Mr. Sytles

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Luego de estar alrededor de una hora charlando con mis padres y esa manager que al parecer se llamaba Monique, me hicieron creerlo. Nada era una broma, incluso salí afuera de casa para comprobar que en verdad no estábamos en Texas. Al salir, una ráfaga de flashes iluminaron mi cara y mi vista se nubló un poco, fotográfos ¿por qué había fotográfos? Monique me hizo entrar del brazo a la casa  -Serena, no puedes salir asi, está lleno de paparazzis fuera. Recuerda que eres muy famosa y cualquier cosa que hagas mal ellos estarán ahi para fotografiarla. -Oh claro, paparazzis. Como sea, no estaba tan mal, sólo... ¡EN PIJAMAS! ¡Estaba en pijamas! si esto salía en la televisión o internet estaría muerta. No quería que la gente me viera con mi aspecto por las mañanas y mucho menos en mi pijama de Bob Esponja. Esto de la supuesta fama, cosa de la que aún dudo que sea cierta, me costaría muchísimo sobrellevar.

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(Una semana después)

-Serena, puedes lanzar bien la pelota? -volvía a repetir constantemente Thomas mientras jugábamos al tenis en el jardín trasero de la enorme casa que podía llamar ahora "mía".  -Lo siento Thomas, sabes que no soy buena en deportes que tengan que ver con balones -respondí riendo y dirigiéndome hacia donde había caído la pelota que yo misma había tirado lejos. -Casi todos los deportes se juegan con balones tonta -A Thomas le enfadaba que sea tan torpe en los deportes, cuando él, con sólo 6 años ya tenía muy buena capacidad con ellos. Lo imaginaba en un futuro siendo beibólista, jugador de fútbol, tenista, basketbolista, jugador de rugby, creo que no había un sólo deporte al que él pudiera resistirse. Aunque quisiera verlo jugando un partido de Quidditch, el deporte favorito de Harry Potter, si fuera posible. Creo que ahí no tendría muchas posibilidades ya que su equilibrio no es muy bueno y caería de la escoba enseguida. Reí para mis adentros -Serena ¿Puedes apurarte? -Thomas me gritaba a lo lejos, podía escuchar sus quejidos. Aún no encontraba la maldita pelota. Comenzé a alejarme un poco más hacia los arbustos que dividian mi casa con la otra que estaba al lado, divisé a un chico entrando por la puerta trasera y con unos bolsos grandes, detrás de él venía su acompañante, o más bien su ayudante de cargas, apuesto a que el chico debía ser famoso. Me desconcentré de la imagen cuando divisé algo que reconocí al instante. La pelota de tenis estaba allí, pero... ¿cómo rayos había atravesado el arbusto? Bien, no importaba, lo importante es que ahora debía ir a pedirle al vecino que me diera la pelota de regreso. Genial, tendría mi primera conversación con un famoso y sería lo más patética del mundo. Comenzé a caminar por el jardín y avisé a Thomas que regresaría enseguida, aunque creo que ni siquiera me escuchó por que estaba jugando con su nueva mascota. 

Finalmente llegué a las grandes rejas que ocultaban bastante la casa que había detrás de ellas, deliveré por unos minutos lo que debía decir, nada. Todo sonaba patético en mi cabeza, imaginénse como sonaría entonces si lo decía. Tomé coraje y toqué el timbre, aunque me arrepentí automáticamente. Pensé en irme a casa de nuevo, de todos modos seguro que teníamos más pelotas en algún lugar. Pero algo me frenó -Hola, ¿quién solicita la presencia del señor Sytles? -¿Qué? ¿desde cuando una persona podía hablar tan formalmente? Es decir, estamos en 2014, la gente tendría que actualizar su manera de hablar. Decidí responder a la voz del timbre. -Soy Serena, vivo en la casa de al lado, necesitaria pasar a buscar mi pelota de tenis que cayó en su jardín. -Por unos segundos no se emitió ruido alguno -¿Usted es la señorita Serena Evans? -preguntó la formal voz  -Mm.. si.. esa soy -dije dudosa. En ese instante las grandes puertas negras comenzaron a abrirse lentamente. -Puede pasar, el señor Sytles la espera en el jardín. -¿Quién era ese señor Sytles? ¿Sería un viejo? en cualquier caso ¿por qué me esperaba? este asunto ya me estaba volviendo paranoica, mejor me hubiera quedado en la casa. Comenzé a caminar por el césped fresco, divisé la casa que supuse sería de ese tal Sytles. Estructural, gigante, hermosa, con toques renacentistas y un estilo gótico típico de Europa. Apuesto a que era europeo. Comenzé a caminar y a adentrarme más hasta que después de muchísimos pasos llegué al patio trasero de la casa, había una mesa rústica y sillones muy bonitos, en uno de ellos, de espaldas a mí, había un hombre, con bastantes rulos por cierto. -Veo que has llegado rápido Serena -dijo la voz. Esta no era igual de formal que la anterior, si no más joven. -Y... ¿tú quién eres? -él supuesto señor Sytles volteó hacia mi y dejó ver una sonrisa perfecta acompañada de un rostro bronceado y  unos ojos verdes esmeralda que lograron ponerme nerviosa. -Soy Harry -se presentó -Harry Styles. 

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