La primer pelea

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Elena y yo nos habíamos hecho muy unidas pero, a pesar de eso, en el trabajo siempre era mejor mantenerlo a un nivel profesional. Dentro del estudio y en horas de trabajo le seguía hablando de usted, ella seguía ordenándome sin siquiera decir por favor, yo aun no tenía ni voz ni voto en las decisiones de cualquier sesión y por supuesto, mi trabajo seguía siendo de utilería, cafés, almuerzos y hacer que los clientes, modelos y demás estuvieran mas que cómodos.

Un día en particular, Elena se veía mas envuelta en su trabajo que de costumbre, muy concentrada, disfrutándolo al máximo y yo por mi parte, estaba completamente sumergida en ella; me era imposible no dejarme llevar por esa pasión.

–Sohar –me despertó repentinamente de mi transe –ven un momento por favor.

Yo, tratando de disimular mi rostro, caminé hacia ella.

Observa bien a la modelo y su entorno –comenzó –busca sus mejores ángulos y cómo puede jugar con los elementos que tiene. Úsalo todo a su favor.

Yo entrecerré los ojos para mayor concentración y menor nerviosismo. Era una sesión para una campaña contra el cáncer de mama, la modelo vestía un brasier color rosa pálido y un pantalón de algodón color blanco. Era muy delgada, de unos treinta y dos años, cabello castaño oscuro un poco rizado y ojos verdes. Seguí observándola. Sus pómulos prominentes, pestañas alargadas, cejas definidas y sonrisa amplia.

–Indícale qué es lo que debe de hacer –pidió después de un minuto.

–Creí que las modelos se iban moviendo de manera natural, que conocen sus ventajas y las usan sin que nadie se los pida.

–Y así es, pero tu debes dirigir, darles la pauta y confianza para se sientan a gusto y el trabajo salga con naturalidad. No todo es su trabajo.

Me sentí intimidada pero traté de relajarme un poco, comencé a comunicarme con la modelo. La verdad era que ella lo hacía bastante fácil, era muy accesible, libre, hacía todo tal cual se le indicaba, sin peros ni reproches.

Elena me permitió seguir trabajando con ella durante toda la sesión, me dio completa libertad con las otras seis chicas que estaban ahí como parte del mismo trabajo. La idea era que cada una trabajara por separado, pero después de un rato me pareció que estaría bien colocarlas juntas para una ultima fotografía. Todas vestían igual y tenían mas o menos la misma complexión. Todo iba perfecto, a Elena al parecer le gustaba lo que estaba haciendo puesto que en ningún momento objetó. Me sentía como en mi propio hábitat, hasta que se me ocurrió la estúpida idea de pedirles a las modelos que se quitaran el brasier para cubrirse solo con las manos en las que ya usaban un par de guantes de box color rosa y dejaran mostrar un poco mas la ropa debajo del pantalón, todas vestían con rosa pálido al igual que el brasier así que me pareció bueno dejarlo ver un poco mas. Ninguna de las modelos protestó. Elena tomó un par de fotografías así y dio por terminada la sesión.

Regresé a mi trabajo habitual, les entregué batas a cada una de las modelos, les ofrecí agua y aperitivos, recogí algunas cosas que habían quedado en desorden y terminé por apagar reflectores y todo lo  que no se fuera a seguir utilizando.

Elena se notaba un poco molesta mientras se sentaba frente a su portátil para revisar el trabajo. No quería ni voltear a verla y supuse que al terminar lo mejor sería ir directo a mi departamento.

–Sohar –llamó –traeme un café y algún pan que te encuentres junto con lo que vayas a querer cenar tu.

¡Ya ni siquiera pedía que me quedara de favor! ¿Qué tal que yo tenía alguna cita o compromiso? Nada de eso le importaba, solo asumía que yo estaba a su disposición las veinticuatro horas del día.

Te tomaré una fotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora