—Mueve el culo. - dijo Harry, sacándome de mis pensamientos.
Guardé el papel en el bolsillo trasero del pantalón y me fijé en que había hecho pleno.
Esbocé una sonrisa de satisfacción y me senté en nuestra mesa.
Cogí una patata frita de una bandeja que había en la mesa, pero Niall me dio un manotazo, haciendo que la patata cayera en la bandeja de nuevo.
Le miré frunciendo el ceño.
—¿Qué haces? - le pregunté confusa.
—Son mías. - dijo con tono de niño chico.
Cogí cuatro patatas de golpe y me las metí en la boca rápidamente, burlándome de él.
Él se cruzó de brazos, enfadado. Yo estallé en carcajadas.
Mojé el dedo índice en ketchup y le manché la punta de la nariz, haciendo que se enfadara aún más.
—Eh parejita, parad. - dijo Harry, celoso.
Niall cogió una servilleta, se limpió la nariz y fue a tirar.
—No te enfades. - dije con voz coqueta, dibujando círculos con el dedo índice en su muslo.
Se enderezó en la silla.
—Por favor, para. - dijo nervioso.
Me encantaba hacerle sufrir.
—¿Te molesta? - pregunté, esta vez haciendo caminar mis dedos índice y corazón hasta su rodilla.
—Me estoy conteniendo. Como no pares esto parecerá una película porno. - me dijo mirando mi mano, tenso.
Me mordí el labio inferior y estallé en carcajadas.
Aparté la mano y me levanté al ver que Niall volvía.
Hice un buen tiro. No fue un pleno como antes, pero no me podía quejar.
Volví a la mesa, guiñándole un ojo a Harry disimuladamente. Éste se mordió el labio y se levantó a tirar.
Vi otra bandeja de patatas en la mesa.
Le lancé una mirada Niall.
—¿Qué? Tengo hambre. - se excusó.
—Tú siempre tienes hambre. - se oyó a Harry.
Niall le sacó la lengua.
Cogí una patata con ketchup, y me manché, así que cogí una servilleta que había bajo la bandeja.
Fui a limpiarme, cuando vi que estaba escrito.
"Deja de intentar seducirle. Eres muy poca cosa para él"
Arrugué el papel y lo metí en el bolsillo, junto al otro.
¿Quién coño me estaba acosando? Ya cansaba.
—Ey, ¿qué pasa? - me preguntó Niall.
—No, nada. ¿Puedo coger más? - le pregunté.
Él asintió, y se levantó a tirar, mientras Harry volvía y se sentaba a mi lado.
Cogió patatas y luego me miró fíjamente los labios.
—¿Qué? - pregunté confusa.
—Tienes... Tienes ketchup ahí... - dijo señalando mis labios.
—Quítamelo. - dije poniendo morros ligeramente.
Su cara fue un mapa. Primero abrió los ojos como platos y luego sonrió ligeramente, acercándose a mí poco a poco.
Fue cortando la distancia entre nuestras caras poco a poco, con los ojos clavados en mis labios.
Cuando la distancia era mínima, limpié rápidamente el ketchup con el dedo pulgar y se lo puse en los labios de Harry, estallando en carcajadas de nuevo.
—Te has pasado. - dijo, indignado.
Yo seguía riendo.
—Sé que no me conoces, ¿pero de verdad te imaginabas que me iba a enrollar contigo? - le dije aún riendo.
—No te conozco porque no me dejas. - dijo serio.
Le miré seria, un poco incómoda.
Me levanté hacia la pista, todavía mirándole de aquella manera.
¿De verdad quería conocerme? Pero, ¿por qué? Solo quería enrollarse conmigo. O quizás no. Estaba confusa
**
Amanecí todavía pensando en lo que hizo ayer Cher. En que estuve a dos centímetros de su boca. En que estuve a punto de besar sus labios. En como me estuvo provocando. No me podía sacar de la cabeza la manera en la que se mordía el labio.
Me quité el pijama quedándome en boxers, cuando tocaron la puerta.
Fui a abrir, sin darme cuenta de que iba medio desnudo y con una erección matutina.
—Wow - dijo, abriendo sus ojos como platos.
Avergonzado, o más bien dicho, sorprendido, me tapé tímidamente.
—¿Qué haces aquí? - le pregunté.
—Eh... Pues... Ya no me acuerdo. Me he desconcentrado... - dijo Cher, súper roja.
Esbocé una sonrisa pícara.
—Espera. - le dije, yendo al baño.
Cogí una toalla y me la envolví por encima del pecho, como hacían las mujeres.
—Dime.
—Tienes razón. No te dejo que me conozcas. Así que te dejo. - me dijo.
—¿Que me dejas qué? - dije subiéndome un poco la toalla, provocando una carcajada en ella.
Nunca me había fijado en su sonrisa. Tenía los dientes perfectos y blancos, aunque tenía un adorable hueco entre las paletillas superiores
—Que me conozcas. Conóceme. Y claro, déjame conocerte.
Estaba atónito.
—No parece que te haya hecho mucha ilusión. - dijo un poco entristecida.
—¿Eh? Pues claro que sí. Lo que pasa es que me ha pillado un poco en frío, además de que me acabo de levantar. Tengo ganas de conocerte -hice una pausa. No me había dado cuenta de que había venido en pijama. Bueno, quien dice pijama dice una camiseta tres tallas más grande. No pude evitar repasarla y morderme el labio- Cher.
Esbozó una sonrisa. Se giró y se fue por donde vino. No pude evitar quedarme mirando sus andares.
—Deja de mirarme el culo. - dijo, todavía caminando y sin girarse.
Sonreí, me saqué la toalla y cerré la puerta.