Capítulo 11

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Cuando terminamos el desayuno Eina y yo nos lavamos de nuevo los dientes, no iba a ir a charlas con el señor Kindelán mientras traía restos de chocolatada; bueno cuando salimos de su departamento yo justamente olvide coger un suéter y mi bolso. 

Así que Eina volvió como un rayo, o más bien como una tortuga, ya que tomo el ascensor y así me quede, esperando a que llegara Tyler, estaba un poco nerviosa es cierto, pero ¿quien no lo estaría? están por decirme cosas importantes. 

- Luna, ya llego Tyler... - dice Eina haciéndome sobresaltar, se ríe un poco y me tiende una de sus sudaderas, él trae mi bolso. 

- Claro, me has asustado... - en ese momento recuerdo que tiene bastante que no escucho nada sobre sus peleas, desde la ultima vez que, bueno ocurrió ese incidente. - Eina, ¿que paso con tus peleas...? - le pregunto y veo que sonríe a medias. 

- Por el momento me ausente, pero viene una en un par de día y volveré a asistir, no te preocupes por eso, pequeña. - me da un beso y en ese instante Tyler baja del auto y nos abre la puerta de atrás. - Gracias, Ty. 

Nos montamos al auto en silencio y me siento muy cerca de Eina, según él, no quiere que tenga frío; en el camino vamos en silencio, yo me siento algo impaciente, pues de verdad quiero saber que es lo que tenga que decirme el señor Kindelán. 

El auto avanzo hasta unas calles casi desconocidas por mi, solo veníamos a visitar al señor Kindelán algunas veces al año, hasta que ya nunca volvimos a venir. Aparca el auto en la característica mansión color beige con algunos detalles en piedra. 

Al bajar del auto lo primero que me recibe es la sonrisa del señor Kindelán, cuando me acerco me envuelve en un abrazo, pero es como un abrazo de padre e hija, me suelta y saluda a Eina, también saluda a Tyler y este solo asiente y se marcha. 

- Luna, me alegra que aceptes mi invitación pues en verdad importante que te diga todo lo que les diré, aunque me temo que será algo difícil. - Me vuelve a abrazar y caminamos hasta el salón principal, aquí jugaba siempre, con ambos. 

- Creo que tanto usted como yo debemos explicar muchas cosas... - me mira y suspira pesadamente, sus ojos por un segundo se vuelven suaves. 

-Tomen asiento. - al sentarme siento como mi mundo va a cambiar. - Promete que diga lo que diga, no me alejaras de ti, por favor, dos veces no podría soportarlo... - se pone casi de rodillas frente a mi, asiento algo temerosa.

- Lo prometo... - se me corta la voz, no se que me dirá, pero se que será algo bueno y que me traerá muchas cosas encima. 

- Hace unos 22 años atrás, conocí a tu madre, nos hicimos amigos y muy pronto ya eramos pareja, yo la amaba, aun la amo. Pero las circunstancias nos hicieron alejarnos, mi empresa estaba creciendo y ella estaba embarazada, casi dos años de conocernos y se embaraza... - hace una pausa y sonríe con algunas lagrimas. - Yo fui el hombre más feliz del mundo, por desgracia mis padres me pidieron que me hiciera cargo de una empresa, viaje por un año. 

<< En ese año, tu madre se quedo aquí, al cuidado de mi mejor amigo August, tu "padre". Al yo no volver, tu madre creyó que la había abandonado con nuestra pequeña hija. - algunas lagrimas se derraman de mi rostro al atar algunos cabos. - Cuando naciste, volví, quise ver a mi hermosa bebita, pero August y tu madre ya estaban casado y no pude hacer mucho. 

Él se volvió loco, cada vez que venias con tu madre ella me suplicaba que te fueras conmigo, que al menos te llevara a ti, pero yo no quería dejar a tu madre. - traga saliva fuertemente y ahora si esta totalmente de rodillas frente a mi. - Cuando fui por ustedes, él se puso como loco. 

Tenía a tu madre y a ti encerradas, me amenazo con matarlas, me alejo a golpes y provoco un caos en mis empresas, con mi familia, en todos lados. - me mira a los ojos y veo dolor, del más puro que he visto. - Me tuve que ir, no podía permitir eso, así que me fui... Hasta ahora.>>

Termina y tanto Eina como yo, estamos en shock. Bueno técnicamente yo soy la que esta en shock, pues Eina no quiso permanecer aquí, por alguna razón nos dejo a mi... padre y a mi, charlar, a solas, como se lo pedí. 

- Por favor, Luna, no me odies... - lo miro extrañada y con con algunas lagrimas, las demás están bajando por mi rostro. - se que debí quedarme, pero al ver a tu madre y que ella misma, días después me alejara, me hizo un daño muy grande, pensé en volver... 

- No te odiare, eres mi padre, mi verdadero padre... - él me mira ciertamente sorprendido y hasta yo lo estoy. - Pero necesito asimilar todo esto, ¿puedo ir a una habitación? - le pregunto y me mira con esperanza y alegría. 

- sube las escaleras, al fondo, la puerta doble con arreglos de flores... - lo miro extrañada, me sonríe un poco más y da un beso en mi frente. - Es tu habitación, si aceptas vivir conmigo, puedes traer a tu amiga y a sus mascotas, todo lo que desees... 

Lo abrazo fuertemente y me marcho, él se dirigió a Eina, le debe contar algunas cosas. Al entrar a la habitación me siento en una esquina observando todo, tiene todo lo que siempre desee, hasta tiene muchos regalos en sus cajas. 

¿Nunca han tenido una sensación de que todo cambiara con solo unas palabras? ¿que todo lo que creías conocer, se borra sin más? ¿que la persona que fue tu madre te mintió durante toda tu vida y ahora llega tu padre y te lo dice todo? 

Pues justamente me paso eso; digo paso porque ahora me encuentro en un rincón de la casa del señor Kindelán o más bien, de mi padre. Por alguna extraña razón solo lloro por saber que mi madre ya no lo verá más. 

Al poco rato escucho la puerta abrirse, mi chico se asoma y me ve, se acerca corriendo, se sienta a mi lado y le sonrió con algunas lagrimas, me abraza por los hombros y me estrecha fuertemente, aspira y yo suelto un suspiro trabajoso. 

- Rick, me a dicho todo... - respiro con calma y me abrazo a su torso, acaricia mi cabello de forma lenta, al final, juguetea con mis puntas. - También me advirtió que si le rompía el corazón a su pequeña terminaría hablando con os peces o los gusanos, lo que conviniera más. 

- Supongo que ahora viviré con él... - murmuro y veo a Eina sorprendido. - Era el mejor amigo y primer amor de mi madre, ahora es mi padre, siempre lo fue... Esta habitación es mía, ¿te gusta? - me mira como si fuera un panda y se gira a la habitación.

- Es muy linda, pequeña, tienes demasiadas cosas... - veo como agacha su cabeza. - Creo que ahora me costará bastante el regalarte algo... - murmura y tomo su rostro entre mis manos, se ven diminutas. 

- No me importa, todo lo que me importa que me des es amor, quiero que me ames como solo tu puedes hacerlo, Eina. A mi no me importa tu dinero o el mío, o el nuestro... Lo único que quiero es que me ames y nunca dejes de hacerlo, porque eso... Solo eso, me destruiría como nunca nadie lo ha hecho ni podrá hacerlo... - le di un pequeño beso en la mejilla y él sonrió, solo para mi. 

- Te amo, pequeña Luna... - me da un beso profundo, y escuchamos toques en la puerta. - Debe ser tu padre, ¿quieres hablar con él? - me pregunta y asiento. Nos levantamos hasta la puerta, la abre y veo a mi padre. 

- ¿Le puedo decir papá? - le pregunto y dejo a ambos hombres en shock, a mi padre feliz y a Eina lleno de asombro y orgullo. - Nunca tuve uno, usted puede serlo, ¿verdad? 

- Oh, mi pequeña Luna... - me abraza como siempre espere, un abrazo protector, un abrazo de padre e hija. - Por supuesto que si, mi dulce pequeña, de ahora en adelante yo cuidare de ti... - lo abrazo con fuerza y miro a Eina, se ve feliz. 

- Bueno, pues... - no sabía que decir, así que mire a Eina y este me salvo la existencia. 

- Creo que será mejor ir por las cosas de Luna y supongo que también las de Emma, no creo que te piense dejar sola ni tu a ella. - le doy un pequeño beso y escuchamos un carraspeo. 

- De acuerdo, aun es incomodo para mi. - vemos a mi padre algo escandalizado, tomo la mano de Eina y nos vamos a por Emma. Al fin hay cosas buenas en esta vida... 

Todo de mi...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora