5 Mi limite

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11 años.

Tres años, he vivido en este infierno por tres años y solo ruego por ya no despertar y terminar con esta agonía.

Mi madre se fue y me cambio por drogas, me cambio con esos hombres los cuales tocaron mi cuerpo de una manera tan detestable en lugares que ni siquiera yo conocía siendo tan pequeña.

Fue la peor manera de perder todas mis ilusiones de niña pequeña. Fue la peor manera de perder mi infancia y crecer en este lugar tan asqueroso.

¿Por que no he escapado?, Ya lo he intentado mas veces de las que puedo recordar, pero el resultado era el mismo, al resultar la casa en la que estábamos lejos de la ciudad me atrapaban antes de poder gritar por ayuda y las consecuencias al llegar eran aun peores, me pegaban y en mi cuerpo había ya miles de cicatrices por cortaduras, que no eran provocadas por mi.

El calendario marcaba 20 de junio así que mañana era en mis cumpleaños, no entendía el porque siempre lo esperaba con ansias y cuando pasaban terminaba con una enorme decepción y muy deprimida. La primera vez que tuve mi cumpleaños en este infierno esperaba que mi madre viniera por mi, es obvio saber que no fue así.

El segundo año también espere pero lo único que recibí fue la noticia de que ella se suicido, todas las esperanzas de salir de aquí y saber que ella me quería se esfumaron.

Y en este año no sabia que desear, quizá mí muerte.

Ya no podía mas con tantos abusos. Todos los días estaba obligada a que miles de hombres tocaran mi cuerpo y hicieran asquerosidades como les plazca hasta satisfacerse.

-Ven aqui, pequeña zorra.

-Dime esa chica, ¿sirve de algo?, parece que estará plana para toda su vida eso no le gusta a los clientes.

-Bueno.. Es linda al menos. Ojala se pareciera mas a su madre en ciertos aspectos-dijo tocando mi pierna subiendo su mano hasta llegar a mi entre pierna.
Todos empezaron a reír, no quería estaba tan agotada pero tampoco me podía negar debido a que las drogas me atontaban pero con mis pocas fuerzas lo alejaba.

-No, por favor.

-No importa lo que quieres niña eres pequeña e insignificante en este mundo solo ganan las personas despreciables como yo.

-¡No!, dejame.

Arañe su rostro y el en respuesta me dio un gran golpe en mi mejilla para después pegarme en repetidas veces en mi vientre es todo lo que recuerdo antes de perder la consciencia.

En la tarde recobre el conocimiento así que intente moverme pero mis piernas me dolían al igual que mi vientre.

Reuní todo mi esfuerzo para ponerme de pie, tambaleándome un poco y llegando a cama tomando unas vendas y cosas necesarias para curarme.
Ya no quiero seguir con esto, no me importa si me vuelven a atrapar pero debo intentar salir de aquí.

Espere un rato hasta sentirme mejor, afuera de mi puerta no había nadie así que corrí con mi muñeca en brazos, cuando llegue mas adelante a la puerta del salón, dentro de este estaban todos aquellos hombres; nerviosos y preocupados.

-¡Nos descubrieron tenemos que escapar!

-No iré a la cárcel.

-¿Y las niñas?

-Por supuesto que vendrán con nosotros, idiota.

-Hay que apresurarnos, llegaran en cualquier segundo.

No, no iría con ellos, no seguiré con este infierno, este es el momento perfecto para escapar, no lo notaran hasta muchos después. Me acerque con cuidado a la ventana, me puse de puntitas y la abrí,arroje a mi preciada muñeca trepando para después saltar, tomarla en mis brazos y correr a el bosque , no podía perder el tiempo, aunque estaba cansada tenia que seguir, si no me podrían atrapar
Así fue, no deje de correr hasta varios minutos después que estaba cansada y llegue a la carretera cayendo en el suelo y esperando lo que sea que fuera a pasar. Este era mi limite y si tenia que morir no me importaría, ojala pueda ver a mi padre una vez mas. Con mis ultimas fuerzas dije en un susurro para mi misma:

-Feliz cumpleaños, Leire.

Eres Mi Perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora