—¡¡DEMI!! - desperté de un chillido a mi amiga.
—Mamá, déjame. - dijo meido dormida, dándose la vuelta.
—¡Que tenemos clase en media hora! - le chillé de nuevo.
—¡Joder! - dijo pegando un bote en la cama.
Corrí al baño, me recogí el pelo para no mojármelo y me di una ducha rápida.
Después de secarme y ponerme la ropa interior, me solté el pelo y me apliqué champú en seco.
—Oh genial, tienes mi salvación en un spray. - dijo Demi, cogiendo el champú en seco.
Hizo lo mismo que yo; se recogió el pelo, se duchó, y al acabar de secarse y vestirse se soltó el pelo y se aplicó el spray.
Lo bueno de llevar uniforme es que no teníamos que pasarnos horas pensando en qué ponernos, o preparárnoslo la noche anterior.
Me calcé unas Converse rojas con unas medias grises por encima de las rodillas, dejando entre la falda y las medias unos pocos centímetros de pierna al descubierto.
Como no me daba tiempo a maquillarme, simplemente me hice la raya de arriba del ojo.
Por suerte para nosotras, teníamos algunas galletas en la habitación, así no tendríamos que aguantar horas de pesadas clases sin comer.
Estaba haciendo lo que hacía siempre en Química; sentarme medio de lado, con las piernas cruzadas, el cuaderno abierto, mirando a la pizarra y mordisqueando un boli. Pero, aún y así, me enteraba, no sé como.
En algún momento, noté un golpecito en la cabeza. Volví en mí, miré al suelo y vi una bola de papel de cuaderno. La cogí y disimuladamente la abrí y la leí:
"¿Qué te traes con Harry?"
Ese papelito me desconcertó; ¿que qué me traía con Harry? Pues que me quería llevar a la cama.
Miré a mi alrededor tratando de deducir quien me podía haber tirado la nota, pero todos estaban con la misma postura: rectos es sus sillas prestando atención a las palabras del profesor.
Me guardé la nota en el bolsillo y volví a prestar atención a la pizarra, tratando de no pensar en ello.
Como acabamos la clase antes de tiempo, salí a fumarme un cigarro.
Estaba respaldada en la pared de ladrillos del edificio, apoyando un pie en esta, mirando detalladamente mi tatuaje de la clave de sol.
—Pitufina, te pitufollaba. - me chillaron. Busqué con la mirada a quien sabía perfectamente que me lo dijo; Zayn.
—Si estás necesitado mámasela al tu amigo. - le contesté, refiriéndome a Niall.
No lo oí, pero vi a Harry mostrar una mueca, mientras el moreno le lanzaba una mirada fulminante, lo que provocó risa en mí.
Le di una última calada al cigarillo, lo apagué en la pared y tiré la colilla a una papelera que tenía al lado.
Me dirigí a paso ligero al laboratorio de Biología. Disección de hígado, que ganas. Y que sarcástica soy.
Nos entregaron unos guantes desechables a cada uno, una bandeja con utensilios y otra con el hígado por cada cuatro personas.
El profesor iba dando instrucciones de como diseccionar a esa... cosa asquerosa.
Como me veía venir, a mí me tocó hacer la primera incisión.
Cogí aire, lo expulsé, cogí el bisturí y apreté en ese trozo de carne. Lo abrí y vi su asqueroso interior.
Dejé el busturí y me aparté rápidamente.
Volví a respirar profundamente. Ya había pasado. O eso pensaba.
—Hey Pitufina, ¿coméis esto en vuestra aldea? - dijo Josh, un capullo que estaba en mi grupo, cogiendo el cacho de carne y acercándomelo.
Me vino una arcada y salí corriendo de allí. Pude escuchar a un Harry protector diciendo "¿a ti qué te pasa? ¿eres gilipollas?".
Corri hacia el baño más próximo y me abalance al primer retrete que vi.
Cuando empecé a vomitar, unas grandes manos me apartaron el pelo de la cara para no mancharme.
Agarré el retrete con todas mi fuerzas, mientras me descomponía en su interior.
Cuando acabé, apoyé la cabeza sobre la taza.
—Shh, ya está, ya pasó. - me susurró su voz dulce.
—Harry, no era necesario que vinieras. Te van a echar la bronca. - le dije como pude, con una voz rota y lágrimas empezando a brotar de mis ojos.
—Eso ya es costumbre. - dijo con una mueca.
Intenté sonreír, pero no pude.
—¿Por qué son tan crueles? - sollocé levantando un poco la cabeza.
—Porque para llenar sus vidas vacías tienes que sentirse mejor burlándose de gente tan genial como tú. - me alagó.
—No soy genial. No me conoces. - le contesté, tratando de no sonar borde.
—Tranquila, el tiempo me dará la razón. - dijo mostrando su amable sonrisa.
Repetí el gesto.
—Vamos, te ayudo a levantarte. Voy a buscarte enjuague bucal.
—¿Cómo vas a ir hasta tu habitación a por enjuague? - le pregunté.
—Llevo en la mochila. Nunca se sabe cuando voy a necesitar un aliento fresco. - dijo alzando las cejas, sacando esta vez su faceta de cerdo.
Salió del baño y a los pocos segundos estaba de vuelta con un mini bote de enjuague bucal.
—Pensaba que era broma. - dije abriendo el frasco.
Eché el líquido en el tapón y lo metí en la boca.
Lo esparcí por la boca, hice gargaras y lo eché a la pìca, quitando el aliento a vómito de mi boca.
Cerré el bote y se lo di a Harry. Con la tontería habíamos estado casi media hora en el baño y era casi el final de la clase cuando volvimos al aula.
A última hora teníamos Educación Física. Las chicas atletismo y los chicos baloncesto.
Hacía mucho calor para estar en septiembre, tanto que solo de estar fuera en la pista escuchando la explicación de la profesora estaba sudando todo el agua de mi cuerpo.
Hicimos carrera de relevos.
No sabía que se me daba bien correr, en mi vida había hecho deporte.
Acabé sudando tanta agua como para llenar una piscina municipal.
Me estaba empezando a marear.
Creo que correr después de haber vomitado la cena y el "desayuno", porque solo fueron dos galletas, no es buena idea.
Para cortar camino hacia el vestuario, pasé por la cancha, que estaba casi vacía.
Había una persona haciendo unas canastas, pero no pude ver quien era ya que se me nublaba la vista.
Me iba apoyando en la pared para caminar. Las piernas me fallaban.
Me caía, pero no sentí el golpe contra el suelo.
Antes de desmayarme, pude darme cuenta de que unos brazos musculosos me cogían, y que luego me tumbaron ligeramente en el suelo.
Allí ya perdí el conocimiento.