, de todo lo que pudiera grabar eternamente en mi mente.

Alguna vez escuché una canción sobre un hombre que había perdido a su amada o estaba a punto de perderla, entonces el intentaba congelar el tiempo o soñaba con ello; intentaba inmortalizarlo por siempre, imploraba por un segundo más con ella, prometía no moverse nunca de lugar en la espera de que ella regresara. El hombre se escuchaba realmente desesperado al no poder hacer nada al respecto, se escuchaba su suplica en cada estrofa, esa impotencia de perderlo todo sin poder hacer absolutamente nada. Siempre me había parecido una canción hermosa, pero hasta ese momento, jamás la había sentido en carne propia, tan arraigada a mí; jamás se me había erizado la piel con el solo hecho de imaginar mi vida sin alguien, jamás había llorado hasta quedarme dormida por el miedo paralizante de no volver a ver sus ojos o no volver a ver esa cabellera negra que ocupaba la almohada a mi lado. Jamás había amado tanto a alguien como para no querer separarme de su lado aunque fuera la oportunidad de mi vida. Pero sabía que no había vuelta a atrás, la decisión había sido tomada y mientras, no me quedaba más que disfrutar de su presencia, no quedaba más que contemplarla mientras dormía.

Te tomaré una fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora