Capítulo 4

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El día anterior había sido bastante productivo: había conseguido una nueva habilidad y también una aliada que me sería de gran ayuda.

Me encontraba de nuevo lavando la vajilla, cosa que ya era parte de mi rutina diaria. Estaba medio dormido y eso no ayudaba mucho, ya que la taberna estaba abarrotada y cada vez llegaban más platos y jarras al fregadero... Pero, de pronto, comenzó a haber más ruido de lo normal: no el habitual sonido de clientes cantando o jugando a las cartas, sino algo distinto, un alboroto armado por tan sólo dos voces. Me asomé a la puerta que comunicaba con la barra para ver de qué se trataba:

— ¡Déjame! ¡He dicho que no! ¡Suéltame! —gritaba una de las camareras mientras intentaba zafarse del agarre de un hombre.

Anonadado, salí de la cocina para posicionarme detrás de la barra y observar la situación al lado de Shinra.

—Vamos, guapa... —le decía el hombre a la camarera mientras sonreía lascivamente—. Sabes que quieres venirte conmigo.

— ¡Te he dicho que me sueltes! —le gritó ella, girándose para darle una sonora bofetada.

La expresión del hombre cambió entonces por una llena de rabia.

— ¿¡Quién te crees que eres!? —gruñó.

Acto seguido, agarró a la camarera del cuello y la elevó en el aire mientras ella luchaba por soltarse. En ese momento no me paré siquiera a pensar: salté por encima de la barra y agarré a la camarera por la cintura para liberarla.

— ¡Ha dicho que la dejes! —le grité al hombre una vez ella estuvo a salvo.

Al parecer él no se tomó demasiado bien mi actuación, ya que profirió un estridente chillido e intentó propinarme una patada en la cabeza. No obstante, conseguí bloquearla con los brazos durante unos pocos segundos; segundos en los que aproveché la confusión del hombre para saltar sobre él y hundirle el puño en el rostro.

Él, dolorido, dio un salto hacia atrás mientras se tapaba la cara con la mano:

— ¡Tú no sabes quién soy yo! —me amenazó—. ¡Te arrepentirás por esto que me has hecho, chico! ¡Todos os arrepentiréis!

Y, una vez dijo eso, se marchó por la puerta mientras intentaba limpiarse la sangre que le salía por la nariz sin resultados.

En ese momento, la camarera se acercó a mí poco a poco: era más o menos de mi altura, de pelo rojizo y bastante largo.

—Gracias por ayudarme, aunque habría podido arreglármelas sola —dijo sonriendo—. Intentaré compensártelo de algún modo.

Yo le devolví la sonrisa y regresé a la cocina mientras notaba la mirada de todos los clientes posada en mí. Intenté continuar mi trabajo como si nada hubiera pasado, pero Shinra apareció tras unos pocos segundos y se acercó a mí.

— ¿Sabes lo que acabas de hacer? —me preguntó.

—Ayudar a una compañera de trabajo —respondí encogiéndome de hombros.

Shinra se rió por lo bajo:

—Se nota que eres especial -comentó sonriendo—. Poca gente se arriesgaría así por ayudar a alguien de quién no sabe absolutamente nada... Con razón eres un héroe y al mismo tiempo un villano: Aiden, desde luego eres una persona única.

Cuando Shinra terminó de hablar me quedé paralizado: el plato que estaba enjabonando se me resbaló de las manos, cayendo en el agua del fregadero. ¿Cómo podía ella saber todo aquello? Estaba seguro de que nunca se lo había dicho.

— ¿Cómo sabes tú eso? —la interrogué.

—Aiden, yo se todo lo que pasa en mi taberna, conozco hasta el más mínimo detalle sobre mis empleados: sus habilidades, sus puntos fuertes y débiles... —sonrió—. Al fin y al cabo, no puedo dejar que cualquier persona entre a trabajar aquí.

I'm (Not) A Hero (Pausada Hasta Nuevo Aviso) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora