Un día más de mi típica y aburrida vida.
Regresaba de la escuela junto a mis mejores amigas Emma y Grace, las únicas que me entendían de verdad. Claro, no es que mis padres no me entendieran, quizá si me comprendían, pero por alguna estúpida razón no me apoyaban en lo que quería hacer de mi vida. No eran malos padres, para nada. Lo único que me gustaría cambiar en ellos sería ese simple detalle, que me apoyaran en lo que de verdad quería hacer... cantar.
Cantar era mi sueño, no deseaba otra cosa en el mundo que no sea esa. La sensación de satisfacción al ver un estadio repleto de gente gritando tu nombre y esperando por sólo escuchar tu voz sería maravillosa. Pero mi padre insistía en que estudie medicina como él, yo no quería, pero ellos no me apoyaban en lo de ser cantante y no quería decepcionarlos.
Estaba tan sumergida en mis pensamientos que ni siquiera tomé conciencia de que ya estaba en mi casa. Despedí a Emma y a Grace, tomé las llaves y abrí la puerta. Al parecer nadie se encontraba, lo que me resultó demasiado extraño. Caminé hacía la cocina y encontré una nota de mamá en el refrigerador que decía 'Serena he dejado una pizza en el refrigerador por si tienes hambre. Volveremos tarde porque tu padre tuvo un compromiso de urgencia. Cuídate, te quiere mamá Xx ' me serví dos porciones de pizza, tomé una lata de Coca-Cola y fuí directo al sofá para mirar televisión por un rato mientras cenaba.
Cuando encendí la televisión no encontré absolutamente nada decente para ver, programas de deportes, de autos, reality shows, malas películas y unos dibujitos animados que sinceramente no eran nada graciosos, y contando que yo amaba todos los dibujitos animados, pero esos eran realmente malos. Apagué la televisión y terminé la cena, luego subí a mi habitación, me saqué el uniforme, me dí una ducha, cambié y bajé hacia la sala de estar.
La sala de estar era mi lugar favorito en la casa, me transmitía paz. Allí tenía una biblioteca muy grande con libros desde los más viejos hasta los que se leen en la actualidad, también un tocadiscos y una colección con discos de las mejores bandas y cantantes de esa época, y lo mejor de esa habitación era mi amado piano blanco. Desde los cinco años que sabía tocar el piano, y además de cantar, esa era mi otra pasión. Asi que preparé mis manos y empecé a tocar una canción que me fascinaba, 'Let it be' de The Beatles. Cada vez que la cantaba me sentía totalmente identificada con ella, asi que esa canción prácticamente fluía por mi sangre al entonarla. Cuando terminé, miré mi reloj y ya eran las 22.30, tenía un poco de sueño asi que fuí a mi cuarto. Intenté dormirme pero simplemente no podía, mañana era sábado y era mi cumpleaños número dieciocho, eso significaba que ya sería mayor de edad, que era mi último año de escuela, que ya no dependería de mis padres, que podría cumplir mi sueño.
Claro que sólo era mi imaginación... obviamente por no decepcionar a mis padres terminaría estudiando medicina y decepcionándome a mi misma. Con temor a intentar escapar, sin nadie que me salve, atrapada para siempre en algo que yo no quería. Acabaría siendo la princesa de la torre.