—¿Estás segura? - me preguntó Demi.
—No, sinceramente. O sea, quiero hacerlo, pero tengo miedo de lo que digan sobre mí. - le dije cogiendo la cajita.
—Eres muy valiente. Yo no podría someterme a tal riesgo.
—No soy valiente, me arriesgo.
—Recuerda que si dicen algo, repires hondo y te distraigas con otra cosa.
—Está bien. - dije dándole un abrazo y metiéndome en el baño.
Iba a teñirme el pelo de azul eléctrico. Tal vez parecía muy dramática, pero soy una persona "sensible".
—¿Qué tal? - pregunté saliendo del baño, con mi nuevo look.
—Estás preciosa. - me dijo Katie.
—Me hacía lesbiana por ti. - exclamó Anne.
Reí.
—Ahora sí que no te podrás quitar a Harry de en medio. - me advirtió Sam.
Pusé los ojos en blanco riendo.
—Va, fuera coñas; te queda genial. Sonará raro, pero te pega con los tatuajes. Tienes pinta de chica mala, siendo una chica dulce. - dijo Demi.
—Muchas gracias chicas. - les dije a todas, dándonos un abrazo de grupo.
—Ponte ropa acorde con tu look y vamos a tomar algo. - me dijo Katie.
Asentí y me dirigí al vestidor.
Me puse unos pantalones azules, un jersey gris con un ancla blanca, una camiseta estampada por debajo y mis Martens rojas. Y me alisé el pelo.
Fuimos a una cafetería del campus, ya que para comer íbamos a salir.
Las chicas se sentaron en una mesa mientras yo pedía.
—Hola. ¿Me pones dos Coca-Cola's zero, un café con leche, un capuccino y un té inglés? - le dije al camarero. Era muy joven, parecía estudiante.
Era alto, tenía el pelo revuelto, aunque con una cresta, y los ojos azules. Tenía una sonrisa muy bonita.
—Claro guapa. - me dijo mostrando su sonrisa.
Dos rubias se pusieron a mi lado para pedir.
Me miraron y pusieron cara de asco.
—Guapo, ponos un par de birras. - dijo una de ella, mientras masticaba un chicle como si fuera una vaca comiendo pasto.
—En seguida, cuando acabe con lo de esta chica. - contestó él.
—Ella puede esperar. Va, hay prisa. - dijo la otra chasqueándole los dedos - Llevanoslas a la mesa, anda. - siguió, dirigiéndose a una mesa junto su amiga.
Movían tanto el culo que parecía que se les iba a desencajar.
"Mírala, ¿de qué va?" dijo uno mirándome de reojo.
Suspiré profundamente.
—Eh, a mí me gusta. - me dijo el camarero.
Cogió las dos cervezas de las chicas y les echó un escupitajo a cada una cuando no miraban. Me hizo reír.
—Tienes una sonrisa muy bonita - me dijo, cogiendo las cervezas y llevándolas a la mesa de las chicas.
Cuando volvió le contesté:
—Qué va, es horrenda. El hueco de las paletillas es odioso. - me tapé la boca.
Me apartó las manos de la boca delicadamente.