Capítulo 4

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Esa noche, en Roma, el silencio de la noche se rompió con el sonido de varios disparos y gritos. Alterados, los residentes del edificio policial salieron a la calle a buscar el lugar de origen del alboroto.

-Parece que no he sido la única a la que han despertado los gritos-dijo al encontrarse a sus compañeros en el vestíbulo del edificio.

-¿Qué creéis que ha pasado?-Nina preguntó ligeramente nerviosa.

-No lo sé-admitió Davide, quien no se separabva de Kira-. Por el momento que cada uno coja su coche y salga a investigar.

Elisabeth regresó a su apartamento, se vistió y tomó sus cosas para comenzar la investigación. Bajó al aparcamiento subterráneo y esperó a los demás.

-Por el momento, bordearemos las calles que rodean el coliseo-Nina dio orden. Todos asintieron.

Elisabeth fue la primera. Salió del aparcamiento seguida de sus compañeros y se alejó del edificio en busca de pruebas sobre lo que había ocurrido. Aparcó el coche para dar una vuelta. Linterna en mano, los pasos de la joven eran lentos. Buscaba cualquier indicio de asesinato, robo, secuestro o cualquier otro crimen. Sin embargo, no encontró nada.

-¿Habéis tenido suerte?-preguntó por la radio que había tomado del coche.

-Yo no he visto nada-la voz seca de Patricia salió por el altavoz del artilugio.

-Nosotros tampoco hemos tenido suerte-Davide admitió. Con él, Nina y Alberto.

Elisabeth dejó la radio para seguir caminando alrededor del monumento. Apenas se escuchaban sus pasos, lo que le permitía oír cualquier cosa que aconteciera. Pero todo era silencio.

Continuó caminando alrededor, procurando no encontrarse con sus compañeros. Se acercó a unos contenedores en busca de pistas. Junto a ellos había en montículo de cartones que Elisabeth decidió levantar.

-¡He encontrado algo!-dijo a través del walkie talkie.

-Ya vamos-Davide avisó.

Elisabeth quitó todos los cartones del cuerpo que había encontrado y se colocó los guantes que había cogido del apartamento. Tocó sus cuello parea comprobar su pulso pero la víctima había muerto.

-Ya estamos-Nina se arrodilló al lado de Elisabeth.

-Tres disparos en el abdomen, uno en el cráneo y dos en el pecho-Elisabeth contó los datos que había recopilado de su observación-. Muerte inmediata.

Gaiba, el forense, que también vivía en el edificio de Elisabeth y había salido con sus compañeros, afirmó la teoría de Elisabeth.

-Daré más datos cuando haga la autopsia-Gaiba se levantó. Todos los que estaban presentes asintieron. Caminaron a sus coches hablando entre sí.

-Mañana te espero en el vestíbulo para ir a la comisaría-Davide se detuvo junto al coche de su nueva compañera.

-Está bien-aceptó Elisabeth, en parte porque no sabía el camino hacia su trabajo.

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